Metrofobia | Love poems, de Anne Sexton

EN MI INTERIOR TODOS SON PÁJAROS

 

Víctima del sueño norteamericano, lo único que deseaba era un pequeño trozo de vida: casarme, tener hijos. Creía que las visiones, los demonios, las pesadillas desaparecerían al confortarles suficiente amor.” Lo declaró Anne Sexton en una entrevista que realizó a Barbara Kyles en 1968.

 

 

Anne Sexton (1928-1974). Nació en Newton, Massachusetts. Sus versos poseen una elevada carga emocional autorreflexiva; además, se caracterizan por abordar temas como la culpabilidad en la infancia, la enfermedad mental, la maternidad y la sexualidad. Su poesía cuidadosamente elaborada construye un yo poético que se dirige a menudo al lector como una hija, esposa, amante, madre o paciente psiquiátrico. Introduce además de recuerdos, su condición de mujer, locura y maternidad, mitos y cotidianidad, misticismo y lugares comunes. Varias influencias convergen en su poesía: la confesional, la femenina y la simbolista.


Autora de diez libros de poemas, cuentos para niños en colaboración con Maxine Kumin, además de distinciones en múltiples universidades y sociedades de escritores, diversas becas y premios como el premio Pulitzer de poesía en 1967.

 

Sus libros de poesía son: To Bedlam and Part Way Back (1960), All my pretty ones (1962), Live or Die (1966), Love Poems (1969), Transformations (1971), The Book of Folly (1972), The Death Notebooks (1973), The Awfull Rowing Towards God (1975). Su hija Linda editó 45 Mercy Street (1976) y Words for Dr. Y and Last Poems (1978)

Love Poems, de Anne Sexton
Libro: Love poems, Anne Sexton

 

Tomando como tema central al amante como redentor / destructor, Love Poems consta de veinticinco poemas sensuales que exploran las profundidades de la experiencia erótica.
 

Te compartimos cinco poemas de su libro Love Poems (1969), con traducción de Elisa Ramírez Castañeda.

 


 

EN ALABANZA A MI ÚTERO


 

En mi interior todos son un pájaro.

Estoy batiendo todas mis alas.

Querían cortarte

pero no lo harán.

Decían que estabas desmesuradamente hueco

pero no lo estás.

Decían que te encontrabas mortalmente enfermo

y se equivocaron.

Como colegiala cantas.

No estás roto.


 

Dulce peso,

en la alabanza de la mujer que soy

y del alma de la mujer que soy

y de la creatura central y de su goce

te canto. Me atrevo a vivir.

Hola, espíritu. Hola, copa.

Detente, cúbrete. Cubierta que contiene.

Hola, tierra de los campos.

Bienvenidas sean, raíces.


 

Cada célula vive.

Hay suficientes para colmar a la nación entera.

Basta con que el populacho se apropie de estos bienes.

Cualquier persona, cualquier congregación diría de él:

Sería bueno que plantáramos otra vez este año

y pensáramos de antemano en la cosecha.

Un percance se había pronosticado y se ha conjurado.”

Muchas mujeres juntas cantan a esto:

una está en la fábrica de zapatos maldiciendo la máquina,

una está en el acuario cuidando una foca,

una está, indolente, tras el volante de un Ford,

una está recibiendo el dinero en la caseta de cobro,

una está amarrando el ombligo a un becerro en Arizona,

una está a horcajadas sobre un cello en Rusia,

una está cambiando las ollas sobre la estufa en Egipto,

una está pintando color de luna las paredes de su recámara,

una está muriendo pero recuerda un desayuno,

una se tiende sobre su estera en Tailandia.

una le limpia el culo a su hijo,

una mira por la ventana del tren

en el centro de Wyoming y una está

en cualquier parte y algunas están en todas partes y todas

parecen estar cantando, aunque algunas no puedan

dar la nota.


 

Dulce peso,

en la alabanza de la mujer que soy

déjenme usar una mascada larguísima,

déjenme redoblar por las muchachas de diecinueve años,

déjenme llevar los cuencos de la ofrenda

(de ser ese mi papel).

Déjenme estudiar los tejidos cardiovasculares,

déjenme examinar la distancia angular que media entre

 meteoros,

déjenme chupar los tallos de las flores

(de ser ese mi papel).

Déjenme hacer ciertas figuras tribales

(de ser ese mi papel).

Pues esto es lo que el cuerpo necesita

déjenme cantar

por la cena,

por los besos,

por el adecuado

sí.

 


 

* * *


 


 

NOSOTROS


 

Yo iba envuelta en pieles

negras y en pieles blancas y

tú me deshiciste y luego

me colocaste en la luz dorada

y luego me coronaste,

mientras fuera de la puerta

la nieve caía en dardos diagonales.

Mientras diez centímetros de nieve

se apilaban como estrellas

en pequeños fragmentos de calcio,

estábamos en nuestros propios cuerpos

(este cuarto nos enterrará)

y tú estabas en mi cuerpo

(este cuarto vivirá más que nosotros)

y primero froté tus pies

secándolos con una toalla

pues fui tu esclava

y luego me llamaste princesa.

¡Princesa!


