AVIACIÓN EN GUERRERO (2a Parte)
SALVADOR CHAVELAS: ANTECEDENTES.
El Cap. P.A. Salvador Chávela, nativo de la Huasteca Hidalguense nos da interesantes datos de su vida relacionados con la aviación. Desde su más tierna infancia sintió una profunda inclinación por la aviación.
Con su firme propósito y con la ayuda de sus padres y el apoyo de la carrera del magisterio que había logrado terminar en 1953 en la Normal de Maestros de la Cd. de México, puede en 1954 graduarse como Cap. Piloto Aviador. Su primer trabajo como piloto, fue el de volar por las mañanas de México a Tampico, sobrevolando su terruño y cumpliendo de este modo con su sueño infantil.
Por las tardes y al regresar a México, seguía ejerciendo sus tareas como maestro. Asi lo hizo durante un año, hasta que las exigencias aéreas lo obligan a dedicarles todo su tiempo. Ve la conveniencia de irse a Oaxaca en donde extrae calé de las fincas en un bimotor C-39 de la 2a. Guerra Mundial (predecesor del DC-3), con capacidad para 2.5 toneladas de café.
EL CAP. CHAVELA LLEGA A GUERRERO
Al terminar su contrato temporal con los cafeticultores, toma vacaciones y se encuentra en Puebla con el Cap. Manuel Gomez Méndez, quien lo invita a colaborar en su empresa aérea que había integrado en Chilpancingo y con rutas radiales de este lugar a: Tlapa, Huamuxtitlán, Ayutla, San Luis Acatlán, Ometepec, Cd. Altamirano, Zirándaro y Zihuatanejo, ya que el piloto que le ayudaba se había ido de fumigador.
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Acepta la propuesta para probar durante 2 semanas (arraigándose en Guerrero desde entonces a la fecha y volando por más de 25 años). Su arribo a Chilpancingo fue el 2 de junio de 1956 y, entre sus primeros vuelos recuerda el que hizo a siguiendo en otro avión al que conducía su patrón.
Para aterrizar, tuvo que esperar a que saliera el avión de su jefe, ya que el campo era tan pequeño, que no había espacio para ambos. Seguramente por este problema, algún tiempo después el piloto Armando Arrieta que volaba de Iguala a Tlacotepec, tuvo un serio accidente en este campo, en el que quedó muy averiado su avión, pero afortunadamente sin daño mortal para los viajeros. Recuerda los difíciles primeros días que en que voló en la entidad en la plena temporada de lluvias.
Por tantas montañas, nubes y lo minúsculo de las pistas, en más de una ocasión tuvo que regresar con el pasaje a Chilpancingo, con la consiguiente sorna de los trabajadores del Campo Aéreo. Confirma categóricamente El Cap. Chávela, que Gómez Méndez fue un auténtico iniciador e integrador de la aviación en Guerrero y que entre sus primeros colaboradores estuvo el Cap. Ramiro Neri Carreto, quien muriera al tratar de aterrizar de emergencia, por mal tiempo a la altura de Tres Marías, Morelos.
Después de trabajar para Gómez Méndez, Salvador se pone al servicio (1957) del maderero Arturo Argüello, que radicaba en El Ocotito. También colaboró durante 3 años con el experimentado piloto igualteco quien, así mismo, resultara un hábil hombre de negocios que logró consolidar la empresa Aerovías del Sur, en sociedad con Armando Arrieta, la que atendía las rutas entre Iguala y la Tierra Caliente (Arcelia, Cd. Altamirano, Ajuchitlán, Tlalchapa, Huetamo, Zirándaro y Morelia), así como la de Iguala- Tlacotepec. Después de estas andanzas, inicia Salvador su tarea al servicio del Gobierno del Estado, volando en primer lugar para el gobernador Arrieta, haciéndolo poco tiempo después para el Dr. Raymundo Abarca A., más tarde estaría al servicio del Gral. Caballero Aburto y así sucesivamente hasta atender recientemente, los vuelos del Lic. Alejandro Cervantes Delgado.
ELIAS NAIME NEMER, AEROEMPRESARIO
Recuerda Salvador que el Cap. Gómez Méndez, antes de irse a ocupar la Comandancia del Aeropuerto de Zihuatanejo, había vendido a Elías Naimela empresa Aeronaves de Guerrero, por el año de 1959 y que Elías la mantuvo operando por 3 ó 4 años más. Entre los pilotos que auxiliaron a Naime, recuerda a los Caps. P.A. Camarillo, Romo y Calderón (quien muriera al estrellarse con el avión cerca de Tixtla).
