En tiempos de pandemia: vital volver al trueque
"De una tradición milenaria
a una necesidad común..."
Los tiempos nacientes nos hacen repensar las tan necesarias y urgentes estrategias anti-contingencia, y una de ellas es volver al trueque o intercambio. El trueque, una práctica que resurge durante la crisis sanitaria por la pérdida de empleo y colapso económico, es una de las principales causas para que las personas opten por intercambiar productos y servicios, en un intento por evitar el uso del dinero y sobrevivir la pandemia. La crisis provocada por el virus SARS-CoV-2, denominado COVID-19, transita hacia la nueva era de confinamiento involuntario, y el trueque se aviva con más fuerza en muchas partes de México y en diferentes zonas del mundo, entre vecinos, amigos, familiares, colonias, barrios, pueblos enteros, están reinventando espacios sociales que se pensaban olvidados en medio de los estragos.
Tradición y resistencia desde la época prehispánica
El trueque es una práctica milenaria libre y natural del ser humano para la cual debe existir previamente el excedente, si bien fue desterrada en tiempos remotos, pero recientemente ha adquirido un valor renovado en distintos contextos. Históricamente, ha permitido obtener una variedad de productos (agrícolas, artesanales, pecuarios, etc.) que no se dan en las tierras o se elaboran localmente, pero sí en otras comunidades y regiones, por diferentes condiciones, saberes o conocimientos. Aunque su práctica disminuyó mucho con la introducción del dinero y del sistema capitalista, nunca dejó de existir. Sin embargo, no se ha descrito ninguna comunidad en la que el trueque existiera como el medio principal de acceso a bienes, lo que desmiente la extendida concepción de que el trueque era una fase previa a la aparición del dinero. A diferencia de la compra-venta habitual en la que vivimos, en el trueque no intermedia el dinero como representante del valor en la transacción.
En el siglo XVI en la Nueva España, los trueques e intercambios de mercancías por mercancías, y tal era quizás el más arraigado estilo de intercambio en los mercados del Posclásico Tardío mesoamericano. Aunque sólo tenemos unos cuantos ejemplos específicos que remiten a los tiempos prehispánicos, todos los bienes (no sólo los más caros) se hallaban seguramente disponibles para el intercambio por medio del trueque. Aun así, algunos tipos de monedas permitían los intercambios en los muchos mercados establecidos por todo el mundo mercantil […]. En Mesoamérica, al menos hacia el Posclásico Tardío (a.c 1350-1521), diferentes tipos de materiales y objetos funcionaron según se dice como medios de intercambio en los bulliciosos mercados. Se incluían entre éstos, especialmente, granos de cacao, mantas de algodón y hachas de cobre. Cascabeles de cobre, cuentas de piedras preciosas, conchas rojas, sal y cañas de plumas de ave rellenas con polvo de oro se mencionan menos a menudo como formas de dinero (Berdan, 2013). Tres condiciones marcaron el intercambio comercial y la producción de los pueblos originarios, la vivienda, el vestido y los alimentos, para ello se crearon regiones especializadas según lo que producían. Algunas regiones se dedicaban a la extracción de sal, la pesca, la lana, la cal, los petates y los productos alimenticios agrícolas; esta estructura social estaba desde el período azteca, enseñado por los gobernantes. Los oficios se mantuvieron en casi todo el período colonial: carpinteros, albañiles, herreros, barnizadores, sastres, joyeros, fabricantes de carretas, dedales, rosarios, sombreros de todo tipo. El pago del tributo se hacía por medio del grupo al que se pertenecía. El intercambio se realizaba en los tianguis (mercados indígenas), los mercados de antes de la conquista eran tan vastos en productos, cultivados y elaborados por los propios comerciantes, que aparte de la agricultura hacían ornamentos de oro, plata y piedras preciosas, ropa y animales comestibles. En la etapa prehispánica, los pueblos originarios construían sus casas, hacían sus vestimentas y producían sus alimentos; los metates, molcajetes, petates, las artesanías, entre otros objetos necesarios en el hogar eran intercambiados en los mercados indígenas; estas áreas de la economía indígena no llamaron la atención del colonizador español (Langarica, 2017).
