Reseña | Alguna noche sin rastro

ALGUNA NOCHE SIN RASTRO

 
Reseña del libro "La noche sin nombre", de Hiram Ruvalcaba.
Libro ganador del Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2018.

 

 

Por Luis Ricardo Palma de Jesús.

 

No hace mucho tiempo compré algunos libros ganadores del Premio Nacional de Cuento Joven Comala; varios me gustaron mucho, sobre todo por los personajes y situaciones tan entrañables de El problema de los tres cuerpos; por las sensaciones extrañas y oníricas de Cabalgata en duermevela; por la nostalgia de El desconocido del Meno y la violencia exacerbada y cotidiana de un mundo dibujado en Musiquito del talón. Sin embargo, en esta ocasión quiero hablar un poco de La noche sin nombre, también publicado en editorial Tierra Adentro, del escritor jalisciense Hiram Ruvalcaba, y de la gran factura de estos relatos que mantienen al lector con las comisuras desgastadas.

 

El libro está compuesto por nueve relatos, de temas variados; pero que sin duda el suspenso es el arma más letal de estas historias. La primera historia, “Paseo nocturno”, me recordó mucho al thriller Contrapunto, una película de Oriol Paulo que presenta a personajes perfectamente trazados y una historia bien ensamblada. El acontecimiento gira en torno un accidente de carretera: ¿qué es lo mejor que debe hacer un conductor cuando atropella a alguien? ¿Huir o esperar a que llegue la autoridad competente? En “Paseo nocturno” se percibe una sensación de agitación y desesperación, pues el cuerpo de un niño atropellado yace bajo el silencio de la carretera. Los personajes, al final, toman una decisión; quizá no tan convincente como pareciera.

 

Estos cuentos, al principio, no terminaban de convencerme, porque no encontraba el hilo conductor de cada uno de ellos. No fue, sin embargo, hasta que llegué a la lectura de “Una raza violenta”, en donde se narra una historia inquietante, en donde los personajes no saben qué hacer con los restos de una “manita”, aparentemente de un niño que vive en el barrio. Especialmente este cuento me atrajo mucho por la tensión que hay en él. ¿Qué se supone que debe hacer una pareja que tiene un rottweiler y que acaba de cometer un crimen? La gran riqueza de este relato es que mantiene al lector en vilo, hasta que lee la última palabra; y segundo, que estimula al lector a que anticipe una posible solución ante el problema. Porque pienso que eso es un cuento: ¿qué hace quién en tal circunstancia? Contar lo que sucede al final sería echar a perder el relato.

 

La noche sin nombre, de Hiram Ruvalcaba.
Foto: Cultura Colima.

 

Otro de los cuentos que me provocaron esa sensación fue “Aunque sea tarde para llamarte”. Este cuento tiene la esencia de lo que Ricardo Piglia dijo: un cuento siempre cuenta dos historias. El recurso elíptico del relato le da voltaje a una situación tan cotidiana como una llamada telefónica: una mujer llama a su ex pareja para comentarle su situación emocional y para decirle que quiere cometer una locura. Durante la lectura uno especula varios finales, poniéndose en los zapatos de los personajes; y sin embargo, el narrador nos lleva a un desenlace inequívoco.

 

En “Algo huele mal” se narra una historia violenta en donde un personaje va a encontrar un cadáver en un baño público. ¿Qué hará ese personaje ante tal coincidencia funesta? Me pasó lo mismo que en los cuentos restantes. Siempre me pregunté, en cada situación, ¿qué va a hacer este personaje? Y encontraba respuestas totalmente diferentes a las resueltas por los narradores. Eso fue lo que me gustó del libro. Es decir: cada cuento me hizo partícipe y estuve al tanto de la decisión de cada uno de los personajes.

Puedo decir con certeza que con este libro aprendí a leer de manera diferente. En muchos casos me pasó con los cuentos de El llano en llamas, de Rulfo, y de Tres flores amarillas y ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, de Raymond Carver. ¿Qué es exactamente lo que debe decirnos un narrador en una historia? Precisamente es donde veo lo valioso de este volumen: el autor creó un libro en donde cada relato involucra al lector y lo hace testigo de las decisiones (a veces no tan convincentes) de cada uno de los personajes.

 

La noche sin nombre es uno de esos libros que dejan al lector esas ganas de volver al texto para desentrañar lo oscuro que hay en ellos; por eso no es casual que la palabra noche esté en el título: la noche como un acto de mantener el secreto literario en cada relato. Ruvalcaba deja en claro que el oficio del narrador no sólo consiste en contarnos una historia, sino que también importa el cómo lo cuenta para que el lector no se despegue de las páginas que tiene frente a él. Este libro es una clara muestra de lo que digo.

 

 

 

 

 

 

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