Reseña: La noche de los lagartos

Un viaje por las profundidades del alma
Reseña de la novela "La noche de los lagartos" 

 

A la memoria del Dr. Rafael Aréstegui Ruiz

 

 

La noche de los lagartos”, es la novela de Octavio Augusto Navarrete Gorjón, que a finales del año pasado se convirtió en un verdadero acontecimiento editorial. Su autor tiene gran prestigio como ensayista riguroso, varios de sus trabajos motivaron polémicas, documentadas y de buen nivel en la inteligencia y clase política local. Octavio nos sorprende ahora con un trabajo literario de exquisita manufactura, una novela de no ficción que abarca un siglo de historia regional guerrerense, de escritura ágil y amena, narrada en primera persona.

En un primer momento de la novela, la historia de la familia del autor, en el centro de Coyuca de Benítez y el hilo conductor Don Franco Navarrete, padre del autor, Abogado de oficio, con un gran anecdotario que es relatado, sustentando la tradición oral de este pueblo costeño.

La novela, registra el lenguaje popular, sus modismos y regionalismos, usos y costumbres, su cosmovisión, un sin fin de historia engarzadas, donde Coyuca de Benítez es para Octavio Augusto Navarrete Gorjón, lo que para García Marquez es Macondo, o para Juan Rulfo, Comala; el autor sin caer en el costumbrismo de escribir para el terruño, Navarrete Gorjón escribe una obra universal que trasciende fronteras espacios temporales.

El tema central de la novela es la represión de los años 70’s del siglo pasado, conocida como “guerra sucia”, aquella guerra secreta que nos habla del terrorismo de estado. En el documento se encuentra la lista completa de personas que fueron desaparecidas por un gobierno represor, representado por Rubén Figueroa Figueroa y por el entonces Mayor del Ejército Mexicano, Mario Arturo Acosta Chaparro Escápite. Aunque está dominado por el tema guerrerense, en esta obra se analiza acusiosamente el levantamiento guerrillero y la represión urbana; es decir, la novela relata la desaparición forzada en el campo guerrerense, básicamente contra militantes del Partido de los Pobres (PDLP) y su brigada campesina de ajusticiamiento y las desapariciones forzadas en las ciudades contra militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y las Fuerzas Armadas para la Liberación (FAL).

La desaparición forzada no es lo único que tiene la novela, es también un gran trabajo histórico sobre la clase política mexicana y guerrerense. Por sus páginas desfilan no solo las palabras de Lucio Cabañas, de Genaro Vázquez y de Rubén Figueroa Figueroa, paralelamente se escucha la voz de Luis Echeverría, de Moya Palencia, de José López Portillo y de todos los políticos que tuvieron que ver con el escabroso tema.

La obra construida y narrada desde diferentes ángulos como una tragedia griega. La génesis de la guerrilla urbana y rural aparece con una gran claridad, con afirmaciones contundentes que develan secretos por mucho tiempo ocultos; por ejemplo, que desde su fundación, la Liga Comunista 23 de Septiembre, fue penetrada por los servicios oficiales de inteligencia, a los que informaba pormenorizadamente el Mayor Retirado Lorenzo Cárdenas Barajas, a quien la Liga contrató como instructor militar. También se devela el seguimiento pormenorizado que tuvo el Profesor Lucio Cabañas desde sus tiempos de militante rural y de maestro normalista.

El gobierno sabía que iba a levantarse en armas y en vez de abortar su movimiento, lo que hizo fue pavimentarle el camino con la Masacre de Atoyac de 1967.

En sus 526 páginas de La noche de los Lagartos, se encuentran implícitas las situaciones críticas y crueles de este período obscuro de la represión del estado contra la disidencia armada llamada “guerra sucia” y sus métodos de guerra de baja intensidad y de alta frecuencia, de tierra arrasada y de control de la población, de manufactura norteamericana probados en las guerras de Corea, Indochina y Vietnam, utilizando la guerra psicológica, el cerco de hambre en contra de los pueblos, el desalojo de comunidades y los bombardeos, además, los vuelos de la muerte.

