Evangelización en Guerrero

EVANGELIZACIÓN EN GUERRERO

 

En la Sala del Dominio Español del Museo Regional de Guerrero hay una sección dedicada al tema de la evangelización. En ésta se informa que la primera orden religiosa que incursionó en algunos lugares del actual territorio guerrerense, en el siglo XVI, fue la de los franciscanos, que llegó a las Indias en 1524.

Casi una década después arribaron los agustinos y la Real Audiencia les indicó su primera vía evangelizadora en las provincias de Chilapa y Tlapa, en donde permanecieron desde 1533 hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Poco después, a esta orden se le concedió una nueva autorización para predicar en la Tierra Caliente, en donde sólo estuvo 30 años, desde 1537 hasta 1567.

La labor evangelizadora de los agustinos fue diferente en las dos regiones asignadas: en la Montaña consistió en luchar contra la idolatría, en la reducción de indígenas y en la edificación de conventos. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVI, su dominio se redujo y hubo partes que se entregaron al clero secular hasta que, en la segunda mitad del siglo XVIII, se alejaron de esa región.

En la Tierra Caliente y Costa Grande, los agustinos fundaron hospitales bajo los lineamientos de Vasco de Quiroga, que los concibió como la planeación de un tipo de vida para los indígenas. Propuso que se utilizaran las tierras baldías para convertirlas en fuente de riqueza de las nuevas poblaciones habitadas por muchachos indios que los frailes criaban y casaban con muchachas también educadas cristianamente.

En ellas se albergaba, también, a los huérfanos y a los centenares de indígenas cuya única salvación estaba en reducirlos a orden y arte de pueblos. Al morir fray Juan Bautista Moya, en 1567, debido a la imposibilidad de que los frailes agustinos quebrantaran la disposición de usar hábito y capilla dentro y fuera de sus celdas, lo que hacía el clima de esa región insoportable, estos lugares pasaron a ser administrados por el clero secular del obispado de Michoacán.

 

María Teresa Pavía Miller, Centro INAH Guerrero.