Metrofobia | ¿Quién es el mar?

HE AHÍ EL MAR ABIERTO DE PAR EN PAR
 

Diez poemas que retratan un mar.

 

 

El mar es una temática recurrente en poesía y literatura. Se trata de un fenómeno natural que muchos poetas han descrito, ya que despierta muchas sensaciones, a través de su oleaje, su sensación de calma o tormenta, sus colores, su sonido, su olor.

 

El mar y su relación con la poesía se ha desarrollado desde los primeros textos en los que retrataban al mar como una deidad, un ser natural sagrado, hasta los textos actuales en los que siguen el mar recreando imágenes por cada oleaje que renueva y revienta. Recopilamos varios autores en los cuáles han tratado en sus poemas sobre el mar, viéndolo como un regreso, un escape, una estadía, un lamento, rodeándolo de imágenes que ponen en duda su belleza, su horizonte, su magnitud. El mar en los poemas de estos autores puede encontrarse en una mirada o en una gota de agua, se desarrolla en la bahía o en la nostalgía de estar lejos. Alfonsina Storni, Jorge Luis Borges, Gorostiza, Octavio Paz, Blanca Varela, Vicente Huidobro, José Carlos Becerra, Cesare Pavese, Marilina Rébora y Xavier Villaurrutia, conforman esta compilación.


 

FRENTE AL MAR / Alfonsina Storni

 

Oh mar, enorme mar, corazón fiero

de ritmo desigual, corazón malo,

yo soy más blanda que ese pobre palo

que se pudre en tus ondas prisionero.

 

Oh mar, dame tu cólera tremenda,

yo me pasé la vida perdonando,

porque entendía, mar, yo me fui dando:

Piedad, piedad para el que más ofenda”.

 

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.

Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.

Hazme tener tu cólera sin nombre:

Ya me fatiga esta misión de rosa.

 

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,

me falta el aire y donde falta quedo,

quisiera no entender, pero no puedo:

es la vulgaridad que me envenena.

 

Me empobrecí porque entender abruma,

me empobrecí porque entender sofoca,

¡Bendecida la fuerza de la roca!

Yo tengo el corazón como la espuma.

 

Mar, yo soñaba ser como tú eres,

allá en las tardes que la vida mía

bajo las horas cálidas se abría…

Ah, yo soñaba ser como tú eres.

 

Mírame aquí, pequeña, miserable,

todo dolor me vence, todo sueño;

mar, dame, dame el inefable empeño

de tornarme soberbia, inalcanzable.


Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza,

¡Aire de mar!… ¡Oh tempestad, oh enojo!

Desdichada de mí, soy un abrojo,

y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

 

Y el alma mía es como el mar, es eso,

Ah, la ciudad la pudre y equivoca

pequeña vida que dolor provoca,

¡Que pueda libertarme de su peso!

 

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele…

La vida mía debió ser horrible,

debió ser una arteria incontenible

y apenas es cicatriz que siempre duele.


 

* * * * * *


 

EL MAR / Jorge Luis Borges

 

Antes que el sueño (o el terror) tejiera

mitologías y cosmogonías,

antes que el tiempo se acuñara en días,

el mar, el siempre mar, ya estaba y era.

 

¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento

y antiguo ser que roe los pilares

de la tierra y es uno y muchos mares

y abismo y resplandor y azar y viento?

 

Quien lo mira lo ve por vez primera,

siempre. Con el asombro que las cosas

elementales dejan, las hermosas

 

tardes, la luna, el fuego de una hoguera.

¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día

ulterior que sucede a la agonía.


 

* * * * * *


 

PAUSAS I / José Gorostiza

 

¡El mar, el mar!

Dentro de mí lo siento.

Ya sólo de pensar

en él, tan mío,

tiene un sabor de sal mi pensamiento.