El trueque: fortalecimiento de la economía familiar
Este sistema tiene como ventaja el no usar dinero como mediador, pero también presenta el inconveniente de que en una negociación injusta habrá quienes quieran sacar ventaja del otro. El arreglo se realiza entre bienes que se consideran de igual valor, sin usar dinero, priorizando el valor de uso.1 Es decir, no debe haber desconfianza y quedar dudas de que uno recibió más y el otro menos. El trueque retorna y con más ímpetu, como una acción económica solidaria y recíproca, pues muchas personas, acostumbradas a vivir al día, fueron obligadas a pausar sus actividades laborales por el confinamiento y han iniciado la búsqueda de nuevas alternativas en medio de la pandemia. Con su revivificación se fomenta el reconocimiento de estos espacios valiosos para el abastecimiento de productos de primera necesidad como son los alimentos que integran la canasta básica. También, persigue la sensibilización y revaloración de los productos locales y reactivación de la economía. Es por ello, que se ha hecho vital para sostener y reconstituir una práctica prehispánica en tiempos de crisis.
En México este sistema de comercio ancestral, aún se realiza en algunos pueblos originarios del país (Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Morelos, Michoacán, Hidalgo, entre otros). Las experiencias son muy diversas e implementadas en zonas rurales como urbanas; todas estas prácticas están permitiendo a miles de personas sobrevivir y resistir la pandemia que intensifico su proliferación desde el mes de marzo. Estos grupos organizados Intercambian frutas, verduras, semillas por artesanías, tejidos o productos para el hogar. Son acciones colectivas, semejantes a la época prehispánica, en la que los tianguis o mercados se instalan en los sitios considerados el corazón de la ciudad o cabeceras municipales, hasta donde llegan para intercambiar sus productos, y así conseguir lo necesario para la subsistencia familiar.
En estas regiones, hasta antes de la pandemia, el trueque se realizaba en ocasiones, con excedentes de cosechas o artículos sobrantes de los hogares. Sin embargo, que la economía se haya paralizado y, en consecuencia, no tener dinero para adquirir bienes y servicios deseados hizo que mucha gente volviera al trueque, más que para deshacerse de cosas, florece como una alternativa real. No obstante, éste sostiene la economía de diversos comerciantes, pues a causa de las bajas ventas y problemas socioeconómicos que trae consigo, ellos prefieren intercambiar sus productos y evitar pérdidas, por eso han hecho vital la práctica del trueque como un sostén del mercado y comercio local.
En plena cuarentena suceden nuevamente los intercambios, como son los casos de pequeñas ciudades del estado de Guerrero, donde viven y predominan familias campesinas e indígenas, trabajadores con salarios medios y muchos otros informales que viven al día. El sector informal ha sido el más afectado al reportar, en los primeros cinco meses del año, una caída en el empleo del 27% (Coneval,2020). Esto golpea a cientos de miles de familias y en especial a pueblos originarios y campesinos. En la región montaña, artesanas y artesanos también han estado recurriendo al trueque para sobrevivir al confinamiento, apoyándose unos a otros. Por ejemplo, por la falta de ventas, mujeres indígenas salen a las calles para intercambiar sus artesanías por alimentos. Asimismo, vendedores de jamaica y semilla de calabaza de la Costa Chica, también han recurrido al intercambio para obtener bienes básicos para sobrellevar la pandemia, intercambian paquetes de kilos o litros de productos, por utensilios para el hogar u otros productos comestibles que ellos no producen, denominado por ellos mimos, como un " trueque solidario".
En este mismo sentido, por la imposibilidad de juntar a muchas personas en un mismo lugar, y por medidas sanitarias establecidas por la Organización Mundial de la Salud, la población ha tenido que reinventarse otras formas de hacer trueque y, por lo tanto, desde hace dos décadas en diferentes países empezaron a usar las redes sociales “trueque en línea”. La práctica del trueque se ha renovado desbordando su contexto original para ser instrumentalizado en ámbitos aparentemente contrarios y disímiles, entre los cuales el comercio y hasta personas que convierten esta práctica en un proyecto de vida, a través de grupos y redes sociales. Donde se truequea de todo; comida, ropa, útiles escolares, materiales para arte, instrumentos musicales, electrodomésticos, muebles y demás. La diferencia es que estos espacios son dirigidos para nichos muy específicos como madres de familia, jóvenes, gente interesada en el reciclado o reutilización de las cosas. En el contexto de confinamiento por el inconveniente de salir a las calles, de trabajar y generar ingresos, esta opción de intercambio en la era digital, ha sido certera para divulgar esta práctica económica innovadora.
