Exposición | El lápiz de la naturaleza en la Galería de Arte Mexicano

EXPOSICIÓN / EL LÁPIZ DE LA NATURALEZA EN LA GALERÍA DE ARTE MEXICANO

 

  • De la fotógrafa mexicana Yvonne Venegas, su obra es un puente donde la fotografía conecta dos puntos: por un lado, la paradójica realidad de nuestra experiencia social, en donde nuestras estructuras de poder se reflejan en las más comunes y mundanas expresiones diarias. Por el otro, en el registro del cuerpo y el gesto personal, reflejo a su vez de las estructuras emocionales e instintivas del retratado. En ambos casos, la fotografía cumple su esencia: es herramienta pura en el registro de la intimidad.

 

El lápiz de la naturaleza” son la serie de retratos femeninos de Yvonne Venegas y el título del tratado de fotografía de William Henry Fox Talbot, uno de los precursores de la camera oscura y del arte de la fotografía. Entregado en seis partes entre 1844 y 1846, El lápiz de la naturalezaincluye detalles de la historia de la técnica del arte de hacer imágenes con luz y nitrato de plata, y una selección de las 24 primeras fotografías.

En esa época, sorprendía el parecido del objeto de origen o causa con la imagen, que era creada por ‘escritores químicos’ con los que por primera vez, la mano del artista o la intervención humana parecían hacerse obsoletos. Es decir, uno de los efectos principales del ‘dibujo fotogénico’, era la veracidad absoluta de la imagen por medio de la impresión directa, completa en detalle y correcta en la perspectiva de la naturaleza en el papel fotográfico.

La apropiación de Yvonne Venegas del título del tratado de Talbot es un gesto irónico para enmarcar la serie de retratos que justamente cuestionan a lo ‘femenino’ como una cualidad conferida por la naturaleza y a la fotografía como un registro veraz de su causa. De este modo, uno de los logros de la serie es romper con el mito de la imagen que registra objetivamente la naturaleza para subrayar la intervención de la mirada en el acto fotográfico y que ésta, está siempre marcada por las relaciones entre quien mira y es mirad@, y las relaciones de género.

El proyecto “El lápiz de la naturaleza” inicia citando retratos femeninos encuadrados por miradas masculinas de la historia canónica de la fotografía. En algunas de las imágenes, vemos a mujeres fotografiadas en ángulos y poses que podemos reconocer de imágenes los “grandes maestros”, supuestamente el “origen” de este arte. Cabe mencionar que algunas de las retratadas, se dedican a oficios centrados en el cuerpo y que requieren un alto dominio del mismo: actuación, yoga, modelaje. En otras de las imágenes, vemos a Venegas en re-makes de auto-retratos de los “maestros” haciendo el papel doble de ser mirada y autora.

Las apropiaciones de Venegas, recuerdan a las de Sherrie Levine, quien a finales de los años 1970s cuestionó el papel del genio-artista romántico apropiándose de obras claves modernistas por un lado, deconstruyendo su fetichización por la historia del arte que liga a la creación con la autoría de gestos y miradas masculinos considerados como “auténticos”.

Para ello, Levine creó copias casi indistinguibles de imágenes y obras de otros, por ejemplo en su serie, After Walker Evans: 1-4 (1981).

Por otro lado, el gesto de copiar y replicar la obra de artistas hombres, tanto en Levine como en Venegas, puede leerse como una crítica feminista contra el patriarcado en la historia del arte y en la sociedad. ¿Cómo apropiarse de la creatividad, siendo ésta un atributo casi siempre únicamente masculino? ¿Cuál es el papel de la mirada femenina? ¿Tiene lugar en el mundo contemporáneo? ¿Podemos realmente detectarla?.

Exposición | El lápiz de la naturaleza en la Galería de Arte Mexicano
Exposición | El lápiz de la naturaleza en la Galería de Arte Mexicano

La serie de retratos femeninos y de auto-retratos de Venegas, aborda también la cuestión histórica de la mirada masculina habiendo construido ciertas formas de feminidad a través de encuadres de gestos y poses supuestamente testigos de una feminidad “natural” o “esencial”.

Es decir, la historia de la fotografía canónica está plagada de instancias en las que fotógrafos han usado al cuerpo e identidad femeninos para objetificar y sexualizar a las mujeres generando placer a partir de la mirada. Esto se logra retratando mujeres asumiendo gestos de “deseabilidad” desde el punto de vista masculino, con poses y gestos de sumisión, coquetería, infantilización o vulnerabilidad.

La mirada masculina nos ha atravesado históricamente sin preguntar, haciendo que se borre a la mujer en los retratos de fotógrafos hombres. Sin embargo, la “naturalidad” de lo femenino perpetuado por los códigos visuales de la fotografía moderna, es una construcción discursiva, ya que el cuerpo, siguiendo a Judith Butler, no es un “hecho mundo” o de la naturaleza, sino la reproducción de discursos predeterminados sobre el género. Es decir, no hay “cuerpos naturales” que pre-existan la inscripción cultural de gestos que en su conjunto, confieran “efectos de verdad” sobre la identidad sexual. Las identidades sexuales, al igual que la fotografía, son “construcciones” y no efectos naturales. Por eso, si la fotografía es una imagen construida por un juego de miradas, el género es un performance de ciertos códigos de las identidades de género y de estilos corpóreos dados.

