Poema Aventura del escritor francés Arthur Rimbaud

Aventura

 

Con diecisiete años, no puedes ser formal.

-¡Una tarde, te asqueas de jarra y limonada,

de los cafés ruidosos con lustros deslumbrantes!

-Y te vas por los tilos verdes de la alameda.

 

¡Qué bien huelen los tilos en las tardes de junio!

El aire es tan suave que hay que bajar los párpados;

Y el viento rumoroso -la ciudad no está lejos¬-

trae aromas de vides y aromas de cerveza.

 

De pronto puede verse en el cielo un harapo

de azul mar, que la rama de un arbolito enmarca

y que una estrella hiere, fatal, mientras se funde

con temblores muy dulces, pequeñita y tan blanca…

 

¡Diecisiete años!, ¡Noche de junio! -Te emborrachas.

La savia es un champán que sube a tu cabeza…

Divagas; y presientes en los labios un beso

que palpita en la boca, como un animalito.

 

Loca, Robinsonea tu alma por las novelas,

-cuando en la claridad de un pálido farol

pasa una señorita de encantador aspecto,

a la sombra del cuello horrible de su padre.

 

Y como cree que eres inmensamente ingenuo,

a la par que sus botas trotan por las aceras,

se vuelve, alerta y, con un gesto expresivo…

-Y en tus labios, entonces, muere una cavatina…

 

Estás enamorado. Alquilado hasta agosto.

Estás enamorado. Se ríe de tus versos

Tus amigos se van, estás insoportable.

-¡Y una tarde, tu encanto, se digna, ya, escribirte…!

 

Y esa tarde… te vuelves al café luminoso,

pides de nuevo jarras llenas de limonadas…

-Con diecisiete años no puedes ser formal,

cuando los tilos verdes coronan la alameda.