Arteria | Leonardo Cuesta

Arteria

Leonardo Cuesta

El director y actor Leonardo Cuesta (Cuba) presentó la obra escénica "Arteria", en el Centro Cultural Domingo Soler de Acapulco. Trabajo escénico que obtuvo el beneficio del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico de Guerrero (PECDAG). Fueron siete presentaciones en el mes de marzo, que se realizaron a las 19 h.

Arteria
Antonio Kram (Leonardo Cuesta)

Leonardo Cuesta presentó un trabajo íntimo, que puso en ejercicio su capacidad histriónica, la obra fue adaptada desde un relato de su autoría, y no solo actuó en la obra, sino que la dirigió, otro ejercicio que pone a la luz su saber escénico.

Antonio Kram Masip (personaje) acude con la psiquiatra, ya que no puede dormir, las pesadillas lo carcomen noche tras noche. Antonio, de origen cubano y en residencia, quizá en un psiquiátrico de un país fuera de Cuba, también de su lado derecho lo persigue una voz, ésta como las pesadillas, le recuerdan la muerte de un compañero de tropa, que se desangra por la arteria, por una volcadura de un camión militar en el que viajaban, cerca con la base de Guantánamo.

Leonardo Cuesta
Escena onírica 

El escenario es partido en dos (solo se hace uno, a la entrada y salida de Antonio) en uno él está en sesión, manteniendo un relato guiado por las preguntas de su doctora y en el otro escenifica las pesadillas y sus demonios. 

Freud menciona dos elementos de los sueños, lo manifiesto y lo latente, lo manifiesto es tal como recordamos los procesos oníricos, y lo latente es eso que se esconde detrás de lo que se narra, ahí se da el ejercicio de la interpretación. Antonio mencionó chofer y no sé, en varias ocasiones, más de las necesarias, ahí la doctora, su psiquiatra tendrá que husmear en la mente, ya trastornada, del ex militar cubano.

Leonardo Cuesta
Con la doctora

Quién no se ha despertado de una pesadilla, para saber que estaba soñando y sentir ese alivio, la cuestión aquí es que son recurrentes, y que se abrazan con recuerdos vividos, algo que lo atormenta, y eso es transmitido con la actuación del actor, la desesperación, el enfado y la rabia, se plantea en el escenario.

Una obra que después de ser vista, se presta para compartir el café o cualquier bebida para tocar temas tanto de la conducta humana, como sociales.