De Murakami a Gadamer: un viaje a través de Filos

De Murakami a Gadamer: un viaje a través de Filos

Hace unos meses, vi en Facebook que, en Demina Laboratorio de Artes, proyectarían la película “Drive my car”, supe que fue una sugerencia del artista plástico Luis Vargas Santa Cruz. Sin embargo, me encontraba fuera del puerto y no podría asistir a la proyección en la azotea de Demina. Al ver el cartel, recurrí a Google y descubrí que la película había sido premiada en el Festival de Cannes y en los Premios Oscar. Fue un alivio saber que estaba disponible en MUBI. Además, me enteré de que estaba basada en un relato corto del escritor japonés Haruki Murakami, incluido en su libro “Hombres sin mujeres”.

La publicación en Facebook me llevó a interesarme en la película, lo que a su vez me llevó a leer el cuento. Tras leer el texto, decidí ver la película en casa. En ella, el actor principal, Kafuku, es un director de teatro que recita diálogos de la obra “Tío Vania” del escritor ruso Antón Chéjov mientras maneja. Al terminar la película, busqué el libro de Chéjov en mi estudio y comencé a leerlo. A mitad de la lectura, me pregunté si alguna vez se había montado en escena en Acapulco. Resulta que sí, el director teatral acapulqueño Solón Vargas Barrera la montó con una compañía cuyo nombre no recuerdo. Tuve que llevarme el libro al trabajo y aprovechaba unos minutos antes del horario para seguir leyendo. Estando el libro en el escritorio, la actriz y directora de teatro Alet Rojas preguntó quién lo leía.

Podría haber cortado esta cadena de eventos en ese momento, pero no del todo, ya que Alet Rojas montaba la obra “Filos” de Pilo Galindo. Ella es integrante del Grupo Teatral Matrioska, cuyo miembro Leonardo Cuesta es uno de los actores de la obra. Unos días antes de ir a ver la obra, lo encontré en el Bar BCN, donde comentó algunos detalles sin revelar demasiado, para mantener el asombro del público. Sin embargo, este hermetismo no ayudó a la promoción en la radio, ya que casi Leo estuvo en todos los programas de RTG.

Llovía cuando llegué al Centro Cultural Domingo Soler. Me senté en una silla Acapulco, esperando que nos dieran acceso a la sala para ver “Filos”.

Filos escena
Lenin y Benito
Paréntesis sobre la obra:

“Filos” es una obra sobre dos amigos que, a pesar de las circunstancias, siempre están ahí el uno para el otro. Lenin vive solo y es visitado por su gran amigo Benito. Las vicisitudes comienzan cuando el primero se queda sin empleo, añadiendo tensión dramática a la obra. Benito llega al departamento de Lenin justo cuando este practicaba su suicidio, aquí aparece el primer filo, al filo de la muerte. Lenin, emprendedor a pesar de todo, decide hacer piñatas para vivir y pagar la renta a la señora Pecas, quien no perdona ninguna renta. Benito anuncia que se casará con una chica a quien aún no le ha confesado su intención, lo que Lenin no cree hasta que ella, Irene, se presenta. Lenin sufre una sacudida emocional por la presencia de ella, bajo la mirada cautelosa y cariñosa de Benito, lo que representa otro filo, el de la amistad. Lenin es tocado por el deseo, que lo puede llevar a hacer cualquier cosa, como bailar a un buen compás. Todo esto sucede en dos planos al mismo tiempo, similar a la película “El club de la pelea”, donde las acciones ponen al público a usar su pensar para entender los dos planos y cuándo se revelan cada uno de ellos. Ahí es donde se aprecia el trabajo sesudo de la directora, Alet Rojas, para que ese entretejido se sienta de forma sutil.

