A las casas en la costa se las come el mar

A las casas en la costa se las come el mar

A las casas en la costa se las come el mar

¿lo has visto?

Como, poco a poco, se las va comiendo.

Comienza la sal por destruir los grandes ventanales,

la lujosa herrería y así también la brisa, a costa de su constante repiqueo,

logra agrietar los fuertes muros, las imponentes columnas, los altos techos.

A las casas en la costa se las come el mar

¿lo has visto?

Los grandes pescadores y navegantes lo saben bien,

pues se han detenido toda una vida a contemplar, los efectos del mar,

en sus casas, en sus botes, en sus viejos puertos.

A las casas en la costa se las come el mar

¿lo has visto?

De pequeño mi tío bisabuelo se prometió construir una casa que resistiera los embates del tiempo y muy mayor, cuando le conocí él me dijo: “a las casas en la costa se las come el mar”. Aunque para aquel entonces ya era demasiado tarde, pues el mar había actuado rápido, devorando todo, engullendo para sí su viejo hogar con una voracidad propia de dioses o de bestias. Y al final el mar también se lo comió a él, agrietó sus manos con la brisa, quebró sus cabellos con el sol, pudrió su piel con ayuda de la sal y la humedad, rompió su corazón con cada nuevo amor que llegó al puerto.

A los seres en la costa se los come el mar

¿lo has visto?

Foto de portada: Miguel Benítez Ramírez.