Flores Rojas
38 representaciones
La compañía teatral De la Mancha A.C., en su casa, en el Foro que lleva su nombre, presentó la 38 escenificación de "Flores Rojas", obra escrita y dirigida por José Uriel García Solís. Esta presentación se realizó el pasado 28 de agosto en la ciudad de Chilpancingo, Guerrero.
Obra que ha sido presentada en varios lugares del Estado de Guerrero, pero no los suficientes, además ha tenido presentaciones en espacios del interior del país. Tuve la oportunidad de verla en Acapulco de la cual escribí una nota de esa presentación (aquí la nota) en esta ocasión me acomodé más de espectador que de función de reportero.
No escapé de algunos nudos en la garganta, en ciertas escenas y diálogos en la obra, adelanto, que al término de la obra todos los actores, con sonrisa en los rostros agradecieron al público, fue un asombro para mí, ver cómo ellos y ellas salían de sus personajes, para saborear los aplausos por su buena actuación, sé que lo saben, por la respuesta del público y las reseñas culturales que se ha construido en torno a Flores Rojas, desde mi subjetiva me sumo, la obra les exige histrionismo, tener varias voces, imaginar escenarios, ser parte de la escenografía de sus compañeros.
Flores Rojas la podemos dividir en dos partes para platicar de ella, por un lado, el tema, nada ajeno a nuestra realidad de nuestra niñez en la Montaña Alta y la Sierra de Guerrero, pero no solo es una obra que pretende una denuncia social y claro que lo hace y lo hace bien, pero no solo se centra en la infancia, sino también la estructura económica que se da en la zona que sostiene los sembradíos ilegales, y de cómo el narco va imponiéndose no solo con el pago, sino el de su política de terror y muerte, en la obra poco a poco se siente que avecina una tragedia, pero se entrecruzan escenas de cierta comedia, humor llano y humor negro, que dan respiro al público, para que pueda ver que en la niñez pese a muchas cosas, la imaginación y lo lúdico está presente. Una obra que hace que el público haga ejercicio de la reflexión.
Por otra parte, la obra, con una precisión de escenografía, nos lleva a los espacios de los sembradíos de amapola en la geografía alta de Guerrero, se nota el oficio de dirección y se deja ver la creatividad del director, José Uriel, lo preciso en esos diálogos con miradas a otros ángulos y que el espectador o espectadora debe, más bien lo hace de forma natural, conectar esas miradas en su imaginario, lo cual hace que uno esté ahí en medio de la escena. Con un solo efecto especial, como si fuera cine, la bomba de humo suma, el lenguaje de las luces es tal, que hace que la obra sea un objeto fotográfico continúo. La musicalización es en vivo, ahí Santiago y Irving (padre e hijo) generan un ambiente campirano, y en su momento un acompañamiento por un sendero en la emoción de las y los personajes.
La nostalgia por la ausencia de una madre, la muerte, el amor, la lealtad, el deseo, temas que se presentan en la obra, pero no como una suma, sino como el entramado natural que se da un pedazo de realidad, un pedazo nuestro.
Flores Rojas, la recomiendo y la volvería a ver sin pretexto, y desde este texto mando un saludo a los amigos y amigas De la Mancha A. C. y deseándoles siempre mucha mierda.