Al leer la novela, entramos al mundo de los archivos militares y políticos que pocas veces han sido tocados por los investigadores. La obra de Octavio Augusto Navarrete Gorjón (Coyuca de Benítez, 1954), está documentada y por ella nos damos cuenta de la magnitud del drama que padecieron los guerrerenses de la costa y de la sierra hace casi medio siglo. Informes y radiogramas militares, de gobernación, y sobre todo de la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad “DFS”, nos develan una realidad hasta ahora oculta para el ciudadano común.

Bien dice el periodista Julio Zenón Flores Salgado, en su muro de Facebook, “a pesar de lo fuerte de la narración el lector no abomina por la tragedia ni abandona la lectura”, conducido de la mano de uno de los escritores más leídos en el Estado de Guerrero, nos adentramos a un mundo que debería ser terrorífico pero que la agudeza de Navarrete Gorjón convierte en un fresco rural de Guerrero y el México de hace medio siglo. Por momentos, la prosa exquisita del autor, nos hace olvidar que estamos leyendo una novela histórica de no ficción, con un soporte documental que no ha tenido novela alguna.

Una obra tan fuerte debería tener un comienzo suave para poder enganchar al lector. Con su vasta experiencia Navarrete Gorjón lo consigue en las primeras páginas, relatando de un pequeño que fue tragado por los lagartos en la Laguna de Pie de la Cuesta hace más de un siglo. El autor, hace uso del realismo mágico con una habilidad magistral, relata también, su infancia, su historia de familia, una bien construida semblanza autobiográfica, relatando la historia familiar en primera persona.

Con ese recurso, tan propia de la novelística norteamericana (Truman Capote en “A Sangre Fría” y Jhon Dos Passos en “Manhattan Transfers”). El escrito atrapa al lector y no lo suelta, a lo largo de un relato muy intenso. Una historia de amor “A media inventada, según el autor”, es el hilo conductor de una trama que va en ascenso y termina cuando un joven dispara en la cabeza al General Brigadier Mario Arturo Acosta Chaparro Escápite.

La novela aporta una visión nueva del Ejército Mexicano y los servicios de inteligencia del antiguo régimen. El Ejército aparece por primera vez no como un ente monolítico, sino como una institución atravesada por contradicciones y por historias divergentes. En la investigación sobre los ascensos de Acosta Chaparro, Navarrete Gorjón nos revela una lucha al interior de las fuerzas armadas, de la cual ningún mexicano se dio cuenta. Al final de sus días, el Brigadier (formado como Fusilero Paracaidista, con servicios como Guardia Presidencial, Policía Militar, egresado como Boina Verde, de Fort Bragg Carolina del Norte y autor, Movimientos Subversivos en México), era ya un apestado en el ejército terrestre y había decidido probar fortuna en la Armada de México, dos balas disparadas por un joven sicario impidieron ese tránsito.

El autor encuentra un hilo conductor en el tema de las desapariciones políticas y demuestra que el método practicado hoy en las bandas criminales tuvo su escuela en las desapariciones de hace cincuenta años. Acosta Chaparro desapareció a disidentes y él mismo inició el método cuando estuvo al servicio de Amado Carrillo Fuentes , “El Señor de los Cielos”. Las narcofosas de Ciudad Juárez tienen su sello distintivo y preludian lo que será después el método que sufren miles de familias mexicanas en la actualidad, que tienen familiares desaparecidos.

La noche de los lagartos”, es también un relato mágico, un espacio donde se cruza lo real con lo sobrenatural, con duendes y lagartos que hablan. Una historia de desaparecidos debía tener ese contrapeso de apariciones, en un juego de luz y sombra donde brilla intensamente uno de los más grandes prosistas guerrerenses de todos los tiempos, el coyuquense, Octavio Augusto Navarrete Gorjón, quien en su escritura de fondo y tras bambalinas tiene música y poesía.