ANÉCDOTAS DE VUELOS DE UN PILOTO EN GUERRERO
Salvador Chavelas recuerda que, cierta vez que volaba rumbo a la Tierra Caliente (en un bimotor Bech Craft que había vendido Elias Naime al gobierno), con los representantes de los tres poderes del Estado, encabezados por el Dr. Abarca Alarcón, quienes asistían a una reunión con el Presidente de la Republica, notó que él avión no tomaba altura para sobrevolar la Sierra del Mirabal (en donde años más larde moriría en un accidente aéreo el gobernador Caritino Maldonado acompañado de los representantes de los otros dos poderes).
Al indagar el motivo y preguntar al Gobernador (el que iba de su copiloto ya que era un gran entusiasta de la Aviación), si el tren de aterrizaje se había retraído de su lado, le informó que no era así, ya que podía ver claramente la rueda derecha.
Hubo que regresar a Chilpancingo para realizar un aterrizaje forzoso, con el agravante de tener que bajar la rueda izquierda con el dispositivo mecánico manual de crank, ya que falló el eléctrico, quedando desgraciadamente retraído en parte el tren de aterrizaje y por lo mismo presentándose la posibilidad de que se sumieras al tocar pista, lo que equivalía a aterrizar con la pansa del avión.
Con el apoyo moral del mandatario, quien mostro una gran presencia de ánimo y haciendo un aterrizaje perfecto en el reducido espacio comprendido entre el hangar y el final de la pista (había que librarlo para evitar chocar con él y los tanques de combustible que ahí había, si la aeronave desviaba su curso en el aterrizaje forzoso). Afortunadamente, hizo tierra a la perfección y no se sumió el tren, con lo que llegaron felizmente y sólo les quedó el mal sabor del susto.
Nos cuenta, asimismo Salvador, que durante el tiempo en que estuvo ayudando a Enrique Cortinez en Aerovias del Sur hizo un vuelo a Tlacotepec. “El campo aéreo de este lugar a pesar de estar a varios kilómetros del poblado, era muy pequeño a borde de una profunda barranca y con una pista en ladera que era muy difícil de encontrar en tiempo de lluvias, ya que desde temprana hora se cubría de espesas nubes. Por fortuna, alcanzaron a escuchar el rugir del avión y vislumbrar las luces encendidas del mismo por lo que se pudo hacer el aterrizaje sin ningún contratiempo\".
“En otra ocasión en que volábamos con el periodista Raúl Velasco, dos agentes comerciales y un ingeniero del Agua Potable por la Tierra Caliente, aterrizamos en ajuchitlan del progreso en donde previamente hubo que espantar a numerosos animales (burros, vacas, chivos y marranos) que habían invadido el campo aéreo, pasando con el avión a poca altura. Por este tipo de maniobras que los pilotos teníamos que hacer frecuentemente en esta región, éramos apodados "Los Vaqueros del Aire”.
El pequeno Cesna con capacidad para 4 personas, era sobre argado con 2 6 3 más. En esta oportunidad, de los 5 pasajeros que llevaba, 2 se quedaron en Ajuchitlán y como la siguiente escala era ciudad Altamirano que no estaba lejos, decidi sobre bolar el rio balsas a baja altura. Al pasar sobre la comunidad de Sin-Agua, cuchamos una sonora explosión que me hizo pensar en un problema del motor, pero al checar los instrumentos vi que todo estaba correcto.
Después de investigar la causa, encontramos que habíamos recibido un impacto de bala de grueso calibre, el que había perforado el fuselaje y habla pasado entre el respaldo de mi asiento y el pasajero que estaba a mi espalda. Fue el primero en darse cuenta del problema y se quedó mudo del susto, ya que pocos minutos antes le había pedido que se recargara en el asiento y se amarrara el cinturón porque íbamos a aterrizar brevemente, fue lo que lo salvó de recibir el proyectil. Al llegar al campo aéreo de Altamirano, nos esperaba el buen amigo y diputado Salvador Santamaría a quien le informamos de la agresión.
Afortunadamente esta vez, se hicieron las investigaciones y se encontró y castigó a los culpables evitando también de esta manera que se tuviera un percance en la visita Presidencial que se esperaba en fecha próxima. Tuvo tal resonancia este incidente, que fue comentado por Agustín Barrios Gómez en su programa radiolónico, haciendo notar la poca seguridad que había en la entidad.
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