"La Reina Sola" y la persistencia de los ecos del maltrato

"La Reina Sola" y la persistencia de los ecos del maltrato

El Bar del Puerto reactivó su espacio para el arte escénico con la impactante obra “La Reina Sola”, puesta en escena por la compañía Olimpo Teatral y protagonizada en un poderoso monólogo por Carlos Casanni. La presentación tuvo lugar el jueves 23 de enero a las 19 h, en un ambiente íntimo que subrayó la crudeza y la profundidad del relato.

Al llegar al bar, nos envolvió la penumbra característica del lugar, con sus mesas cuidadosamente dispuestas y el escenario al fondo, listo para dar vida a una historia desgarradora. El personal, encabezado por Jonny y Junior, se mostró atento y respetuoso, cuidando cada detalle para no interrumpir la experiencia del público. 

Carlos Casanni asumió el rol de María desde la primera llamada al público, integrándose al escenario como una extensión del personaje. Esta técnica, que evoca el recurso de Samuel Beckett al revelar el montaje previo a la función, creó un vínculo inmediato con los asistentes y generó una atmósfera cargada de expectativa. Desde ese momento, María atrapó por completo la atención y las emociones del público.

La reina sola
La reina sola presetada en el Bar del Puerto

“La Reina Sola” nos transporta a la década de los ochenta, con elementos icónicos como un teléfono fijo y una videocasetera VHS que sitúan la acción en su contexto histórico. Sin embargo, el mensaje de la obra trasciende el tiempo: el abuso, el sometimiento y las dinámicas de poder dentro del hogar siguen siendo dolorosamente vigentes. Hoy, un teléfono celular podría reemplazar al fijo, pero el maltrato psicológico que sufren tantas mujeres persiste, mostrándonos que esta historia no es solo un eco del pasado, sino una denuncia viva y actual.

La obra desentraña con brutal honestidad el maltrato emocional que enfrenta María, así como la opresión sexual ejercida por su esposo, exponiendo la desgarradora simulación de placer que ella debe interpretar para cumplir con los roles impuestos por un sistema patriarcal. Casanni, con más de siete años encarnando este monólogo, domina cada matiz del personaje. Su actuación, que combina momentos de humor sutil con una desgarradora melancolía, logra un equilibrio perfecto que mantiene al público cautivo. Sus transiciones emocionales son tan fluidas como conmovedoras, permitiendo al espectador sumergirse en el dolor, la desesperanza y los pequeños destellos de humanidad que caracterizan a María.

El desenlace de “La Reina Sola” no deja espacio para la esperanza. María permanece atrapada, incapaz de emanciparse, condenada a ser la “reina” de un hogar vacío y sin amor. Su monólogo resuena con la narrativa introspectiva de Jean-Baptiste Clamence, protagonista de “La Caída” de Albert Camus. En la novela, Clamence confiesa sus miserias y reflexiona sobre el vacío existencial desde un bar en Ámsterdam; en la obra, María desvela su sufrimiento desde un bar en Acapulco. Ambos personajes, aunque distintos en contexto y tono, comparten una verdad inquietante: sus confesiones no solo interpelan al lector o espectador, sino que actúan como un espejo de nuestras propias realidades.

“La Caída” explora el absurdo y la lucha por encontrar sentido en un mundo indiferente. De manera paralela, “La Reina Sola” nos enfrenta al vacío existencial de María, atrapada en un sistema opresor que le niega cualquier posibilidad de redención. Mientras Clamence se debate con su culpa, María busca desesperadamente un propósito en un entorno que la despoja de su identidad y su libertad.

La reflexión que deja esta obra es tan urgente como necesaria. María es un producto de su época, moldeada por las expectativas sociales de preservar la familia a toda costa, incluso en situaciones de violencia. Aunque el contexto actual ha cambiado y movimientos como la sororidad han cobrado fuerza, el maltrato físico y psicológico sigue siendo una herida abierta en nuestra sociedad. El teatro, al igual que el cine y la literatura, actúa como un espejo que no solo nos muestra estas realidades, sino que nos obliga a cuestionarlas y a actuar para cambiarlas.

Acapulco, 25 de enero, en el Bar BCN.