Ícaro | Mal de Altura | Presente Futuro

Ícaro | Mal de altura

Presente Futuro

El arte es magia liberada

de la mentira de ser verdad

Theodor Adorno

 

En la exposición “Lienzos de inspiración femenina” que se realizó en la sala de usos múltiples del Museo Fuerte de San Diego, a vísperas de la contingencia de la pandemia de coronavirus, pude encontrar amigos y amigas, que se dieron cita a la convocatoria, por mi parte fui invitado por Ana Barreto y Malena Steiner. Se dio un juego de dos relaciones, la primera: la humana. En la que tienes que dar un tiempo de ti para cruzar palabras con los conocidos: saludos, cruce de información de las vidas propias e intercambio de opiniones sobre las obras expuestas. La otra es la relación que se va gestando con las obras expuestas, en unas pones el énfasis a observar, en otras calificas a tu criterio estético y otra donde se presenta una relación, al inicio de vacuidad, como un hoyo negro (aquí de colores) para después intentar dar respuesta a lo vivido o a lo que movió dentro de uno.

Lienzos de inspiración femenina es una exposición plástica de diferentes estilos, ideas y temas. Quizá el título fue el vaso comunicante, pero en sí no la había del todo, de ahí el reto de la curaduría ante la diversificación de temas, de estilos y de técnicas. Con los tropezones de saludar a las amistades, aún de saludo de mano y beso, recorrí la sala, y como escribí arriba, en algunos cuadros me detuve más que otros; ya algunas obras conocidas, incluso desde lejos sabías quien era la autora.

Llegué a las obras de Desirée Jiménez y Karla Villarespe: absorto. Del latín absorptus: pasmado, admirado, contemplación, etc. Entre al vacío. Me refiero a las obras titulada: Ícaro y Mal de altura. La primera de Villarespe, un shot de colores a su estilo, me falta la sapiensa del manejo de las técnicas en las pinturas, pero el tema es narrativa, ahí se abraza con la literatura, qué dice el cuadro, qué quiere decirnos Karla, si es que quiere decirnos algo, puede ser un tema íntimo y solo nos deja ver lo aparente. Primera incógnita a resolver, el título, Ícaro. Él quizá ya después de la caída, sin alas mirando con frustración al astro rey, la flama roja como sangre  en transfusión. El aparente código de barra, sistema para inventariar objetos e insertar precios, un sello de comercio, hay una generación que dejó luchar por utopías para ser código de barra, estar en un inventario.

Pasar a la siguiente obra me costó trabajo para descansar de Ícaro; Mal de altura fue una parálisis, se silenció el salón. Un sujeto en uso de la vacuidad, flechado en el pecho. Un paisaje con profundidad, con un punto de fuga en el cual uno no es ajeno, estás ahí. Mal de altura, título sugestivo, pero a la vez hermético; aquí uno tiene el lujo de la elucubración, quizá su viaje a Perú le hace tener un guiño en el cuadro con ese país. Para descifrar, quizá uno debe recurrir a los arquetipos y no conceptualizar... nada.

Decidí ir a la mesa de bocadillos a base de alcachofa y de berenjena, exquisitos, claro el vino tinto y blanco a disposición de los invitados. Charla cortas con amigos y amigas, revisando el celular, ya zafado de las impresiones, decidí regresar a ver ambos cuadros, pero ya frío, más esquemático, regrese a ellos. Recordé que en la anterior colectiva Creaciones Reflejos de un Guerrero actual"  ellas compartieron pared, dos cuadros uno a uno: "Home" de Villarespe y "Costeliner" de Desirée. Karla Villarespe jugó con el marco y ahora lo hizo Desirée Jiménez. Regresé a los canapés, pensando en el presente de las pintoras y vislumbrando su futuro en el ejercicio de la plástica: presente-futuro.

Llegó la tercera ronda de visita, rumbo a los cuadros me encontré con Annia Barraza, también pintora de la nueva ola de Acapulco. Coincidencia, ambos íbamos para allá. Coincidencia: ese espacio en la sala era la parada obligada. Nuestra conversación fue sobre ambas obras. Supusimos que Desirée no se sufre en tema, emana natural.

 Bajé al bar del Puerto para cerrar el día. Desde la mesa taciturna, un mensaje de Messenger a Desirée: aún sigo evocando Mal de altura.