Desde este punto de vista, los retratos de Yvonne son una interrogación de los gestos normativos de la feminidad construidos por la mirada masculina cambiando los términos de la relación tradicional entre “fotografiada” y “fotógrafo”. Subrayando el hecho que el deseo de la sujeta de la mirada también entra en juego en estos retratos, Yvonne dibuja formas otras de retratar a las mujeres: primero, a través del autorretrato, haciendo ella misma el performance no verbal de gestos “masculinos” imitando a los “maestros”; luego recupera el lente para construir miradas que dan pie a la asertividad de la identidad de las mujeres retratadas, transmitiendo un tipo de belleza y feminidad no necesariamente condicionadas por el repertorio de gestos y poses sexualizados y pre-establecidos por la mirada masculina.

Fotografiando a sus amigas y a mujeres con las cuales establece lazos de amistad, da pie al juego, a dejar a que la mujer se muestre tal y como es, a liberarse de la carga (o no) del performance de una “feminidad” sexualizada y pre-escrita. De este modo, los retratos de la serie “El lápiz de la naturaleza”, quebrantan y renegocian los códigos de la feminidad y masculinidad de las fotografías “originarias” al ser el resultado del acto de una “mujer mirando a una mujer” que es fruto también de la complicidad y lazos otros.

Hay que considerar que la serie de retratos de Venegas “El lápiz de la naturaleza”, es uno de los paneles de un díptico que se engarza con la exposición “Días únicos: el estudio y su archivo” coetánea en el MUAC. La exposición también se basa en la apropiación de “un origen”, en este caso, de los archivos de José Luis Venegas, dueño del Estudio Venegas en Tijuana y papá de la fotógrafa. Yvonne hace una relectura de los archivos que produjo el estudio en los años 1970s de fotografías de bodas. Venegas papá fotografió bodas a partir de la fórmula clásica de “25 momentos importantes”: la novia poniéndose un arete o acomodándose el velo delante del espejo, los novios comiendo pastel, etc. En fin, las fotos de boda registran un vocabulario de gestos a partir de un guion pre-escrito que elimina la espontaneidad representando las convenciones aspiracionales y códigos sociales (incluyendo roles de género) de una clase media todavía en construcción. Las tomas de las que se apropia Yvonne para la exposición, combinan fotos de los “25 momentos importantes” con fotos que no se imprimieron para el álbum de bodas por desviarse de las normas y del contrato social por el cual éstas imágenes de bodas se rigen.

En su conjunto, los “momentos importantes” registran un vocabulario de roles, gestos, poses y personajes que trascienden a las imágenes para ser elocuentes sobre la perpetuación de una cultura material y construcción de una clase social (los meseros u otra gente dedicada al servicio no salen en las fotos de los álbumes de bodas, por ejemplo). Además, los gestos y poses, están condicionados por la repetición y se vuelven más o menos inconscientes, perpetuando un tipo de “comportamiento figurativo” que no puede disociarse ni del lenguaje ni de la comunicación. Más allá de la conciencia del devenir imagen de los sujetos fotografiados, los “momentos importantes’ reflejan la realidad en símbolos gestuales traducidos a formas materiales de

Convenciones sociales. Al mismo tiempo, registran estados infra-verbales de comportamiento visual, comunicando a través del material físico del cuerpo convenciones transmitidas por medio de la repetición y la coerción. Por eso, la intervención de Yvonne en el archivo de su papá interrumpe el “comportamiento figurativo” normativo para desogranizar la representación de los códigos sociales revelando el aspecto y función de la fotografía como contrato social y la construcción (y no naturalidad) de las convenciones sociales y de género.

La exposición “El lápiz de la naturaleza” remata con la puesta en escena en tres dimensiones de una fotografía de Manuel Álvarez Bravo, Retrato ausente (1945). En la foto original, vemos un vestido de mujer acomodado cuidadosamente en una silla encuadrado por un aura de luz que entra de forma diagonal por la ventana. La versión de Yvonne, muestra un traje de hombre acomodado sobre la silla adornado con un reloj de bolsillo originalmente un contenedor de maquillaje apropiado). Si desde el punto de vista feminista podríamos leer la ausencia de cuerpo en la foto Álvarez Bravo el resultado de la idealización absoluta de la mujer, en el remake de Yvonne, la ausencia del cuerpo – que es un cuerpo codificado ya como andrógino, porque la fotógrafa se retrató usando el traje -- denota que el género, además de ser una construcción, es una serie de códigos de los cuales a veces es imperante apropiarse.

Denota también la inescapabilidad de la materialidad del cuerpo, de la realidad del sexo biológico, tal como atestigua el interior del reloj que contiene la última menstruación de la artista. Según Simone de Beauvoir, la menopausia es el inicio del estado ideal de la mujer: un tercer sexo liberado de la carga del sexo y la posibilidad de la reescritura de género impuesto por las convenciones sociales del heteropatriarcado.

Gardi Emmmelhainz

Inauguración: Jueves 05 de septiembre | 18:00 a 21:00 h | Galería de Arte Mexicano (GAM) Gobernador Rafael Rebollar 43 col San Miguel Chapultepec. Entrada Libre.