Cuatro poemas de Carlos Lejaim Gómez

De Carlos Lejaim Gómez Hernández (Monterrey 1986) 

 

cayó pronta y copiosa la nevada

era septiembre y las tunas rojas

                  ya muy maduras

                  suspendidas

                           a veces

                  de costras desgajadas de sus propias cáscaras

en las nopaleras más altas del monte


 

Los pájaros, privados de los minúsculos alimentos por los que hurgan la tierra,

comieron las tunas rojas resguardadas por las peñas y las descartadas por los hombres.

 

en la blanca monotonía del suelo

tres

         gotas 

                  rojas

cuajan

 

*****************************

 

 

El venado, herido, huye.

Corremos tras él
mas no tenemos el favor de los dioses:

cubrimos nuestra carencia
con el fuego 

y con lentes que nos hacen ver

qué oculta la línea del horizonte.

Vamos tras él siguiendo 

su rastro rojo que se esmera

en ocultarse entre la hierba

y pedruzcos.

Corremos en vano: no lo alcanzamos.

Los perros bajan entre rocas afiladas

y espinos y le dan alcance,

lo acorralan y lo hacen saltar al río

donde lo encontramos indiferente a su destino.

Es que el venado, cuando se moja en su carrera,

se engarrota,

como cuando has trabajado todo el día bajo el sol y cae la lluvia.

 

***********************

 

Panto-Ha

 

Un animal salta al arroyo 

en la cascada de la medianoche.

Quieres reconstruirlo en el rumor del agua

pero se oculta en el bullicio de la selva:

estampida de ceibas y chicozapotes.

 

Ahí está el sino de nuestro viaje,

no donde sentías alcanzar con la mano

la nitidez de estromatolitos y mojarras.

Está en el animal que, sin saber su nombre,

te llama en el agua entre la oscuridad y la maleza.

 

********************************************

 

A propósito de la magia negra

 

Danzan tus manos entre las mías

                  un jaguar devora su presa

en la montaña.