La Música como puente cultural: Kyazi Lugangira en el IV Festival Afrodescendencias
En el corazón de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, Kyazi Lugangira, músico originario de Tanzania, vivió una experiencia inolvidable durante su participación en el IV Festival Artístico Audiovisual Afrodescendencias, festival celebrado en junio de 2024. Desde su llegada a las comunidades de Cuajinicuilapa y El Quizá (Guerrero), y Lo de Soto (Oaxaca), Kyazi sintió una conexión inmediata con los locales. "Me sentí como en casa", afirma, describiendo cómo la hospitalidad de los pobladores le recordó a su propia aldea, Bushagara. Para él, la calidez y el trato familiar de las personas de estas tierras hicieron de su primer día una experiencia única.
La música fue el lazo más fuerte que unió a Kyazi con los artistas locales. "Todos hablábamos el mismo lenguaje del alma", reflexiona, explicando cómo la música trascendió las diferencias culturales y lingüísticas. Al tocar sus canciones para los músicos de Cuajinicuilapa y El Quizá, notó que no era necesario discutir sobre notas o partituras: todos simplemente se dejaban llevar por lo que sentían. Este intercambio improvisado le mostró el poder de la música para conectar culturas aparentemente distantes. "Nos dimos cuenta de que no somos tan diferentes", asegura Kyazi, reafirmando su creencia en la música como un medio para crear unidad.
Uno de los momentos más significativos para Kyazi fue la colaboración con músicos locales como el armoniquista Daniel Bueno y el guitarrista y compositor Mohamed Molina. Juntos improvisaron, creando música que reflejaba la conexión entre África y México. También destacó su colaboración con la joven armoniquista Angely Mariche, cuyo estilo, una mezcla de blues, jazz y raíces africanas y españolas, lo conmovió profundamente. "Fue un momento increíble compartir el escenario con ella", recuerda con entusiasmo.
El impacto de su participación no se limitó solo a los músicos. Durante el festival, Kyazi tuvo la oportunidad de interactuar con niños de una orquesta juvenil, un recuerdo que guardará para siempre. "Fue un gran placer colaborar con los niños; su talento y pasión me conmovieron", comenta. Para él, este tipo de experiencias demuestran el poder transformador de la música, especialmente en las generaciones más jóvenes.
Además, el festival ofreció otros momentos memorables, como la actuación de Claudia y Diana, quienes bailaron música afroperuana, y la participación de artistas visuales y cinematográficos, cuyas obras exploraron temas de identidad, resistencia y creatividad. "Los documentales y películas que vi fueron increíblemente conmovedores", afirma Kyazi, destacando especialmente una animación sobre la esclavitud y la herencia africana en México. "Es importante que el mundo conozca estas historias", añade.
Kyazi no solo se llevó consigo recuerdos inolvidables, sino también una misión: inspirar a los jóvenes músicos de estas comunidades. Su consejo es claro: "Practiquen su instrumento tanto como sea posible y crean en lo que están haciendo". Para él, la música es una puerta hacia el mundo, una herramienta que puede llevarlos a tener experiencias significativas a nivel internacional.
Con un profundo agradecimiento hacia los organizadores del festival y su equipo, Kyazi expresa su deseo de regresar a México con su banda en 2025. "Amo al pueblo de México y espero volver pronto", concluye. Para él, el IV Festival Afrodescendencias no solo fue una plataforma artística, sino un espacio donde se confirmó que, a través de la música, los sueños pueden hacerse realidad.