 

Ah, entonces

me levanté en mi piel dorada

y ritmé los salmos

y tiré la ropa

y me soltaste las bridas

y me soltaste las riendas

y me solté los botones,

los huesos, las confusiones,

las tarjetas postales de Nueva Inglaterra,

las noches de enero a las diez,

y como trigo crecimos,

acre sobre acre de oro,

y cosechamos,

cosechamos.

 


 

* * *


 


 

EL TACTO


 

Mi mano estuvo sellada meses

en una caja de estaño. En ella, sólo los barandales

 del metro.

Tal vez esté magullada, pensé,

y por eso la encerraron.


 

Pero al asomarme, la veía quieta.

Puede indicarte qué horas son, pensé,

como un reloj, con sus cinco nudillos

y sus delgadas venas subterráneas.

Yacía tendida como una mujer inconsciente

alimentada por tubos de los que nada sabe.


 

La mano estaba postrada,

pequeña paloma de madera

que optó por recluirse.

La volteaba, la palma era vieja,

sus líneas finísimas de punto de cruz

hilvanadas a los dedos.

Gorda, suave, ciega en ciertos puntos.

Enteramente vulnerable.


 

Y todo esto es metáfora.

Una mano común y corriente —deseosa sólo

de tocar algo

que a su vez tocara.

La perra no basta.

Mueve la cola a las ranas del pantano.

No soy mejor que un bulto de alimento para perros.

Es dueña de su hambre.


 

Mis hermanas no bastan.

Viven en la escuela excepto por los distintivos

y lágrimas que manan como limonada.

Mi padre no basta.

Llega con la casa a cuestas e incluso en las noches

habita la máquina fabricada por mi madre

y bien aceitada por el trabajo, el trabajo.


 

El problema es

que dejaría congelar mis gestos.

El problema no estaba

ni en la cocina ni en los tulipanes

sino en mi cabeza, mi cabeza.


 

Luego todo esto se hizo historia.

Tu mano encontró la mía.

La vida se apresuró a mis dedos como un coágulo.

Ay, mi carpintero,

reconstruidos están mis dedos.

Bailan con los tuyos.

Bailan en el desván y en Viena.

Mi mano está viva sobre toda América.

Ni la muerte podría detenerla

la muerte derramándole la sangre.

Nada podría detenerla, pues éste es el Reino

y el Reino ha llegado.

 


 

* * *


 


 

EL PECHO


 

Ésta es la llave.

Ésta es la llave maestra.

Preciosamente.


 

Estoy peor que los hijos del guardabosque,

ganándome el pan y el polvo.

Estoy aquí, tamborileando un perfume.


 

Déjame descender a tu alfombra,

a tu colchón de paja —lo que tengas a mano,

pues la niña en mi interior muere, muere.


 

No es que sea ganado para comerse.

No es que sea alguna calle.

Pero tus manos, como arquitecto, me encontraron.


 

¡Lechera llena! Hace años ya era tuyo

cuando habitaba el valle de mis huesos,

huesos mudos en el pantano. Juguetitos.


 

Un xilófono con piel, tal vez,

torpemente tensada sobre él.

Sólo más tarde fue algo real.


 

Comparaba después mi talla con la de las estrellas de cine.

No daba la medida. Algo había

entre mis hombros. Nunca suficiente.


 

Claro, había una pradera,

pero ningún joven que cantara la verdad.

Nada que revelara la verdad.


 

Ignorante de hombres yacía con mis hermanas

y resurgiendo de las cenizas gritaba

mi sexo será transfigurado.


 

Ahora soy tu madre, tu hija,

tu cosa nuevecita —un caracol, un nido.

Estoy viva cuando tus dedos viven.

Uso seda —cubierta para descubrir—

pues en seda es en lo que quiero que pienses.

Pero me estorba la tela. Es tan tiesa.


 

Así que, di lo que sea, pero escálame como alpinista

pues aquí está el ojo, la joya está aquí,

aquí está el goce que el pezón aprende.


 

No tengo equilibrio —pero no es la nieve la que me

 enloquece.

Estoy loca como las jóvenes lo están,

con una ofrenda, una ofrenda…


 

Y me quemo como se quema el dinero.

 


 

* * *


 


 

ONCE DE DICIEMBRE


 

Te pienso en la cama,

tu lengua mitad chocolate, mitad océano,

en las casas adonde llegas,

en tu cabeza con pelo de alambre,

en tus manos persistentes y también

en las barreras que carcomíamos, pues somos dos.


 

Cómo entras y tomas mi copa de sangre

y me unes y te llevas mi salmuera.

Estamos desvestidos. Desnudos hasta los huesos

y nadamos uno tras otro y remontamos y remontamos

el río, el río idéntico llamado Mío

y entramos juntos. Nadie está solo.

 

 

Anne Sexton
Anne Sexton

______

Sexton, A., (1999), Love Poem, Boston, Massachusetts, EUA, Mariner Books


http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/252-109-anne-sexton?showall=1

https://verseando.com/blog/la-poetica-de-anne-sexton/

Fragmento de una entrevista. http://poesia.uc.edu.ve/anne-sexton/


 


 


 


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