Asomarse al trabajo plástico erótico del maestro León Naranjo nos lleva al mundo del cuerpo y de nuestro erotismo, con trazos simples, pero metamórficos, son obras que se comunican por sí mismas, dicen algo y ese algo se topará con el código de la persona que mira. Y es ahí en esa zona que sucede algo el choque de la mirada y la gramática del cuadro.