Trasnochadas
Por Yessika María Rengifo Castillo
Había quedado un ser frágil e inseguro. El biólogo que enamoró a Matilde, mi esposa, se perdía en trasnochadas. Sombras que mi mente no podían contener entre los gritos que la tía Verónica infundo en la niñez, pero el psicólogo de la veinte no pudo contener.
Son trasnochadas, señor Durán, pronto verá el sol solía decir. No lo vi. Esta tarde ingrese al sanatorio y las trasnochadas arrullan mis jornadas.
Foto de portada: PxHere