 

* * * * * *

 

 

NOCTURNO MAR / Xavier Villaurrutia

a Salvador Novo

 

Ni tu silencio duro cristal de dura roca,

ni el frío de la mano que me tiendes,

ni tus palabras secas, sin tiempo ni color,

ni mi nombre, ni siquiera mi nombre

que dictas como cifra desnuda de sentido;

 

ni la herida profunda, ni la sangre

que mana de sus labios, palpitante,

ni la distancia cada vez más fría

sábana nieve de hospital invierno

tendida entre los dos como la duda;

 

nada, nada podrá ser más amargo

que el mar que llevo dentro, solo y ciego,

el mar antiguo edipo que me recorre a tientas

desde todos los siglos,

cuando mi sangre aún no era mi sangre,

cuando mi piel crecía en la piel de otro cuerpo,

cuando alguien respiraba por mí que aún no nacía.

 

El mar que sube mudo hasta mis labios,

el mar que me satura

con el mortal veneno que no mata

pues prolonga la vida y duele más que el dolor.

El mar que hace un trabajo lento y lento

forjando en la caverna de mi pecho

el puño airado de mi corazón.

 

Mar sin viento ni cielo,

sin olas, desolado,

nocturno mar sin espuma en los labios,

nocturno mar sin cólera, conforme

con lamer las paredes que lo mantienen preso

y esclavo que no rompe sus riberas

y ciego que no busca la luz que le robaron

y amante que no quiere sino su desamor.

 

Mar que arrastra despojos silenciosos,

olvidos olvidados y deseos,

sílabas de recuerdos y rencores,

ahogados sueños de recién nacidos,

perfiles y perfumes mutilados,

fibras de luz y náufragos cabellos.

 

Nocturno mar amargo

que circula en estrechos corredores

de corales arterias y raíces y venas

y medusas capilares.

 

Mar que teje en la sombra su tejido flotante,

con azules agujas ensartadas

con hilos nervios y tensos cordones.

 

Nocturno mar amargo

que humedece mi lengua con su lenta saliva,

que hace crecer mis uñas con la fuerza

de su marea oscura.

 

Mi oreja sigue su rumor secreto,

oigo crecer sus rocas y sus plantas

que alargan más y más sus labios dedos.

 

Lo llevo en mí como un remordimiento,

pecado ajeno y sueño misterioso,

y lo arrullo y lo duermo

y lo escondo y lo cuido y le guardo el secreto.

 

 

* * * * * *


 

MONUMENTO AL MAR / Vicente Huidobro

 

Paz sobre la constelación cantante de las aguas

Entrechocadas como los hombros de la multitud

Paz en el mar a las olas de buena voluntad

Paz sobre la lápida de los naufragios

Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas

Y si yo soy el traductor de las olas

Paz también sobre mí.

 

He aquí el molde lleno de trizaduras del destino

El molde de la venganza

Con sus frases iracundas despegándose de los labios

He aquí el molde lleno de gracia

Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas

 

He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo

Porque un día nadie se paseará por el tiempo

Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

 

Este es el mar

El mar con sus olas propias

Con sus propios sentidos

El mar tratando de romper sus cadenas

Queriendo imitar la eternidad

Queriendo ser pulmón o neblina de pájaros en pena

O el jardín de los astros que pesan en el cielo

Sobre las tinieblas que arrastramos

O que acaso nos arrastran

Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna

Y se hace más oscuro que las encrucijadas de la muerte

 

El mar entra en la carroza de la noche

Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos

Se oye apenas el ruido de las ruedas

Y el ala de los astros que penan en el cielo

 

Este es el mar

Saludando allá lejos la eternidad

Saludando a los astros olvidados

Y a las estrellas conocidas.

Este es el mar que se despierta como el llanto de un niño

El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeñas

/manos temblorosas

El mar empujando las olas

Sus olas que barajan los destinos

 

Levántate y saluda el amor de los hombres

 

Escucha nuestras risas y también nuestro llanto

Escucha los pasos de millones de esclavos

Escucha la protesta interminable

De esa angustia que se llama hombre

Escucha el dolor milenario de los pechos de carne

Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada día.

