Tragedía + comida y música
- Todo pintaba para ser un domingo caluroso más de esta época del año, con una plaza llena de personas en su mayoría disfrutando de su día de asueto, hasta que el ruido de cinco balas cortó el aire caluroso del zócalo del puerto.
Unos turistas extranjeros -el acento los delata- preguntan: ¿Hace falta mucho para la Caleta? a la altura de las Hamacas, donde tomaron el camión. Unos usuarios contentan: "Falta mucho", otro: "Es la última parada" y no falta el que dice: "Falta como veinte minutos, viene lento este cabrón". El camión está por llegar al zócalo, viene a gran velocidad pasando por el Museo Fuerte de San Diego, hace parada en el semáforo del Sanborns, de repente baja el volumen de la música y dice a voz alta: "Hay balacera, miren la gente está corriendo por la costera", se vienen los comentarios desesperados: "Miren corren por todos lados", " Se pasan la costera sin mirar", "Los niños también van espantados". En eso el chofer cierra puertas y dice: "Nadie baja hasta el siguiente siga, son tres minutos, es el tiempo que esta gente corre" y ya podemos pasar sin problemas". No se sabe si fue un acto de valentía, o de seguridad por sus pasajeros, pero eso dijo.
El camión pasa por el zócalo y baja a todos en la siguiente parada y suelta una frase casi paternalista: "Vayan con Dios". Al llegar al zócalo, los asistentes al evento "Domingo de Concierto Musical con la Banda de Música Municipal", en ese momento los trabajadores municipales con una sonrisa de oreja a oreja, comienzan a regalar tacos, tostadas, chalupas y agua de sabor a todas las personas que estaban cerca del lugar, no importando si habían asistido al evento o no, de esa manera los invitaban a acercarse, para que se viera lleno para la foto.
¿Esto es una normalización de la tragedia? mientras que el cuerpo de una persona estaba tendida a metros de la catedral, a escasos cuarenta metros la orden fue: "Sigan tocando" a la Banda de Música Municipal de Acapulco. Ellos siguieron estoicos como en la película "Titanic". Ellos tocando mientras la gente aun nerviosa abraza a los suyos, llora y llama por teléfono, a los pocos minutos, llegan las patrullas de la policía. Van a paso veloz con sus armas largas y caras cubiertas, muy a prisas a resguardar la escena del crimen, antes de que la lluvia lo estropeé.
En esto se ha convertido Acapulco, es una normalización de la violencia. Mientras que el cuerpo inerte de una persona se encuentra resguardado y protegido de policías, a unos metros la gente camina como si nada hubiera pasado, y a otro par de metros más, la Banda de Música Municipal toca canciones rancheras y huapangos. Quizás ellos esten acostumbrados a que la música tiene que seguir, existen otros que no.
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