Programa de Fertilizantes en Guerrero: costumbre o idiosincrasia
¿Cuáles son las alternativas ante la debacle del oro negro?
¿Hay otras formas de hacer agriculturas?
¿Qué papel juega la agroecología?
Origen del atolladero
El Programa de Apoyo a la Producción Primaria (PAPP), hoy conocido como Programa de Fertilizantes para el Bienestar, único en el estado de Guerrero por sus usos y manejos clientelares. Dado que, desde su puesta en marcha en 1994 por el gobierno de Rubén Figueroa Alcocer quien era fabricante del producto y se lo vendía a sí mismo como gobernante, ha sido subsidiado de manera demagógica y usado políticamente sustentado en el cacicazgo. En determinadas coyunturas ha sido utilizado como un programa enfocado a fertilizar el voto a favor del partido en el poder que, a favor de las familias pobres.
El PAPP y el Programa de Apoyos Directos al Campo (PROCAMPO) conforman el sistema de financiamiento rural más importante del sexenio figueroista, sobre el cual se sustenta en gran medida su política hacia el sector rural guerrerense, esta situación, con algunas variaciones, se mantiene durante los siguientes gobiernos estatales.[1]
En este sentido, no se debe menospreciar que las condiciones de vida de la población van de la mano del contexto sociopolítico que caracteriza al estado de Guerrero, mediante prácticas clientelares que gobernantes han desarrollado como mecanismos contaminantes de represión,[2] y claro está, para la obtención de votos en procesos electorales, orientando los recursos públicos a través de programas como el Ramo 33[3] u otros; y en consecuencia su padrón ha ido en aumento acelerado de 150 mil en 1994 a más de 310 mil campesinos, un cuarto de siglo después.
Sin embargo, el incremento del padrón de beneficiarios y el crecimiento de la superficie sembrada, no determinan la mejora de los rendimientos. Los campesinos siguen siendo pobres, de baja productividad técnica y económica, haciendo el sistema económicamente insostenible. Estos rendimientos van de 1.2 a 2.5 toneladas en criollos y 3.5 a 5.5 toneladas en híbridos, situación que genera mermas en la importación nacional de 18 millones de toneladas promedio por año, que se compran al vecino país del norte para satisfacer la necesidad del grano básico. Según datos oficiales, Guerrero ocupa el sexto lugar en producción de maíz a nivel nacional y durante el 2018-2020 registró una cosecha de un millón 335 mil 918 toneladas, con 90 por ciento de grano blanco y el resto amarillo o azul. Aunque las cifras son alentadoras a nivel estatal también se carece de autosuficiencia alimentaria como en el resto del país, dado que el propio maíz que se produce en las regiones de Guerrero, es acaparado y transformado en harina para ser repatriado a su lugar de origen con otra envoltura, etiqueta y precio.
Por lo tanto, el ser garante del programa de fertilizante no garantiza los altos rendimientos de la producción de maíz y otros alimentos; pues el paquete tecnológico[4] utilizado históricamente no es el adecuado para las condiciones accidentadas de los terrenos “lomeríos y pendientes pronunciadas”, pues no considera el uso de semillas criollas adaptadas a las condiciones locales, prevalece el menosprecio por la cultura campesina tradicional y la milpa, que solo busca aumentar el rendimiento del maíz y no potenciar la diversidad que sostiene la vida campesina. Este menosprecio se hace con la intención de cambiar y promover de modernización al campo,-secuelas de la Revolución Verde-[5] sin asesoría técnica o capacitación adecuada, de esta manera es muy difícil incrementar la producción, como se había propuesto, por eso en ningún momento dicho programa se planteó para fomentar la productividad, sino solo sumar adeptos políticos y fines electoreros.
Efectos colaterales del insumo químico
A nivel mundial el uso de fertilizantes químicos a partir de la fórmula simplificada NPK[6] ha incrementado enormemente la producción de alimentos en todo el mundo, permitiendo alimentar a miles de millones de personas con un incremento de la tierra arable con el correr de los años. No obstante, el coste social y ambiental de este logro ha sido abrumador. Más de la mitad de los productos utilizados terminan disueltos en las aguas del planeta, generando diversos tipos de contaminación.
En Guerrero, el inadecuado y excesivo uso de agroquímicos, por el arraigo cultural de dependencia ha generado que el agua, la tierra, el aire están contaminados y exista numerosas enfermedades; así como tensiones entre la población rural-urbana, por la desaparición de flora y fauna nativa.