 

También nosotros te escuchamos

Rumiando tantos astros atrapados en tus redes

Rumiando eternamente los siglos naufragados

También nosotros te escuchamos

Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor

Cuando tus gladiadores se baten entre sí

Cuando tu cólera hace estallar los meridianos

O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta

O bien cuando maldices a los hombres

O te haces el dormido

Tembloroso en tu gran telaraña esperando la presa.

 

Lloras sin saber por qué lloras

Y nosotros lloramos creyendo saber por qué lloramos

Sufres sufres como sufren los hombres

Que oiga rechinar tus dientes en la noche

Y te revuelques en tu lecho

Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos

Que los niños apedreen tus ventanas

Que te arranquen el pelo

Tose tose revienta en sangre tus pulmones

Que tus resortes enmohezcan

Y te veas pisoteado como césped de tumba

 

Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas

Tengo miedo de tus venganzas

Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche

Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar

Olvida los presagios funestos

Olvida la explosión de mis praderas

Yo te tiendo las manos como flores

Hagamos las paces te digo

Tú eres el más poderoso

Que yo estreche tus manos en las mías

Y sea la paz entre nosotros

 

Junto a mi corazón te siento

Cuando oigo el gemir de tus violines

Cuando estás ahí tendido como el llanto de un niño

Cuando estás pensativo frente al cielo

Cuando estás dolorido en tus almohadas

Cuando te siento llorar detrás de mi ventana

Cuando lloramos sin razón como tú lloras

 

He aquí el mar

El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades

Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres

Esas barcas que pescan a la orilla del cielo

Esos peces que escuchan cada rayo de luz

Esas algas con sueños seculares

Y esa ola que canta mejor que las otras

 

He aquí el mar

El mar que se estira y se aferra a sus orillas

El mar que envuelve las estrellas en sus olas

El mar con su piel martirizada

Y los sobresaltos de sus venas

Con sus días de paz y sus noches de histeria

 

Y al otro lado qué hay al otro lado

Qué escondes mar al otro lado

El comienzo de la vida largo como una serpiente

O el comienzo de la muerte más honda que tú mismo

Y más alta que todos los montes

Qué hay al otro lado

La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo

O el torbellino eterno de pétalos tronchados


He ahí el mar

El mar abierto de par en par

He ahí el mar quebrado de repente

Para que el ojo vea el comienzo del mundo

He ahí el mar

De una ola a la otra hay el tiempo de la vida

De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte

 

 

* * * * *


 

MAR DE VIDRIO / Marilina Rébora

 

Mar de vidrio

dijiste: «mar de vidrio», señor, y es lo que quiero;

un mar que te refleje en toda tu grandeza,

por sobre el cual camines tu lámpara, el lucero

para ver, al trasluz, del mundo la tristeza.

 

Dijiste mar de vidrio, un cristal sin bisel

ni resquebrajaduras, sólo un único trozo,

en cuya superficie se reproduzca fiel

el que ríe feliz o el que ahoga un sollozo.

 

Y el mar tuyo, señor, ése al que te refieres,

¿tendrá, al igual que el nuestro, arenas, caracoles?

¿ondularáse en olas, si es así que lo quieres?

 

¿Revolarán gaviotas por verse en sus espejos?

¿dormirá en él un sol o acaso muchos soles,

también vidrio sus crestas, de coral, con reflejos?

 

Apocalipsis:

4, 6 y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal...

15, 2 Y vi así como un mar de vidrio mezclado con fuego...


 

* * * * *


 

GENTE DESARRAIGADA / Cesare Pavese (Trad. Guillermo Fernández)

 

Demasiado mar. Ya hemos visto bastante mar.

Al atardecer, cuando el agua se extiende, pálida

y diluida en la nada, mi amigo la contempla

mientras yo lo miro, ambos en silencio.

Por la noche nos encerramos en el fondo de una cantina,

aislados por el humo, y bebemos. Mi amigo sueña

(son un poco monótonos los sueños junto al rumor del mar)

donde el agua es tan sólo un espejo, entre una y otra isla,

de colinas jaspeadas de flores salvajes y cascadas.

