Pedro Páramo y El Llano en Llamas
No me deja de sorprender la importancia y la omnipresencia de la muerte y la violencia en la historia y la cotidianidad mexicana, que en realidad creo que es de toda Latino-América. Es muy interesante ver lo cotidiano de la muerte en esta novela, la naturalidad del asesinato.
En este sentido Juan Rulfo inaugura la visión del realismo mágico de la muerte. En esta literatura el personaje la vive en las narraciones en su forma pura y directa. Los personajes de la literatura del realismo mágico viven naturalmente los prodigios, sin intentar explicárselos a ellos mismos ni explicárnoslos a nosotros, los lectores. Simplemente, son seres que viven en estado de magia.
A lo largo de todo el libro hay muertes, los asesinatos se perpetúan como algo natural, simplemente a veces por un impulso del personaje. En este libro todos mueren. La violencia está en cada página, hay escenas en las que la muerte nos es presentada como un evento cualquiera, el asesinato como un cotidiano. En el cuento La cuesta de las Comadres se narra:
“Por eso, al pasar Remigio Torrico por mi lado, desensarté la aguja y sin esperar otra cosa se la hundí a él cerquita del ombligo. Se la hundí hasta donde le cupo. Y allí la dejé (...) Hacía mucho que no me tocaba ver una mirada así de triste y me entró la lástima. Por eso aproveché para sacarle la aguja de arria del ombligo y metérsela más arribita” ...
Me fue inevitable a veces pensar en la naturalidad y la presencia de la muerte y la violencia acá como en 2666, donde hay asesinatos por doquier, donde la sociedad los perpetúa y los ve tan naturales, que se pierden en el viento, en las horas que pasan sin resolverse.
Todas estas escenas, personajes, lugares y fenómenos van pasando en el libro de una manera diáfana, sedosa, natural. La narrativa de Rulfo es poderosísima en su austeridad. Grita en su susurro. Es impactante.
Rulfo decía en una entrevista que una de las dificultades más duras que enfrentó en Pedro Páramo fue la cuestión del tiempo. La historia la narran muertos, ¿cómo darle una continuidad temporal a la muerte? La respuesta: no dársela. En la novela no hay tiempo, los eventos suceden sin sucederse. Solo se narran y no sabemos a veces qué fue antes de qué, y no importa tampoco.
En toda la novela, pero sobre todo con respecto a este trato del tiempo, recordé mucho a García Márquez con su Cien años de soledad. Hay en el libro varios personajes que se llaman como los de esa novela, y algunos parecen no ser tan coincidenciales, como el de Melquíades, por ejemplo. También hay una parte en Pedro Páramo que dice: El padre Rentería se acordaría muchos años después de la noche en que la dureza de su cama lo tuvo despierto y después lo obligó a salir. Una estructura muy parecida, sin duda a “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevo a conocer el hielo…”.
Comentario:
Bueno lectores, realmente recomiendo este libro porque las historias son muy atrapantes y la prosa de Rulfo, como dije, es maravillosa. A veces sentí que era como si nos sentáramos al lado de un anciano cansado, de movimientos lentos, que nos señala una silla para que la arrimemos a la de él y nos diga “Venga yo le cuento una historia” y empieza a contarla con lentitud, como escogiendo las palabras para no gastar de más fatiga y aire, con voz suave que toca como cerrar los ojos para escucharla. Esa es la prosa de Rulfo, es una prosa delicada, en la que hay que leer cada letra de cada palabra, cada frase es un mundo, y cada punto un respiro.
jalil@adncultura.org