Del total de la superficie nacional sufre algún tipo de degradación. En México, los principales tipos de degradación del suelo son: erosión hídrica (42 por ciento) y erosión eólica (15 por ciento). Guerrero es uno de los estados que destaca por tener el 79 por ciento de su territorio afectado por la erosión hídrica,[7] pues también presenta problemas de salinidad a causa de los fertilizantes sintéticos. El deterioro de los suelos también se debe a las malas prácticas de manejo agrícola: cambio de uso de suelo, quema de vegetación (eliminación de materia orgánica y microorganismos nativos), uso exagerado de monocultivos, paquetes tecnológicos industrializados, sistemas de riego inadecuados, sobrepastoreo e introducción de nuevas variedades de semillas híbridas “mejoradas”, entre otras, que caracterizan el modelo convencional dominante, que conduce al empobrecimiento de la tierra y a la demanda creciente de dependencia de agroquímicos.
Además de la erosión de los suelos, se ha relacionado con el cáncer gástrico, el bocio, las malformaciones de nacimiento, la hipertensión y el cáncer de testículo. El efecto tiene que ver con el consumo de agua contaminada por nitratos y fosfatos que son responsables de la contaminación ambiental y se han asociado a la proliferación de bacterias (cianobacterias),[8] que pueden producir toxinas que contaminan aguas subterráneas: eutrofización[9] y emisión de gases a la atmósfera, suelos ácidos, que conlleva a la infertilidad de los mismos y toxicidad que provocan daños a la salud humana y no humana.
Una transición necesaria
La escasez de los minerales con los que se fabrican los fertilizantes, especialmente el fósforo, se añade a la de una larga lista de recursos no renovables (desde el petróleo hasta el carbón o el uranio) que marcan un límite físico al mantenimiento de los actuales modelos de producción, consumo y formas de habitar. Una auténtica crisis civilizatoria que tiene su origen en la lógica capitalista que empuja al crecimiento continuo. Sin embargo, los problemas de escasez a los que tendrán que hacer frente la población rural y urbana, indiscutiblemente es la producción de alimentos. Bajo el modelo de agricultura industrial, ésta depende de enormes aportes externos de energía, pero también de otros insumos que se han vuelto igual de imprescindibles: los fertilizantes químicos.[10]
Actualmente revertir la degradación causada por agroquímicos en el campo mexicano es posible -estamos a tiempo-, dicen las voces del campo; y prueba de ello es que varias comunidades campesinas de diferentes rincones del país producen su propio abono orgánico para evitar el uso de fertilizantes sintéticos que dañan los recursos naturales locales.
Hoy las políticas públicas deben fortalecer la agrobiodiversidad, la conservación y la restauración de la fertilidad de los suelos que integra varios sistemas de cultivo, no solo maíz, uso promisorio análisis de suelo, elaboración de bioinsumos (sólidos y líquidos) es decir, un modelo consciente y sensible de las verdaderas necesidades: “desde abajo y con los de abajo”. Se necesitan programas integrales e interrelacionados (con mezcla de recursos federales, estatales y municipales) con enfoque participativo, más que un programa homogéneo y universal como el de "Fertilizantes". Más bien, direccionar recursos humanos y económicos hacia el mismo fin común, implementar un programa nacional o plan de agroecología en el que participen y se integren las diferentes estrategias agroecológicas que promueven la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y la Secretaría del Bienestar en conjunto con la de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), y no trabajen por separado como hasta el momento caminan sus componentes esperanzadores: Producción para el Bienestar y Sembrando Vida, la primera con destellos agroecológicos, a través de la Estrategia de Acompañamiento Técnico (EAT), pero aún promueve la entrega de fertilizantes sintéticos en diferentes estados del país; y la segunda, "trata de impulsar" una producción con bases agroecológicas para la eliminación gradual de fertilizantes químicos.
Sabemos que las sustancias químicas como el sulfato de amonio es aplicado por los campesinos de Guerrero como algo culturalmente aceptable, difícil de cambiar, que se traduce a una dependencia eterna por idiosincrasia. En consecuencia, más allá de la depuración del padrón de beneficiarios que ya se realizó hace un par años, y fue complejo e inútil, porque prevalece la corrupción entre unos y otros, desde dentro y fuera de las comunidades.
