La noche del domingo fue un momento de fiesta para el cine, se llevó a cabo la entrega de premios Oscar 2020, su edición número 92. Y como todos sabemos, Parásitos ganó el premio más grande de la noche, el que seguro deben estar contemplando cada 3 segundos para asegurarse que no es un sueño, que sigue ahí… A menos de que sigan de fiesta, bebiendo margaritas con Leonardo Di’Caprio.
En fin, mejor película. Una producción de Corea del sur le quita de las manos la presea a los grandes, a los dueños de la casa.
En estas alturas, el lector seguro conoce de qué va la película, ha escuchado sobre lo buena que es y ya cedió o cederá ante la curiosidad de verla, así que omitiremos hacer “la pequeña reseña”.
Vamos a hablar del momento histórico que vimos en familia y por la televisión, como en los viejos tiempos. Porque esa es la cuestión con esta ceremonia, pareciera que siempre ha sido lo mismo, los trajes pomposos, los disparos de flash imparables, ¡La alfombra roja!, la entrevista incómoda con unos traductores medios pobres y sin chiste. Todo un acontecimiento. La única noche en que todos sabemos de cine.
O eso parecía, la velada iba bien, los premios seguían las tendencias hasta la primera sorpresa del evento, Parásitos ganó el Oscar al mejor guion original. Ganar esa terna fue un triunfo enorme, se sabía que ganaría sin dudas en la terna de película extranjera, pero ¿guion original? La competencia incluía a producciones como la emotiva “Historia de un matrimonio”, “1917” y todo el peso de “Érase una vez...en Hollywood”, todos esos guiones se vieron superados por la creación de Bong Joon-ho. El director coreano se mostraba tan satisfecho como sorprendido, al igual que los espectadores.
Sin embargo, no paró ahí, una de las estatuillas más deseadas no quedó en manos de algún local. Ni Quentin Tarantino, ni Martin Scorsese o Sam Mendes, el premiado a Mejor director, resultó Bong Joon-ho. Visiblemente emocionado dedicó su premio a todos los directores que fueron nominados, recalcando su admiración por Martin Scorsese, y agradeciendo el apoyo a Tarantino. Entre aplausos y conmoción, se retiró del escenario con reconocimiento en las manos.
Para cerrar la noche, el acontecimiento del que todos hablan. Parásitos ganó el Oscar a la mejor película. Así, tal cual, entre todas la mejor. La Academia, ante la sorpresa de todas y todos, ha premiado con la máxima condecoración a una película que muestra una lucha de clases, profundiza en la desigualdad, que resulta incómoda porque es creíble, cotidiana y cruda, no hay forma de que deje indiferente. Sin mencionar las metáforas visuales que contiene, o el humor extraño que maneja. Una joya.
Entonces, si merecía ganar ante los ojos de todos, ¿por qué tanta conmoción? Porque, al no ser norteamericana, parecía estar automáticamente descalificada en esa terna. Este triunfo, en parte se debe a que, desde hace cinco años la Academia de Cine de Hollywood se ha propuesto diversificar el cuerpo de votantes, por lo cual, la voz de alrededor de 1 500 nuevos miembros no norteamericanos comienza a sentirse en la premiación.
Lamentablemente las cintas españolas no corrieron con la misma suerte, quedando sin premio Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar por mejor película internacional; Antonio Banderas por actor principal en ese mismo filme y Klaus, de Sergio Pablos, que estaba nominada a mejor película de animación, y que fue derrotada por Pixar.
Podrá sonar exagerado llamarlo “un momento histórico”, pero de cierta forma, lo es. Mínimamente, representa un avance. La decisión sobre la película ganadora marca el inicio a la apertura de otras realidades, el idioma ha dejado de ser una limitante, también la nacionalidad. Se debe destacar que, en esta premiación, las películas han dejado de ser extranjeras para ahora ser llamadas internacionales, así es como cambias una palabra de tu terna y esta se vuelve inclusiva y hasta esperanzadora, como la aparición del actor Zack Gottsagen, estrella de Peconut Butter Falcon, quién se ha vuelto el primer presentador con síndrome de Down de los premios Premios de la Academia. Y qué decir de la artista irlandesa, Eimear Noone, quién se convirtió en la primera mujer en dirigir la orquesta de la ceremonia.
Aunque también, se debe señalar la falta de nominaciones a hombres de color, situación por la que Chris Rock comentó “En los primeros Oscar en 1928 no había ningún nominado negro, y en 2020 tenemos uno. Gran progreso”. De igual forma, Dean Martin señaló la falta de presencia femenina en la terna a mejor director “Me parece que falta algo en la lista de nominados” dijo Martin, a lo que Rock contestó, “¿Vaginas?”. Durante la alfombra roja, Nataly portman había hecho lo propio de forma más sutil, bordando el nombre de las directoras sobre su vestuario para que su trabajo no quedara desapercibido.
En pantalla se podía ver a una gran parte del equipo de la cinta Parasites sobre el escenario, el discurso parecía haber acabado, pero la productora, Kwak Sin-ae, logró que les regresaran el audio para decir:
"No tengo palabras, nunca imaginamos que esto sucedería, estamos muy felices. Siento que este es un momento muy oportuno en la historia, estoy muy agradecida y expreso mi respeto a todos los miembros de la Academia por esta decisión"
Sin duda, después de esta noche se han abierto las puertas de par en par a los que sueñan formar parte algún día del máximo evento cinematográfico, el cual ha mandado un poderoso mensaje, ya hay lugar para todos. Ahora solo queda esperar a que lleguen temáticas nuevas, idiomas nuevos, caras nuevas y que el momento histórico se diluya en la normalidad.