Tianguis, ecotiendas y mercados locales: nichos del trueque
En Coyuca de Benítez se han intensificado las acciones de producción, comercialización e intercambio local, pues representan un modo viable en tiempos de crisis. A pesar de la producción local existente, el inminente cierre temporal de mercados y comercios -para evitar la propagación del virus-, mermó las ventas de las estrategias campesinas que promueven organizaciones campesinas en Costa Grande, situación que propicio la reorganización de los intercambios o trueques de alimentos y de otros productos, esto robusteció los circuitos cortos de comercialización; además brindo la posibilidad de mejorar la viabilidad socioeconómica y alimentaria, como hoy se hace de comunidad a comunidad y de comunidad a colonias y barrios en la cabecera municipal. De igual modo, se establecieron ventas directas de productor a consumidor (con las medidas sanitarias pertinentes), una relación de confianza edificada desde años, que en plena pandemia tomo mayor relevancia: “consumo local y adquisición de productos sanos y nutritivos”. Actualmente, las actividades del Tianguis Campesino Agroecológico -un espacio social de venta e intercambio que data desde el 2009 en la región-,2 se empiezan a reanudar paulatinamente, sus miembros están fortalecidos emocionalmente, pues han reiterado a las autoridades en diferentes espacios, que la producción comunitaria de alimentos se mantiene y la urbana va en aumento. Aparte de exigir la eliminación de alimentos basuras de las dietas ante futuras pandemias, cuyos daños están ampliamente comprobados. Hoy, la población urbana en Coyuca de Benítez está interesada en dejar de consumir los productos que ofrecen las corporaciones, y transitar hacia el consumo de alimentos tradicionales, compra de alimentos en mercados locales, tianguis campesinos, eco tiendas, etc., así, como en organizar intercambios entre el campo y la ciudad, escenario que está caminando, que serán acciones vitales en la nueva normalidad (Cortez,2020:25).
En resumidas cuentas
El trueque puede ser una manera de disminuir los gastos y ahorrar, y sobre todo en estos tiempos, pero también es una forma de resolver necesidades urgentes y generar circulación de la economía, logrando contrarrestar los efectos de la pandemia, demostrando así su pertinencia real y material frente al sistema económico capitalista establecido. El trueque resurge como práctica social, política y económica en variados grupos indígenas, campesinos y en especial en la población urbana. Esto demuestra que no sólo sirve para sobrevivir, sino que desafía la economía capitalista, al volver a un sistema donde la moneda de cambio es el mismo producto, con un valor similar y no desigual. En la que denota una relación social especial en condiciones sociales bien definidas. Por esta razón, el intercambio ancestral se ha vuelto común entre varias comunidades de las regiones de Guerrero, del país y del mundo, siendo una forma de solidaridad que permite fortalecer las economías territoriales que alterna con el acceso a tianguis o mercados locales, donde tales limitaciones en el uso del dinero no existen y, por el contrario, donde el intercambio y mercado se fortalecen simbióticamente con el mismo significado: trueque.
[1] Son utilidades que satisfacen necesidades de la familia, basado en una economía natural en la que prevalece la no expresión monetaria. Fundamentada en una forma de autoproducción y autoconsumo familiar, donde la familia produce para comer, intercambiar o vender, así como satisfacer otras necesidades para su subsistencia.
[2] La Unión de Pueblos para el Desarrollo Sustentable de Coyuca y Acapulco, Universidad Campesina del Sur, Promotores de la Autogestión para el Desarrollo Social, Red de Campesinos Guardianes del Maíz Nativo, Red de Mujeres Trabajando por el Bien Común, Red de Productores de Insumos Agroecológicos y el Tianguis Campesino Agroecológico de Coyuca de Benítez, son organizaciones que integran el colectivo promotor de estrategias de mercado e intercambio local.
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Bibliografía
• Berdan, Frances (2013) Los medios de intercambio en la época prehispánica y la Colonia. En Arqueología Mexicana núm. 122, pp. 62-67.
• Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (2020).
• Cortez Bacilio, Marcos (2020) Alternativas para construir soberanía local, agricultura familiar campesina y circuitos cortos de comercialización: una experiencia en Guerrero, México. En Revista de Agroecología, Leisa, octubre 2020, volumen 36, número 3. Lima, Perú. Pp.22-25.
• Langarica Arreola, Luis (2017), producción indígena en México, el intercambio o trueque. América Latina en Movimiento. Alainet