Así pues, su disminución será gradual y una de sus estrategias reducir el número de kilos aplicados[11] e ir incorporando abonos orgánicos mineralizados “tipo bocashi”, lombricomposta o compostas artesanales de fácil elaboración, y lo más peculiar, que se pueden realizar con recursos locales que se tengan a la mano en las regiones. De igual manera el uso de biofertilizantes, ácidos húmicos y fúlvicos, la incorporación de microorganismos de montaña para la recuperación y activación de la microbiología del suelo. Además, realizar algunas prácticas que reducen el deterioro del suelo como son: labranza de conservación, incorporación de acolchados naturales (Rosa-Tumba-Incorpora) rotación y asociación de cultivos y especialmente, el rescate del sistema milpa y la vinculación entre ganadería y agricultura, que garantiza la incorporación directa del estiércol fresco de animales, mediante el pastoreo regulado.
Esta son algunas de las prácticas agroecológicas con las que puede recuperar la fertilidad de los suelos ácidos y salinos, característicos en Guerrero, pero también se puede lograr estandarizar la producción y lograr un equilibrio del agroecosistema, por medio de una formación continua, fortalecimiento del conocimiento local e intercambio de saberes con otros actores no locales, para incrementar el acervo de técnicas e implementar prácticas amigables con el territorio.
De igual manera se deben visibilizar las estrategias de organizaciones campesinas, las cuales cuentan con proyectos representados. Por ejemplo, la propuesta no descabellada que hace la Coordinadora de Comisarios del estado de Guerrero, con el establecimiento de 81 biofábricas (una por municipio) -para la fabricación de insumos agroecológicos con metas claras de producción de abonos orgánicos-, que sean operadas por grupos de campesinos y facilitadores/técnicos de la región con amplia experiencia y visión a futuro en dicha actividad, para validar los bioinsumos en parcelas demostrativas y esto sirva para construir "Escuelas de Campo" bajo la metodología De Campesino a Campesino,[12] establecidas en los ejidos o comunidades, con el objetivo de monitorear su conversión in situ, y lograr el efecto multiplicador transitorio, temporal con temporal.
De igual manera, otros colectivos campesinos y sociales de la Costa Grande,[13] mancomunados con ayuntamientos municipales, en plena pandemia, implementan la producción de alimentos en traspatios con uso de abonos orgánicos fabricados por los propios colectivos que encabezan la propuesta agroalimentaria,[14] actividad que realizan desde hace más de una década en la región, y gestan propuestas locales no sólo para la producción de alimentos sanos y libres de agroquímicos, sino que son fabricantes de sus propios insumos agroecológicos que comercializan y utilizan en sus milpas tradicionales coloridas. Siendo la agroecología un motor detonante de procesos sociales para la germinación de otras formas de hacer agricultura independiente del petróleo; con principios socioambientales y socioecológicos, basados en la participación y organización comunitaria.
En suma de todo lo anterior, sólo una conversión transitoria es posible con prácticas agroecológicas, que garanticen el inicio y cierre de los ciclos de nutrientes a escala local-regional, que sustente la nutrición de los cultivos y la reestructuración de los suelos, a través de fuentes orgánicas locales, alcanzando una producción equilibrada y diversificada, sin poner en riesgo la conservación de los recursos naturales existentes. Esta serie de acciones puede mitigar la catástrofe que adolecerán millones de personas por el corte de suministro de fertilizantes químicos, así como evitar los grotescos impactos ambientales por su uso irracional, que paulatinamente nos llevará a una debacle mundial por la caída del “oro negro”.
marcosbacilio@gmail.com
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[1] El contexto de esa medida es una grave crisis económica y social en Guerrero, expresada en la caída de precios del maíz, el café, la copra, el ajonjolí y la jamaica, consecuencia de la liberación de precios de productos agrícolas; el incremento de los precios de insumos y bienes de consumo básicos, por el desmantelamiento empresas estatales como: INMECAFE, CONASUPO Y FERTIGRO; acompañado de la reducción del financiamiento por el desplome de la banca rural, fue evidente su extinción. Véase: https://www.yumpu.com/es/document/view/14240087/construyendo-el-desarrollo-rural-integral-y-sustentable-en-guerrero
[2] El 28 de junio de 1995 en el vado de Aguas Blancas del municipio de Coyuca de Benítez, fueron acribillados 17 campesinos militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), por la policía estatal motorizada, en complicidad del gobierno priista de Rubén Figueroa Alcocer. En promedio de las 10 de la mañana, los campesinos viajaban a Chilpancingo en un camión de redilas para participar en una manifestación en demanda de precios justos para productos del campo y entrega de fertilizante. Este hecho sangriento obligo a Figueroa Alcocer a pedir licencia definitiva ante el Congreso del Estado para dejar el cargo y funciones de Gobernador Constitucional del Estado el 12 de marzo de 1996. El Congreso de Guerrero designó a Ángel Aguirre Rivero como Gobernador Sustituto para completar el período.
