Notas de Esperanza
Alejandro Sánche-Navarro | OFA
El 25 de enero de 2024, la magia de la música se desplegó majestuosamente bajo la batuta del eminente maestro y compositor Alejandro Sánchez-Navarro, quien asumió el papel de director huésped de la Orquesta Filarmónica de Acapulco en su primer concierto de la temporada "Notas de Esperanza".
El escenario del Salón de los Espejos del Hotel Emporio se convirtió en un santuario de sonidos, repleto hasta el último rincón por un público sediento de arte. El maestro, con una destreza sin igual, dirigió con soltura y precisión, infundiendo vida a cada nota mientras la orquesta, en perfecta armonía, deslumbraba con su ejecución, dejando una huella imborrable en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de presenciar esta exquisita velada.
Las composiciones, como pinceladas de emociones, capturaron la intensidad, la adversidad, la fuerza y la enigmática belleza que emana de la naturaleza. El mar, en todas sus connotaciones, se hizo presente de manera sublime a través de la música.
La velada se inauguró con la majestuosa apertura "Arrecifes de Alacranes", una pieza compuesta en 1985 pero presentada en una nueva versión que deleitó al público, quien respondió al final con un apasionado aplauso. Como un guiño cariñoso al puerto, la siguiente pieza interpretada fue "Acapulco", escrita en 1989 y también estrenada en una versión renovada, que capturó la esencia y la magia de este icónico destino.
El concierto continuó con la interpretación de "Suite Atlántida (Poseidón, Clito y Triton)" y la épica "Sinfonía del Mar". La Suite Atlántida, una obra escrita en Acapulco, tuvo su estreno mundial esa noche, llevando a los espectadores a un viaje por las profundidades del océano con sus melodías cautivadoras. Algunos miembros del público, lejos de limitarse a una pasividad contemplativa, acompañaron con sus brazos las notas vigorosas, sumergiéndose por completo en la experiencia musical.
Alejandro Sánchez-Navarro, ese virtuoso de la composición mexicana, encuentra su inspiración tanto en la naturaleza como en los grandes hitos históricos y científicos de nuestra civilización. Sus obras, dirigidas por él mismo, son un torrente de pasión y entusiasmo que cautivan a audiencias de todas las edades y procedencias.
Dotado de un estilo único y definido, Sánchez-Navarro ha sabido combinar la música con la naturaleza a través de su colección de filmaciones, las cuales utiliza para enriquecer sus obras y ofrecer al público una experiencia sinfónico-visual inolvidable. Una pantalla gigante, un proyector profesional de video y una orquesta sinfónica son los elementos que conforman este espectáculo único, un viaje al hemisferio derecho del cerebro que renueva el espíritu y deja una suave pero perdurable sensación de conexión con nuestra tierra.
Nacido en la Ciudad de México, Sánchez-Navarro comenzó su travesía musical a los 10 años. Su formación lo llevó al Conservatorio de la Ciudad de México en 1975, y luego amplió sus horizontes estudiando piano y composición en el Berklee College de Boston y en el Manhattan School of Music de Nueva York. En 1983, una beca del Instituto de Creadores del Bennington College lo llevó a perfeccionar sus estudios de composición en París.
Desde 1985, ha estado llevando su música por toda la República Mexicana, produciendo grabaciones y conciertos sinfónicos bajo su dirección en algunas de las salas más prestigiosas del país, como el Auditorio Nacional, el Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez y el Auditorio Siglo XXI de Puebla. Además, ha dirigido destacadas orquestas tanto mexicanas como internacionales, incluyendo la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba y la Orquesta Metropolitana de Sofía.
En el año 2000, fundó la Orquesta Filarmónica del Patrimonio Mundial con el objetivo de difundir su música y proteger nuestro patrimonio natural y cultural. Su legado musical trasciende fronteras, habiendo tenido el honor de inaugurar las celebraciones del Bicentenario de la Independencia de México en un concierto histórico en Argelia, y culminando dicha celebración con la presentación de la Suite Bolívar en Paraguay.