Tres poemas: de Ángel "El Halcón" Domínguez

Tres poemas: de Ángel "El Halcón" Domínguez

 

Migrante 

El transporte de la iluminada ciudad

te inquieta con su ruido estruendoso,

se disipa en el esmog un chingo de gente

los chillidos de las ambulancias

te ponen alerta de los peligros de la calle.

Tus primos te sugieren

no confiar en nadie

aún en plena luz del día,

te pueden despojar de todo.

La vida en estos andares gira sin tropiezos, 

camarón que se duerme es caso perdido.

En esta metrópoli vale la actitud del semblante que posees

según la percha es el trato,

amaneces pendejo y todos te cargan la mano.

El tiempo te obliga a ser uno de ellos

terminas balbuceando su acento,

te interesas por las chicas de tacones y perfumes fuertes,

en el olvido dejas a la mujer de trajes típicos,

te aferras a un nuevo estilo de moda,

no quieres que el lodo vuelva a ensuciar tus zapatos,

has entrado en la nueva onda, 

portar un cigarrillo en la boca te da más plus,

por el momento no piensas en tus cuates de la infancia.

Nuevas reuniones, te absorben en un ambiente capitalista

tus géneros musicales cambian por completo

le entras al rock y a la música en inglés,

terminas imitando a un artista que no sabes ni quien lo parió,

estás sumergido en una nueva ola de emociones, 

con el paso de los años 

ponderarás si has logrado la conquista de tu nueva vida,

o en futuro volverás a la esquina

a cortarles a tus camaradas del pueblo

que en algunas noches 

de tu estancia en la ciudad

tomaste whisky 

en bares de lujo.

 

El ronroneo de una gata

Su primer maullido juvenil

se dispersó en la neblina de la noche,

con su porte airoso 

espiaba a las gatas en los tejados.

Era el más joven de la colonia felina,

con la flexibilidad de sus patas

dibujaba corazones en el aire.

Saltaba de una ventana a otra

merodeaba con cautela los balcones.

Dormía poco durante el día,

formulaba ideas para escapar

de las jaurías de los perros callejeros.

En la intensidad de la oscuridad 

lo atrapó el ronroneo de una gata

sus ojos verdes se hundieron en su esqueleto

apostó todo por ella

siete vidas no fueron suficientes,

lo fulminó el amor.

 

Estirpe 

En las noches

al saludar al diablo 

se despiertan todos mis demonios.

Mi destino es redondo

como una naranja agria,

en la mirada de los hombres 

soy de la estirpe de Judas.