Una de Guadalajara, la otra de Monterrey: "Veinteañera, divorciada y fantástica" y "Cindy, la regia"

Una de Guadalajara,

la otra de Monterrey: "Veinteañera, divorciada y fantástica" y "Cindy, la regia"

 

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Como cada año el cine mexicano estrena un puñado de largometrajes comerciales que acapara la mayor cantidad de espectadores y recaudación económica anual, no es de extrañarse que una de las productoras de estos sea Videocine, la filial de Televisa que apuesta por contenidos cómicos y ligeros para generar un éxito en taquilla.

En 2020 sin embargo ocurre algo diferente, además del cierre de salas cinematográficas por la contingencia sanitaria, quien escribe estas líneas encontró muchas similitudes entre dos películas de Videocine estrenadas a inicios del año, ciertamente la comparación no sea la mejor forma de analizarlas pero es quizás imposible de evitar. Si ambas buscaban ser el blockbuster mexicano del año, entonces ¿por qué son tan parecidas si son tan diferentes?

Empecemos por saber de dónde viene la idea de su realización, ambas parten de guiones originales, aunque de obras preexistentes. “Cindy, la regia” está basada en los personajes creados en la obra literaria e ilustrativa de Ricardo Cucamonga pero las situaciones que vive en el cine distan mucho de las que vive en los libros. 

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“Veinteañera, divorciada y fantástica” sigue una especie de saga incipiente sobre la emancipación femenina iniciada por el largometraje “Treintona, soltera y fantástica.”

Regina, protagonista de “Veinteañera…” vive en Guadalajara, mientras que Cindy es habitante de San Pedro Garza García, el municipio más rico de América Latina, las dos se aventuran a un viaje a la Ciudad de México, centro de liberación pero también de encuentro, las dos lo hacen por motivos diferentes. Regina, casada con un donjuán moderno, joven egocéntrico y conquistador, lo hace para conseguir una reconciliación y con ello salvar su matrimonio; Cindy lo hace para huir del que antes de ese viaje había sido su objetivo y única meta en la vida.

Durante los primeros minutos podemos encontrar la primera diferencia que abrirá una brecha imposible de borrar entre ambas películas, mientras que de Guadalajara sólo vemos imágenes de sus monumentos más representativos, en “Cindy, la regia” existe una escena que pareciera explicar en pocas líneas de diálogo cómo una comunidad agropecuaria se convirtió en una ciudad industrial y de servicios tan poderosa.

El lugar de origen pareciera ser sólo un pretexto para iniciar la acción pero se lleva siempre consigo y a lo largo de todo el metraje en el caso de Cindy, con su acento norteño, su sombrero de ala ancha y unas botas características, Regina en cambio no tiene ese arraigo a su lugar de procedencia. 

Ninguna de las dos estudia ni trabaja, son ninis privilegiadas, viven de los desbordantes recursos de sus padres por eso al llegar al centro del país se topan con una dura realidad, tienen que conseguir un techo donde dormir y eventualmente un trabajo para subsistir sin la ayuda de sus protectores eternos.

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Cindy se refugia en el departamento de una prima, Regina cohabita con una desconocida con la cual tiene un desencuentro en las calles de la ciudad, ambas son lesbianas. Para el año que corre ese no debería ser un conflicto mayor, pero para el exclusivo círculo de donde provienen ellas sí lo es, es una transgresión a sus valores religiosos.

Aquí otra diferencia, Angie (una sobresaliente Regina Blandón, que cautiva en cada una de sus escenas) se vuelve un personaje central, el conflicto principal de “Cindy, la regia” gira en torno a ella, además de mostrarle un mundo diferente a su prima, la educa, la libera, juntas recorren los mercados de la ciudad, los cabarets del centro, Cindy se pierde pero también se encuentra y lo hace codo a codo con Angie. Tábata, la ahora amiga de Regina, también le lleva lugares diferentes a su entorno habitual, pero esta no lo hace para mostrar un lado desconocido del lugar que las cobija, no lo hace para crecer, no le enseña nada y es sólo un personaje de soporte en el camino de su compañera.

Ambos largometrajes recurren a la presentación de figuras públicas no profesionales en la actuación, lo hacen de formas distintas, en “Cindy, la regia” Martha Debayle se interpreta a sí misma, la comedia viene de interpretar la realidad a veces extraña. En “Veinteañera…” los personajes se construyen a base de clichés ya muchas veces vistos en este tipo de producciones, no siempre con resultados favorables.

“Cindy, la regia” presenta también un conflicto importante: el conflicto con su identidad. Se rehúsa a ser llamada por su verdadero nombre: Cintia, problemática de la que ya bastante ha estudiado Greta Gerwig en “Lady Bird” o en su más reciente adaptación de Mujercitas. También hay otros aspectos que resaltar en esta película como la brillante actuación de Cassandra Sánchez-Navarro que logra hacer suyo un personaje tan ridículo sin hacer que el espectador lo perciba de esa forma. Elementos como el vestuario y el diseño de producción se integran en armonía con la época y las locaciones, algo que por el contrario no logra “Veinteañera…” 

“Veinteañera, divorciada y fantástica” también recurre al uso excesivo de personajes secundarios e intrascendentes que bien pudieran no existir, usados sólo para generar un momento de sorpresa o de irreverencia pero cuya ausencia no generaría cambios importantes.

Al final de ambas historias, ni Cindy ni Regina renuncian a su estilo de vida privilegiado, no son ejemplos de austeridad ni de justicia social, no navegan con bandera de cambio, sin embargo, el camino recorrido las ayuda a conocer un México desconocido para ellas, cambian sus planes de vida y la manera en que se perciben.

A pensar de que ambas sean producciones del más puro “cine comercial” mexicano, podemos estar seguros que aunque se repitan fórmulas y situaciones en algún momento encontraremos una película que cumpla con las expectativas aunque ello implique también encontrar varias que quisieron llegar lejos y no lo lograron.