[3] El Ramo 33 Aportaciones Federales para Entidades Federativas y Municipios es el mecanismo presupuestario diseñado para transferir a los estados y municipios recursos que les permitan fortalecer su capacidad de respuesta y atender demandas de gobierno en los rubros siguientes: educación, salud, infraestructura básica, fortalecimiento financiero y seguridad pública, programas alimenticios y de asistencia social; e, Infraestructura educativa.
[4] Durante los primeros años se privilegió el uso del sulfato de amonio, teniendo consecuencias drásticas en la erosión de los suelos. Durante su implementación se ha recurrido al DAP (Fosfato Diamónico) -18-46-00, fosfonitrato y actualmente Urea. Aunque el que sigue predominando es el sulfato de amonio sobre los demás fertilizantes, el cual se aplica indiscriminadamente, sin previo análisis de suelos (que en Guerrero son mayormente ácidos), fuera de tiempo y de forma descuidada.
[5] Sistema de producción que cobra factura por la alta implementación de tecnología sofisticada basada en monocultivos mejorados con paquetes tecnológicos altamente industrializados, que incluye, semillas híbridas, fertilizantes, pesticidas; además de sistemas de riego y maquinaria pesada.
[6] El índice NPK (N-P-K) es el acrónimo de la relación entre los elementos químicos Nitrógeno (N), Fósforo (P) y Potasio (K) que son comúnmente utilizados en los fertilizantes.
[7] Véase: https://apps1.semarnat.gob.mx:8443/dgeia/informe15/tema/cap3.html#tema2
[8] Las floraciones de cianobacterias pueden ser extremadamente peligrosas para la salud humana, los animales y los ecosistemas, deteriorando la calidad de elementos fundamentales como el agua. También pueden producir una amplia gama de toxinas (cianotoxinas). Este es tal vez el mayor peligro asociado a los eventos de floraciones donde se acumulan miles de millones de células que liberan toxinas.
[9] Proceso natural en ecosistemas acuáticos, especialmente en lagos, caracterizado por un aumento en la concentración de nutrientes como nitratos y fosfatos, con los consiguientes cambios en la composición de la comunidad de seres vivos.
[10] Véase: https://www.elsaltodiario.com/agricultura/agricultura-mundial-cuerda-floja-fertilizantes-quimicos
[11] De acuerdo con las reglas de operación, cada campesino tiene el derecho de recibir un apoyo de hasta 2 hectáreas, que equivale a un promedio de 600 kilos de fertilizante.
[12] La metodología De Campesino a Campesino orienta el proceso de adopción de nuevas prácticas agroecológicas, significa empezar en pequeño, avanzar despacio, experimentar con una técnica nueva a la vez, y compartir el conocimiento sólo después que se tenga algo concreto que demostrar. Bajo este enfoque los campesinos pueden organizar sus actividades educativas de acuerdo al ciclo agrícola y a las estrategias para ganarse la vida, así como utilizando capacidades personales, grupales, familiares o comunitarias. En esta etapa pedagogía hay tres fases cíclicas que se conjugan y traslapan; a) Problematizar: aquí analizan las causas de los problemas comunes en la producción y consideran su posible solución; b) Experimentar: diseñan experimentos en grupo para evaluar los resultados y los comparten, c) Promover: el objetivo es compartir conocimiento ya validado y experimentado en pequeño sobre técnicas apropiadas. Véase: Holt-Giménez, E. (2006) Campesino a Campesino: Voces de Latinoamérica: Movimiento Campesino para la Agricultura Sustentable. Oakland, CA: Food First Books.
[13] La Unión de Pueblos para el Desarrollo Sustentable de Coyuca y Acapulco(UP), Universidad Campesina del Sur(Unicam Sur), Promotores de la Autogestión para el Desarrollo Social(PADS), Red de Campesinos Guardianes del Maíz Nativo(Regmaíz), Red de Mujeres Trabajando por el Bien Común(Redemu), Red de Productores de Insumos Agroecológicos(Repinae) y Tianguis Campesino Agroecológico de Coyuca de Benítez(TCA), son organizaciones que integran el colectivo que promueve la transición agroecológica en Costa Grande.
[14] Véase: https://www.jornada.com.mx/2020/09/19/delcampo/articulos/agroecolog%C3%ADa-urbana.html