La primera huella en el mundo artístico
“Todo arte consiste en dar el ser a algo”
Aristóteles
Más allá del mérito a las respectivas instituciones, a los padres o incluso a los maestros, artistas en esencia pura, el mérito es para los jóvenes que no sólo han tomado la decisión de envolverse en el arte, sino que han demostrado que en Acapulco hay talento y que este, fuera tenerlo de manera innata o no, puede ser parte de todos nosotros.
Debo de admitir que no iba con muchas expectativas, iba a capturar evidencias para la nota y listo, eso era todo. Sin embargo, desde el primer momento, como un buen libro o cualquier buen espectáculo, el número que abre la presentación, llamó mi atención.
El viernes 7 de febrero, se realizó la presentación de los proyectos finales de alumnos de la Escuela de Iniciación Artística Asociada al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) J37 Centro Cultural Acapulco.
Un grupo de jóvenes mujeres del taller de danza contemporánea, impartido por la maestra Athina Masiero, presentaron un baile lleno de fuerza con un mensaje feminista que cautivó al público.
Enseguida, se presentó el taller de música, impartido por Mónica López y René Castellanos interpretando la canción de Aleluya tanto con diferentes instrumentos como el teclado, la guitarra, el ukelele y el violín, así como un par de voces femeninas que destacaron con su dulce tesitura.
Después, se presentaron los alumnos del taller multidisciplinario en una obra de teatro llamada La Danza de la iguana, donde los jóvenes demostraron sus distintas habilidades en la actuación, la música, el baile y las artes plásticas. Dicho número, arrebató risas de la audiencia que estaban emocionados grabando a los participantes por su ingeniosa habilidad narrativa que rescataba la cultura de nuestro estado de manera chusca.
Finalmente, se invitó a los presentes a disfrutar de una pequeña exposición de los alumnos del taller de artes plásticas, impartido por el maestro Héctor Correa Maciel y Héctor Alquisira y a una convivencia con tamales y chilate servido en jícaras que un comité de padres de familia llevó para ser más amena la actividad cultural