Su vino es así. Se contempla en el vaso

levantando verdes colinas en el llano del mar.

Me gustan las colinas y lo dejo hablar del mar

porque su agua es tan clara que muestra hasta las piedras.

Mirando las colinas me llenan cielo y tierra

con las líneas seguras de sus flancos, cercanas o distantes.

Sólo las mías son abruptas, surcadas de viñas

fatigadas en un suelo quemado. Mi amigo las

acepta

y las quiere vestir con flores y frutos salvajes

para descubrir, riendo, muchachas más desnudas

que los frutos.

No sucede; en mis más escabrosos sueños no falta una 

sonrisa.

Si madrugamos mañana, estaremos de camino

hacia aquellas colinas; podremos encontrar en las viñas

una muchacha morena, tostada por el sol,

y comenzando la conversación, comerle un poco de uva.

 

 

* * * * *


 

FRENTE AL MAR / Octavio Paz


1

Llueve en el mar:

al mar lo que es del mar

y que se seque la heredad.

 

2

¿La ola no tiene forma?

En un instante se esculpe

y en otro se desmorona

en la que emerge, redonda.

Su movimiento es su forma.

 

3

Las olas se retiran

ancas, espaldas, nucas—

pero vuelven las olas

pechos, bocas, espumas—.

 

4

Muere de sed el mar.

Se retuerce, sin nadie,

en su lecho de rocas.

Muere de sed de aire.


 

* * * * *

 

 

PUERTO SUPE / Blanca Varela

a J.B.

Está mi infancia en esta costa,

bajo el cielo tan alto,

cielo como ninguno, cielo,

sombra veloz, nubes de espanto,

oscuro torbellino de alas,

azules casas en el horizonte.

 

Junto a la gran morada sin ventanas,

junto a las vacas ciegas,

junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.

 

¡Oh, mar de todos los días,

mar montaña,

boca lluviosa de la costa fría!

 

Allí destruyo con brillantes piedras la casa de mis padres,

allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,

destapo las botellas y un humo negro

escapa y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.

 

Están mis horas junto al río seco,

entre el polvo y sus hojas palpitantes,

en los ojos ardientes de esta tierra

adonde lanza el mar su blanco dardo.

Una sola estación,

un mismo tiempo de chorreantes dedos

y aliento de pescado.

Toda una larga noche entre la arena.

 

Amo la costa,

ese espejo muerto en donde el aire gira como loco,

esa ola de fuego que arrasa corredores,

círculos de sombra y cristales perfectos. 

 

Aquí en la costa escalo un negro pozo,

voy de la noche hacia la noche honda,

voy hacia el viento que recorre

ciego pupilas luminosas y vacías,

o habito el interior de un fruto muerto,

esa asfixiante seda, ese pesado espacio

poblado de agua y pálidas corolas.

En esta costa soy el que despierta entre el follaje de alas pardas,

el que ocupa esa rama vacía, el que no quiere ver la noche.

 

Aquí en la costa tengo raíces,

manos imperfectas,

un lecho ardiente

en donde lloro a solas.


 

* * * * *


 

EL AHOGADO / José Carlos Becerra

 

aquel hombre se unía a la soledad del mar,

iba y venía en sus ojos y lo azul del agua

iba y venía en sus ojos cada vez más sin nadie,

 

unido a la soledad de mar aquel hombre soñaba

y no era un sueño

y perdía su nombre, perdía su voz arrojada como una corona 

[fúnebre,

que el oleaje deshojaba al pie de otro silencio,

 

aquel hombre ya sólo tenía que ver con el agua,

con el color azul sacado del cielo a ciertas horas de la eternidad,

con la espuma que crece cuando el dios del mar despluma sus 

[ángeles

con mano temblorosa,

 

aquel hombre se unió al mar, 

 

un pájaro rompía el cascarón de la tarde.

 

 

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https://culturacolectiva.com/letras/poemas-cortos-sobre-el-mar-poesia

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