Lectura imprescindible que cada día se comenta en los círculos sociales, académicos y políticos de Guerrero, la novela de Octavio Navarrete está llamada a ser no solo un parteaguas en la literatura de la guerra sucia, como lo dice acertadamente Enrique Caballero en Las Solapas, sino un atisbo a una nueva novelística guerrerense y mexicana; es con mucho, una de las más grandes Novelas del Siglo XXI Mexicano.

Una investigación exhaustiva de la desaparición forzada, se convierte en un relato más allá de la guerrilla, testimonio de un ciclo de historia regional sobre el ritmo y las motivaciones profundas de los bandos enfrentados”.

Mirada inquietante sobre archivos político-militares, aderezada con historia de amor y desamor en un campo de batalla. La disposición de dos ejércitos dispuestos a todo y sus desenlaces históricos presentados con la visión de un ajedrecista.

El tema de la guerrilla en México de los años 70’s del siglo pasado en la literatura, tiene sus antecedentes en las novelas épico revolucionarias de principio del Siglo XX, narrativas que tienen como tema la Revolución Mexicana y la post revolución, los movimientos armados son el origen de historias contadas como La noche de los lagartos, llenando voces e historias, después de que la temática de la guerrilla y la guerra sucia fueron víctimas de la estigmatización y la censura.

La novela de Navarrete Gorjón, recupera información clasificada, realiza entrevistas a sobrevivientes y ex combatientes de guerrilleros para reconstruir una historia jamás contada, sobre la guerra sucia del Estado Mexicano, soportada por una investigación documental y testimonial con alto valor histórico que realiza una cronología de la barbarie con una magnífica construcción literaria y testimonial.

El lenguaje utilizado en la novela, es el lenguaje particular de una época, en el caso de los hombres del poder, los mismos operadores de la barbarie, de los combatientes rebeldes, particularmente campesinos y universitarios, recreando una realidad histórica, en una producción y reproducción de un mundo social a partir de la construcción de un lenguaje vivo, rescatando para la posteridad una realidad omitida históricamente y de una generación rebelde que quiso tomar el cielo por asalto.

Navarrete Gorjón alimenta la escritura de una novela histórica que da significado a la memoria colectiva, un saber frente a la historia oficial y dominante, llamada también “Historia de Bronce”, en esta época trágica cargada de olvidos.

La noche de los lagartos es memoria viva, es historia de la barbarie que visibiliza a las víctimas, que da nombre a cada uno de los desaparecidos, que emerge del testimonio y de documentos oficiales, el horror que es contado medio siglo después y que se está conociendo hoy en toda su dimensión.

Como sucede con las rebeliones, las guerrillas y la represión, llevados a la literatura en un primer momento los sobrevivientes escriben su testimonio y una posterior generación lleva esta temática a la literatura particularmente en Guerrero y en México están presente los poemas de Jesús Bartolo Bello López, quien construye una épica sobre su familia y la ausencia de su padre, don Ausencio Bello Ríos, desaparecido en la Sierra de Atoyac, quien escribe su obra magnífica, No es el viento que disfrazado viene, “ellos, los lluviosos, los sin nombre, los que se fueron, de los que se llevan” O Fritz Glockner, hijo del Dr. Napoleón Glockner, dirigente de las Fuerzas Armadas para Liberación Nacional, quien escribe la novela “Veinte de cobre” y la investigación “Memoria roja”.

La universitaria guerrerense Andrea Radilla escribe, “el perfil biográfico de Rosendo Radilla Pacheco”, quien presenta la memoria de su padre, un hombre comprometido con su tiempo, su pueblo y el drama familiar de la desaparición forzada ó los trabajos del periodista Roberto Ramírez Bravo, con su novela “Las pausas concretas” ó los cuentos “El soldado” ó “El silencio” de Erick Camira.

Judith Solís Téllez, en su ensayo “La temática de la guerrilla”, en la literatura guerrerense publicada en la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, concluye: “Las banderas de la dignidad, que fueron enarboladas en las causas guerrilleras, que arriesgaron sus vidas por sus ideales, se rescatan a través de los imaginarios que se van construyendo en los textos literarios”.