Andares Cubanos

Andares Cubanos

Iliana Hernández Arce

Cuba es a la memoria, a la mirada, a los ojos como entrar en una máquina del tiempo y viajar a un pasado lleno de suspiros, risas y colores vivos como una instantánea kodak o una postal HD con filtro. Llegué a La Habana el 05 de febrero 2020, antes de que el Covid-19 nos colocara en la incertidumbre, invitada a la FILCUBA 2020 para participar en diferentes eventos. El primero fue el IV Encuentro Internacional de Promotores de Poesía el día 06 a las 11:30 donde hablaría del extraordinario poeta cubano que vivió y murió en México: Eliseo Diego, pude hablar del poeta y leer alguno de sus poemas, en el evento estuvo presente la hija del poeta: María Josefina de Diego García Marruz. Escritora habanera de quien conservo una fotografía y su sonrisa. El viernes 07 a las 12:00 horas durante el evento Presentación de títulos de poesía de autores invitados, presenté Trend en La Casa de la Poesía, tuve la idea de llevar libros para regalar y los coloqué en la mesa de lectura mientras leía, indicaba que eran “para quienes gustaran” los libros fueron encontrando lectores, lo mejor, comenzaron a asomarse futuros amigos. Ahora pienso en sus rostros que fueron saliendo del anonimato para mí. Ese mismo día a las 2:00 pm Foro: Poesía y sociedad. Proyectos de inserción comunitaria. En el que participé presentando el taller de poesía Calle de Cervantes, proyecto iniciado en octubre de 2015 y que continúa.

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Ccoches clásicos que habitan las calles de la Habana.

El sábado 08 en el hermoso edificio del Centro Hispanoamericano de Cultura llamado también “casa o palacio de las cariátides” desde su balcón me sorprendió el mar, a las 3:30 tiempo surrealista o de los sueños cubanos, presenté el programa radial que conduje hasta marzo de este año en Jalisco Radio: Poesía on the rocks, ahí mismo entregué un usb para su archivo histórico. Antes que, recintos, eventos, amigos lo primero que descubrí en compañía de mi amiga Esmeralda Cervantes, fue el café cubano casi al mismo tiempo que los mojitos, juntas aprendimos que hay de rones a rones y que el wifi fue otro sueño que hizo realidad el Hotel Armadores de Santander a un nada módico precio, eso sí tiene un bar maravilloso con vista al embarcadero, donde sirven mojitos con doble shot de ron. Había olvidado que en ese mismo hotel, a unos pasos de donde nos hospedábamos, en ese mismo bar de mi viaje al pasado intentaron leerme la mano, me negué estoicamente, la pitonisa tenía algo importante que decirme, me negué, ella se desencantó… jamás saldré de dudas.

En la noche del sábado 08 hicimos el recorrido en guagua desde la Vieja Habana hasta el Vedado, para formar parte del Festival Internacional de poesía Palabra del Mundo. Donde participamos poetas de 25 países. Después de la lectura regalé el único libro que me quedaba Relámpago Inmediato (2017) a Joel García, pintor cubano, quien lo recibió no sólo con gusto sino con gratitud, pues antes de salir con rumbo al aeropuerto para regresar a México, nos regaló una ilustración en óleo sobre tela. Ya habíamos donado los libros a la Casa de las Américas.

Como lo mejor suele venir al final, un día antes de mi regreso, salimos Julio Hernández y yo de la Universidad de La Habana para ir en un taxi cincuentero y brincón hasta el Castillo del Morro donde se encuentra el también emblemático faro; justo a los pies del Morro está el poblado Casablanca, “como la película”. Paseamos por el foso del Morro, compramos libros en el patio de la fortaleza, esa era La Feria del Libro. A nuestro regreso cruzamos el puerto en la “lanchita” nombre que dan a una vieja barcaza, mi paseo más inolvidable en La Habana.

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Canelita lleva un gafete como testimonio de que ya está esterilizado con la súplica “no me maltrates”.

Rumbo al aeropuerto, sin el tráfico de las horas pico que conocemos, recordé a los perros en la calle que llevan un gafete que los nombra: Canelita, su imagen y el testimonio de que ya está esterilizado con la súplica “no me maltrates”, también recuerdo la cantidad inimaginable, hasta entonces, de gatos de todas las edades que toman el sol en cualquier parque o jardín y los carros recolectores de basura que más bien se parecen a los que en México ofrecen: camote, calabaza y plátanos enmielados o tatemados. Su forma y limpieza es otra forma surrealista de los cubanos, difícil imaginar que recolectan basura.

Regresé con la misma cantidad de libros que llevé a Cuba, sólo que ahora lo que cargaba era/son recuerdos de amigos generosos: La canción del crucificado de Sergio García Zamora con el que ganó el premio Blas de Otero, Vasija de Laura García de Lucas, ganador del primer premio Rey David de poesía Bíblica Iberoamericana, Insectario Iberoamericano… y otros bichitos que recibí de unas editoras de Islas Canarias, con la advertencia “existen pocos, forma parte del acervo del Museo Reina Sofía”, Paisaje interior y a la llegada del Invierno de la poeta cubana Zurelys López Amaya, del último título me regalo varios para los miembros del taller y Julio Hernández ahora primo honorario, me regaló su más reciente cd, porque claro, Julio canta y toca la guitarra, ya que de músico, poeta y loco… Espero regresar a Cuba a la menor insinuación.

Fotos: Iliana Hernández Arce.