Nueva York en un poeta

CALLES Y SUEÑOS

 

 

En la conferencia-recital sobre Poeta en Nueva York, Federico García

Lorca aclara lo siguiente:

"He dicho (un poeta en Nueva York) y he debido decir (Nueva

York en un poeta). Un poeta que soy yo" (García Lorca, 1997:163).

 

         Palabras encadenadas sobre multitudes que vomitan y orinan, espectáculos de desolación industrial y reflexiones en carne viva sobre el quién soy, salidas de la máquina y otras de la pluma del poeta.

Poeta en Nueva York, escrito por Federico García Lorca entre 1929 y 1930 durante una estancia de casi nueve meses en Nueva York. Surge como una revelación ante una represiva España, como un enfrentamiento a una crisis de identidad, lo que le lleva al poeta buscar referentes en los otros. La Gran Manzana es una mina: el trato a los negros y otras minorías étnicas, así como las injusticias de la sociedad de consumo propiciada por el capitalismo cimientan sus convicciones. Las fiestas privadas, los locales gays, los nuevos amantes, los dramas de la vida en una urbe volcada al triunfo o a la derrota le afectan hondamente.

Federico García Lorca
Federico García Lorca

 

La primera edición de The poet in New York and other poems se publica el 24 de mayo de 1940, por la editorial W.W. Norton Company de Nueva York, es una versión bilingüe traducida por Rolfe Humphries.

 

Te compartimos cuatro poemas de García Lorca que forman parte el episodio: Calles y sueños.

 

 

ASESINATO
 

(Dos voces de madrugada en Riverside Drive)

 

¿Cómo fue?

Una grieta en la mejilla.

¡Eso es todo!

Una uña que aprieta el tallo.

Un alfiler que bucea

hasta encontrar las raicillas del grito.

Y el mar deja de moverse.

¿Cómo, cómo fue?

Así

¡Déjame! ¿De esa manera?

Sí.

El corazón salió solo.

¡Ay, ay de mí!

 

 

* * * * * * *

 

CIUDAD SIN SUEÑO (Nocturno de Brooklyn Bridge)

 

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.

No duerme nadie.

Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.

Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan

y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas

al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

 

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.

No duerme nadie.

Hay un muerto en el cementerio más lejano

que se queja tres años

porque tiene un paisaje seco en la rodilla;

y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto

que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

 

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!

Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda

o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.

Pero no hay olvido, ni sueño:

carne viva. Los besos atan las bocas

en una maraña de venas recientes

y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso

y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.
 

Un día

los caballos vivirán en las tabernas

y las hormigas furiosas

atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

 

Otro día

veremos la resurrección de las mariposas disecadas

y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos

veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.

¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!

A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,

a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente

o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,

hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,

donde espera la dentadura del oso,

donde espera la mano momificada del niño

y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

 

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.

No duerme nadie.

Pero si alguien cierra los ojos,

¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!

Haya un panorama de ojos abiertos

y amargas llagas encendidas.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.

Ya lo he dicho.

No duerme nadie.

Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,

abrid los escotillones para que vea bajo la luna

las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

 

 

* * * * * * *

 

 

PANORAMA CIEGO EN NUEVA YORK

 

Si no son los pájaros

cubiertos de ceniza,

si no son los gemidos que golpean las ventanas de la boda,

serán las delicadas criaturas del aire

que manan la sangre nueva por la oscuridad inextinguible.

Pero no, no son los pájaros,

porque los pájaros están a punto de ser bueyes;

pueden ser rocas blancas con la ayuda de la luna

y son siempre muchachos heridos

antes de que los jueces levanten la tela.

Todos comprenden el dolor que se relaciona con la muerte,

pero el verdadero dolor no está presente en el espíritu.

No está en el aire ni en nuestra vida,

ni en estas terrazas llenas de humo.

El verdadero dolor que mantiene despiertas las cosas

es una pequeña quemadura infinita

en los ojos inocentes de los otros sistemas.

 

Un traje abandonado pesa tanto en los hombros

que muchas veces el cielo los agrupa en ásperas manadas.

Y las que mueren de parto saben en la última hora

que todo rumor será piedra y toda huella latido.

Nosotros ignoramos que el pensamiento tiene arrabales

donde el filósofo es devorado por los chinos y las orugas.

Y algunos niños idiotas han encontrado por las cocinas

pequeñas golondrinas con muletas

que sabían pronunciar la palabra amor.

 

No, no son los pájaros.

No es un pájaro el que expresa la turbia fiebre de laguna,

ni el ansia de asesinato que nos oprime cada momento,

ni el metálico rumor de suicidio que nos anima cada madrugada,

Es una cápsula de aire donde nos duele todo el mundo,

es un pequeño espacio vivo al loco unisón de la luz,

es una escala indefinible donde las nubes y rosas olvidan

el griterío chino que bulle por el desembarcadero de la sangre.

Yo muchas veces me he perdido

para buscar la quemadura que mantiene despiertas las cosas

y sólo he encontrado marineros echados sobre las barandillas

y pequeñas criaturas del cielo enterradas bajo la nieve.

Pero el verdadero dolor estaba en otras plazas

donde los peces cristalizados agonizaban dentro de los troncos;

plazas del cielo extraño para las antiguas estatuas ilesas

y para la tierna intimidad de los volcanes.

 

No hay dolor en la voz. Sólo existen los dientes,

pero dientes que callarán aislados por el raso negro.

No hay dolor en la voz. Aquí sólo existe la Tierra.

La Tierra con sus puertas de siempre

que llevan al rubor de los frutos.

 

 

* * * * * * *


 

LA AURORA
 

La aurora de Nueva York tiene

cuatro columnas de cieno

y un huracán de negras palomas

que chapotean en las aguas podridas.

 

La aurora de Nueva York gime

por las inmensas escaleras

buscando entre las aristas

nardos de angustia dibujada.


La aurora llega y nadie la recibe en su boca

porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

A veces las monedas en enjambres furiosos

taladran y devoran abandonados niños.

 

Los primeros que salen comprenden con sus huesos

que no habrá paraísos ni amores deshojados;

saben que van al cieno de números y leyes,

a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.


La luz es sepultada por cadenas y ruidos

en impúdico reto de ciencia sin raíces.

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

como recién salidas de un naufragio de sangre.


 

Libro Poeta en Nueva York


 

En el siguiente enlace te compartimos la conferencia - recital Un poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, publicado en el portal, Círculo de Poesía:

https://circulodepoesia.com/2016/08/federico-garcia-lorca-poeta-en-nueva-york-conferencia/ 




____________

https://federicogarcialorca.net/index.htm

https://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20150524/54431304126/federico-garcia-lorca-poeta-en-nueva-york-espana-poesia-generacion-del-27-vanguardismo-gay.html 

https://elpais.com/elpais/2018/08/06/eps/1533555461_159632.html


 

 

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