Los chicuarote
Los Chicuarotes se estrenó el jueves 28 de junio por varios cines nacionales, por suerte llego a los cines de Acapulco y con más de dos opciones de horario; eso raro en una película nacional, que a diferencia de las clásicas comedias románticas cargadas de estereotipos que caricaturizan la mexicanidad saturan las carteleras, ocupando varías salas para su exhibición.
En la taquilla, alrededor de las 3 de la tarde un turno antes de mí, estaba una señora, en su emoción por ver Los Chicuarotes comento que vería una película de “mi hombre guapo” refiriéndose a Gael García. Se dio una gran plática con la cajera hasta que la joven que la atendía se percató que estaba yo esperando comprar mi boleto.
Pues bueno, creo que eso respondería a la rareza de que una película hecha por un fondo independiente estuviera distribuida en tantas salas de carteleras a comparación del gran porcentaje de sus equivalentes que no; pues el popular cineasta Gael García representa un seguro comercial en el que se basa la publicidad de la película.
Como lo vemos con Los 3 amigos del cine (Cuarón, Iñarritu y del Toro) la imagen de los realizadores es el consentimiento comercial que permea la exhibición de la película. Generalmente el cine mexicano que se hace en el país, enfrenta una realidad muy distinta, pues aunque tenga el reconocimiento de festivales como el de Cannes, la Bernlinale o el Ariel, eso no garantiza que llegue a las salas de nuestro país.
Ya que compre mi boleto y entre a una sala semivacía, fui bombardeada por la ostentosa publicidad que se incluye dentro del costo de mi acceso a la película; posteriormente siguieron los trailers de otras películas de la misma categoría.
Como es temporada de la muestra de los Arieles, se expusieron algunos tráileres de las producción realizadas generalmente desde el esfuerzo independiente. Y como no podía faltar, otro remake simplón con ausencia de originalidad al 100% de otra comedia romántica mexicana.
Qué horror dije entre mí, y también lo dije en voz alta.
Ahora sí, hablando de Los Chicuarotes: El inicio es abrupto, sin detalle en la descripción de los protagonistas, muestra en la primera escena la hazaña del asalto, tal cual se ve en el tráiler de la película. Con el rostro pintado de payaso vemos al Cagalera acompañando de su leal amigo el Moloteco en un autobus, realizando una rutina de chistes en busca de ganarse algo para sus bolsillos; pero ante la indiferencia de la gente abordo, el Cagalera reacciona embravecido y toma por las fuerzas las pertenencias de esas personas que lo habían ignorado sin darle si quiera una moneda.
El relato de Los Chicuarotes vuelve a recordar el argumento de los Los olvidados de Buñuel, la perdida de la inocencia de los jóvenes de Canoa; pero es en la manera de contar la historia, en donde sales con una ligera sensación de que no te gusto la película.
Los escenarios son muy bien recreados, pero es en la saturación de temas, en donde la narrativa de la historia es bombardeada por anécdotas que no aportan en sí al desarrollo de la historia.
Desde el sentido justiciero que ya le conocemos a Gael nos retrata un escenario de crudas realidades, con la intención supongo, de hacernos reflexionar sobre una situación de varios jóvenes en México. Buena o mala película, el cine nacional nos muestra un poco de nuestra cultura, y aunque en ficción o en documental el cine nace de una realidad, y Los Chicuarotes visibiliza lo que no hay que callar.