Los 90 años del ángel triste del jazz y sus mejores grabaciones
Las adicciones y los problemas económicos marcaron la vida del trompetista estadounidense que, el 23 de diciembre, hubiera cumplido 90 años.
Elegante, apuesto, simpático, magnífico cantante de baladas y rodeado de malditismo, Chet Baker es uno de los músicos de jazz que más pasiones ha levantado.
“Mi padre había conocido a mi madre cuando tocaba en los bailes que se celebraban los sábados por la noche en los graneros de la región. Tocaba la guitarra muy bien, le encantaba la música. Se casaron al poco de conocerse, y el 23 el diciembre de 1929 nací yo”.
Con estas palabras recordaba Chet Baker el noviazgo de sus padres en 'Como si tuviera alas', una suerte de memorias del trompetista estadounidense que en este año cumpliría 90 años, si no hubiera sido por el trágico accidente que le costó la vida en 1988 y cuyas causas no están del todo claras. Aunque se habló de suicidio, según relataron sus allegados, el dueño del hotel en el que se alojaba en Ámsterdam le echó del establecimiento al no poder pagar la habitación, quedándose a cambio de la deuda con su equipaje, incluida su trompeta. Ante el riesgo de perder su herramienta de trabajo, el músico habría decidido acceder a la habitación trepando por una cañería de la pared, con tan mala suerte, que acabó cayendo de una altura que resultó mortal.
Ese dramático final no hizo más que alimentar esa leyenda negra que afirmaba que Baker era yonqui que había dilapidado el talento que le había hecho famoso y que, arruinado, malvivía actuando y grabando discos por Europa o Japón, países en los que aún mantenía el prestigio que había perdido en Estados Unidos.
Sin embargo, las cosas no resultan tan sencillas. Como relata su esposa Carol Baker en el prólogo a la edición de 1997 de esas memorias, “en una persona siempre hay mucho más de lo que el público consigue ver, y esto nunca ha sido más cierto que en el caso de Chet Baker. No se le puede describir tan solo como músico, drogadicto, marido o leyenda. Era todo eso y mucho más”.
Entre esas muchas cosas, Baker era un muchacho de Yale, Oklahoma, al que su padre, músico aficionado, quiso iniciarle en el trombón “porque era admirador de Jack Teagarden”. Cuando comprobó que el pequeño Chet no era capaz de llegar a las notas bajas porque no le alcanzaban los brazos para estirar la vara, le compro una trompeta “porque también era admirador de Bix Beiderbecke”, recordaba el músico.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Baker cumplió el servicio militar en la marina y, tras el periodo de adiestramiento, su compañía fue destinada a Europa. En Alemania escucharía por primera vez a Dizzy Gillespie, Stan Kenton y otros músicos estadounidenses, que sonaban más en las emisoras creadas por el ejército para entretener a la tropa que en las radios convencionales de su propio país.
Una vez licenciado, Baker comenzó a tocar la trompeta en las jams sessions de los locales de jazz de Los Ángeles en las que también participaban artistas como Shelly Manne, Frank Morgan, Shorty Rodgers, Art Pepper o Dexter Gordon. “Aquello era bastante exclusivo. Al cabo de un tiempo, por fin pude hacer un set entero; luego fueron dos, y a la sazón aquella sesión fue mía y todos tenían que pedirme permiso para entrar” comentaba el músico.
En recuerdo de los buenos tiempos y con motivo de su cumpleaños noventa, destacamos cinco de sus mejores grabaciones.
Además de trompetista, Baker fue un estupendo cantante. En este disco, publicado originalmente como un diez pulgadas con portada del fotógrafo William Claxton, se incluyen versiones cantadas de 'But not for me', 'My funny Valentine' o 'The thrill is gone'. Un disco clásico que podría estar a la altura de trabajos de crooners consagrados como Frank Sinatra, Mel Tome o Tony Bennet.
Grabado en septiembre de 1958, Chet Baker está arropado en este LP por una banda de verdadero lujo formada por, entre otros, Paul Chambers al contrabajo, “Philly” Joe Jones a la batería y Johnny Griffin al saxo tenor. Entre los temas que se incluyen destacan 'Fair weather' y 'Blue thoughts', ambos de Benny Golson, y 'Solar' de Miles Davis, músico al que Baker admiraba profundamente, en especial desde la publicación de 'The birth of the cool', disco que le impactó en su momento y que no dejaría de escuchar a lo largo de toda su vida.
Acompañado de músicos como “Philly” Joe Jones en la batería, Kenny Drew en el piano y Sam Jones en el contrabajo, este disco incluye otra buena tanda de temas cantados por el músico de Oklahoma como 'Old devil moon', 'Do it the hard way', 'You’re driving me crazy' y 'Everything happens to me', tema que Baker aprendió en sus primeros años como trompetista de su propio autor: “A veces iba hasta Manhattan Beach a un sitio llamado Esther’s, donde trabajaba el gran Matt Dennis. Era muy buena gente; siempre le pedía que hiciera un tema suyo titulado ‘Everything happens to me’. A veces me dejaba tocar con él”. Además, la portada, diseñada por Paul Bacon, demuestra que Chet Baker es uno de los hombres a los que mejor le sientan los jerséis de cuello vuelto.
Grabado a caballo entre 1958 y 1959, este LP muestra lo gran músico que era Chet Baker. No solo por sus soberbias interpretaciones de 'It never entered my mind', 'Time on my hands' o 'Alone together', sino por la calidad de los artistas que consiguió reunir para que lo acompañasen y entre los que se cuentan Bill Evans al piano, Kenny Burrell a la guitarra, Herbie Mann a la flauta travesera, Paul Chambers al contrabajo, “Philly” Joe Jones a la batería y Pepper Adams en el saxofón barítono. Para muchos críticos, “Chet", también conocido como 'Ballads by Chet Baker' es, sin discusión, uno de los mejores discos del trompetista.
Uno de los primeros discos que Chet Baker grabaría en Europa en la época en la que el trompetista estaba en estado de gracia y no acuciado por las deudas o problemas económicos. Aunque la mayoría de los músicos que le acompañan son italianos, el sonido del disco recuerda al de las grabaciones de Baker y sus amigos de la Costa Oeste. Un disco que demuestra que los años de ocupación estadounidense en el país transalpino dieron muy buenos resultados y que lo que sentían los italianos por Baker era verdadera devoción. Entre los temas incluidos se encuentra ese 'Cheryl blues' que hizo que Charlie Parker le contratara al principio de su carrera.
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