Muestra de Piedad
Antes de ti, de tu amistad. Yo no era nadie, yo no era nada. Había perdido el rumbo de mi vida, mis ganas de amar este mundo, mis esperanzas en repararlo y salvar lo poco bueno que aún queda de este. Estaba convencido que no había salvación para nadie y que no valdría la pena intentar ayudar a cualquier persona, porque eran indignos de perdón y compasión, éramos todos indignos de ello.
Mi alma, mi espíritu y mi corazón eran un animal enfermo, hambriento y herido. Lleno de temor e ira irracional a cualquiera que quisiera acercarse a este aunque fuera solamente para ayudar. Me regalaste esperanza, me regresaste la fe. Trajiste un instante de paz a un alma que vivía en guerra constante consigo mismo. Tú llegaste y fue como si la suave mano de un ser lleno de generosidad calmara la ira y el miedo de ese animal moribundo. Yo estaba sufriendo y tú sanaste mi dolor, yo estaba muriendo y tú me obsequiaste vida, más vida, verdaderos deseos de vivir... Pude respirar profundo, fui libre y me sentía a salvo.
Es por eso que no puedo dejar de sentirme en deuda contigo, me hiciste algo tan bueno y tan grande que mi mente e imaginación no logran hayar la forma en cómo devolverte el favor.
Es por eso que debo apoyarte en todo lo que hagas, ayudarte en todo lo que pueda y aceptar dónde decidas colocarme a mi en los recuerdos de tu vida. Eres una persona fantástica, un ser de luz lleno de bondad, calma y paciencia. Eres un ángel, un ángel de la guarda. Y es bajo tus alas de lecciones y buenas enseñanzas que yo vivo mi vida ahora.
"Los hombres no pueden ser amigos de los dioses". Porque los dioses son tan perfectos y virtuosos que jamás serán iguales a los hombres. Porque somos pecadores llenos de defectos.
Pero ahora creo, cuando pienso en ti, que los hombres por lo menos podemos ser amigos de los ángeles.
Por Frank Carmona