Lenin en Filos
Lenin

Es importante destacar la fuerza histriónica que Leonardo Cuesta le da a su personaje, Lenin, cargando la tensión constante. Las actuaciones de Pecas (Ada Mendiola), Benito (Alberto Vázquez) e Irene (Paola Gudiño) proporcionan un contrapeso a la tensión, similar a la música, con compases que van desde el adagietto hasta el vivacissimo. Lenin es el indicador del cambio del compás. Aquí es donde una reseña puede quedarse corta, ya que esas sensaciones son vivenciales. Es una obra que no se lee, se va al teatro y punto. Incluso pueden surgir curiosidades, como cuando unos minutos antes del final se fue la energía eléctrica y los presentes iluminaron la sala con las lámparas de sus teléfonos celulares.

Irene y Lenin
Irene y Lenin
Cierro el paréntesis de la obra.

Lo primero que noté en el escenario, además del trabajo silencioso de la primera actriz Malena Steiner, fueron las piernas y el calzado del actor, lo que me hizo pensar en el reto que enfrentaba este actor de 40 años. Un cambio repentino, sutil pero rápido,en su caminar me incomodó mentalmente. Aunque he leído realismo mágico y sucio, y conozco la ficción literaria, también existe el concepto de verosimilitud en la literatura. Ese pensamiento frenó mi interpretación hermenéutica de la obra “Filos”.

Pero la obra continuó su curso con su narrativa escénica y su propio discurso, entrelazándose con mi percepción. En ese diálogo entre la obra y yo, se desarrollaba una descripción viva y detallada que capturaba la esencia de la escena (la écfrasis, pues). La obra se defendió sola, sin necesidad de conceptualizarla, simplemente dialogaba conmigo.

Mientras la obra se deslizaba en dos planos con música de cha cha cha, yo también trabajaba en dos planos (había un tercero, hacer fotografía) mientras seguía la historia. En algún punto, llevé el nombre de la obra, “Filos”, a los conceptos planteados por Platón en “El Banquete” sobre el amor. Hay un momento en que Lenin expresa lo que pasa en su mente, y yo quise encajar la tesis de que el amor no solo busca la belleza física, sino que aspira a la belleza espiritual y moral, como se plantea en “El Banquete”.

Benito ejemplifica la amistad perfecta, según Aristóteles, renunciando a algo para cederlo a su amigo. Aunque no sucedió exactamente como lo escribo, eso fue lo que conecté en ese momento: la renuncia transparente para dar algo a un amigo. Benito da y puede renunciar a cosas y personas por su amigo Lenin, mientras que Lenin plantea una amistad imperfecta, donde la relación con el otro es porque hay algo a cambio.

Salí del Domingo Soler con la lluvia cayendo sobre mí, bajando a la parada del camión. Necesitaba conversar con alguien sobre lo que traía en mente. Intenté recordar el concepto de écfrasis, pero no lo logré. Le mandé un mensaje a Roxana Cortés, poeta y filósofa, con unos audios tropezados sobre lo que pasaba en mi mente tras ver la obra. Ella me recomendó leer a Gadamer. De obediente, busqué en Amazon, pero no me alcanzaba el dinero, así que encontré un PDF en la red y empecé a leer “Arte y verdad de la palabra” de Hans-Georg Gadamer. Me quedo con esto por ahora: “Propone que la obra de arte cobra vida y significado en el acto de ser percibida e interpretada por el público. La obra de arte no es solo un objeto estático, sino un proceso en el cual los elementos de la obra se entrelazan con las percepciones, emociones y contextos culturales del espectador”.

Después de leer este PDF, volveré a leer Tío Vania y brincaré a “Drive my car” (película y libro, en ese orden) e ir a ver otra vez “Filos”. Como me dijo Leonardo Cuesta: si quieres venir otra vez, ven. Óscar Ricardo (El tío Vania tropical) ya vino dos veces.

Si quieren ir a ver “Filos”, se presenta los viernes y sábados de julio a las 19 h en el Centro Cultural Acapulco. El boleto cuesta $120.00.