Danza desde la azotea

Explorar nuevos terrenos del arte para llevarlos a escena es uno de los objetivos que se ha planteado la bailarina y coreógrafa Carolina Alcázar Carranza, conocida como Caro Floyd, que durante su trayectoria artística se ha destacado en la creación al texto poético en los espacios multidisciplinarios.

Pero llevar el arte a diversos espacios es una tarea complicada que Caro Floyd le ha hecho frente, incluso su poder de realización la ha llevado a una serie de proyectos en donde se puedan realizar tales actividades, así nació Poesía Corporal Laboratorio Escénico, que se lleva a cabo desde una azotea hasta los escenarios más imponentes.

Caro Floyd revela que “más que un grupo Poesía Corporal Laboratorio Escénico se define como un proyecto en el que nunca participan las mismas personas, pues trabajan con artistas escénicos, músicos, plásticos, literarios y urbanos de diferentes partes del país e internacionales”.

Quienes integran este grupo hay artistas que hacen break dance, danza contemporánea, diseñadores gráficos, fotógrafos y otras personas con quienes han colaborado para diversas producciones, incluyendo la generación del contenido digital.

Danza en la azotea

Ante el cierre de foros y teatros por la contingencia sanitaria por la COVID-19, tuvieron que adaptar sus trabajos a nuevos modelos y esquemas; en agosto del año pasado, estrenaron la obra Ningún día, cuyo título surge de la frase -de especial relevancia para Caro Floyd- “un día sin bailar es un día perdido”, en una azotea de la capital de Querétaro. 

La artista escénica explica que Poesía Corporal surgió de un proyecto homónimo, llevado a cabo en 2008, e iniciando actividades un año después. En ese momento, solamente utilizaban el lenguaje de la danza contemporánea y la poesía; en la actualidad, examinan diversas disciplinas artísticas.  

Poesía Corporal Laboratorio Escénico, cuya sede está en la ciudad de Querétaro, tiene una amplia trayectoria que incluye creaciones escénicas como Fantasmas y flores (2009), Fin o principio (2009), Traje de amante (2010), Jardín de lotos (2011), Asalto urbano (2013), Párpados cerrados (2013), La playa (2013), Des-encuentro sexual (2014), Si besarte fuera fácil (2014), Beber té (2015), Porque todas las sombras llevan luz (2016), ¿Qué sabe la muerte de la vida? (2016), Insomnio (2019) y Ningún día (2020). 

La idea, explica, surgió antes de la suspensión de actividades presenciales, por lo que, ante la contingencia, hubo que hacer ajustes: “Esta coreografía estaba planeada para hacerla en un foro, pero en ese momento no teníamos ningún lugar para ensayar, mucho menos un foro, por lo que tomo la decisión de que se bailara una azotea, donde se grabó en una sola toma utilizando la iluminación natural del atardecer”. 

Arte en la azotea

Para llevarla a cabo, relata, tuvo que subir al techo del inmueble para analizar los tiempos de luz, las sombras, los efectos que éstas generaban y así encontrar la hora precisa para presentarla.  

“Me la pasé ahí viendo la hora, anotando los minutos y empecé a utilizar también las lámparas que se encendían y a qué hora se encendían y qué áreas iluminaban; eso fue como mi estudio de la iluminación natural de esa azotea para montar la coreografía”. 

La creadora escénica recuerda que, al no poder tener público cerca, invitaron a las y los vecinos: “a las siete y media va a haber un espectáculo en la azotea, pueden subir a su techo, lo pueden ver”, explica. Varias personas tomaron la invitación y, desde sus azoteas, observaron.  

“Eso estuvo padrísimo, porque pues estaba el distanciamiento social y cada quien estaba en su casa, pero disfrutó del espectáculo escénico que estábamos regalando”, expresa con emoción. 

Tras esta experiencia, decidieron adaptar su pieza para presentarla en foros escénicos una vez que las condiciones sanitarias lo permitan. Puede conocer más sobre el trabajo del grupo a través de Facebook: /poesiacorporalmx/