Mi pena fue amar sin muralla,
por este inmortal yerro,
apagaron el capullo de mi nieta,
quien deseó volar al infinito.
El tiempo canta y convence,
como águila se empodera del viento que engaña.
Disminuí el ego y guardé su voz
porque la felicidad mata al dolor.
La obra de la poeta Fernanda Kookuilo’o nos habla sobre temas de violencia, matrimonio forzado o arreglado, ventas de niñas, machismo, feminicidios, temas que no solo suceden en la cultura Na Savi, también están presenten en otras culturas.
Nudo de sombras, es un poemario que carga un pensamiento desde la lengua, que da voz a niñas y mujeres, voces que son una afonía en la cultura.
Amarradas venas infantiles
con la lengua del bejuco,
debatieron el concierto.
En la llegada del presente no sedeado,
el sonido de carbón emplumado
rayó la hoja de pedidos.
Rodillas vacilantes, cargó el petate:
al nombrar la muerte,
lumbre de ocote ahumó los adobes.
Las ofrendas del amarre a la palabra, al fuego, nuestros abuelos y abuelas respetaban el hacer de la mujer. En el tiempo de cambios y procesos de colonización hacia nuestras culturas, ya no le dieron valor a la mujer, a sus conocimientos y sus lenguas.
Matrimonio forzado o arreglado es un tema que se vive todavía en algunas comunidades, culturas, quienes sufren ese matrimonio son las hijas, venderlas eso hace que la mujer sea una propiedad con derecho de violar, golpearla, hasta matarla, el hombre cree tener poder sobre la mujer. Si hacemos los recuentos de cuántos feminicidios, violencias de mujeres y niñas, hay en la montaña de Guerrero, son muchas, ¿qué está pasando en nuestros pueblos, municipios, ciudades cercanas que vivimos?
Cuando las mujeres intentan huir de las violencias, son maltratadas, que son malas madres.
Nos damos cuenta que estos maltratos y violencias, están presenten por el machismo, el patriarcado colonial, afectó en nuestras culturas. Como mujer, niña, los sueños desaparecen, la vida es engendrar vidas.
Llegaste al centro de la tierra
que sostiene los pies del señor,
ante esta hacienda mágica,
no existe el amparo.
Los niños, jóvenes, ricos o pobres:
aquí es su tiempo de retoño.
Desterrado hechicero,
toma ollas de pus,
rostizado violador en las brasas,
se tuerce de placeres.
Este no es el infierno,
tu presencia es multiplicar señales.
En tus vueltas predica no imitar al brujo
ni al disfraz violador:
expande tu dolor interno por ti.
Estoy segura, que cada una de las mujeres, tenemos memorias ancestrales de dolor de nuestras mamás, abuelas, bisabuelas. Estuvimos gestadas, hemos nacido y crecido y todas esas formas de violencia, el cuerpo lo soportó. Si nos acercamos a las memorias de ellas, todos somos una mezcla de cultura, una historia estructural de opresiones sobre cuerpos y también sobre la tierra. Hubo una invasión, despojo, violencia sexual en contra de nuestras abuelas. De esas violencias hemos nacido, el mestizaje forzó relaciones extremadamente violentas.
Por la cueva del viento partí la andanza,
floreció mi tiempo en el llano del jaguar,
senté cabeza sobre el pasto,
y tiré rostro de hojarasca.
Qué bonito cerro tíkàyá,
donde San Miguel se adueñó de las flores.
Qué bonita ciénega Núma,
donde las milpas como soldados;
nos salvaron.
Las abuelas en su generación fueron calladas, había tabú hacia sus cuerpos, la voz de mi abuela, de mi mamá, como niña a mí no se me dijo qué es la regla, una respuesta simple que: cuando te llega es porque tu cuerpo está listo y que te va a llegar cada mes.
Piadosa señora,
dejó caer un puño de maíz
al sensible rebozo de su hija.
La impúber cogió el morral, prenda miserable.
Sus padres persignaron su suerte,
ella, tomó el camino de guerra.
Para esta lucha de nuestros territorios, necesitamos recuperarnos emocional y espiritualmente como mujeres. Porque nuestros cuerpos fueron violentadas, sentir dolores que no se van sino que quedan impregnadas en los cuerpos. Pensar desde nuestra lengua, cómo nombramos nuestro territorio, mujer, deidades, rituales, ahí están los pensamientos de cómo se respetaba la palabra, y la convivencia de la familia, pueblo. La obra de la poeta Fernanda Kokuilo’o muestra y da la voz de las niñas, abuelas, abuelos y mujeres, de salir adelante sobre la lucha que se vive en la actualidad en nuestro estado y país.
Reseña por: María Isaías J. Reyes*
*María Isaías J. Reyes, es hablante de la lengua Mè’phàà (tlapaneco) del pueblo Mè’phàà de la comunidad de Santa Cruz el Rincón, de la región Montaña, del Estado de Guerrero, México. Cursó la carrera de Lengua y Cultura. Es cofundadora del Xtája Colectivo, desde 2014, se dedican a documentar, revitalizar y difundir los saberes y la lengua Mèphàà. Entre los trabajos destacados se encuentran el cortometraje Gòn' Ma'ñaán (Luna Roja) (2017) y Akùnmbaa (Corazón de tierra) (2023), y exposiciones fotográficas en La Paz, Bolivia, en octubre de 2023, se participó II Laboratorio de Desarrollo de proyectos Cinematográficos para Cineasta Indígenas y afrodescendientes de América Latina, en Morelia. Es poeta, fotógrafa y documentalista Mè’phàà, está en realización de películas de ficción y documental narrados en la lengua Mè’phàà, escritora de guiones para cine, así como las luchas y resistencias de los pueblos de la región.