El Santo
"El rito de la pobreza, de los consuelos peleoneros
dentro del Gran Desconsuelo-que-es-Ia-vida,
la mezcla exacta de tragedia clásica,
circo, deporte olímpico, comedia,
teatro de variedad y catarsis laboral"
Carlos Monsivais
El Santo (obviaremos su nombre cotidiano, ya que fue rebasado) permeó y sigue permeando generaciones, con lo que él ha representado desde su figura como un luchador de cuadrilátero hasta el héroe de cine mexicano, pasando por los cómics y las caricaturas.
El Enmascarado de Plata hace su arribo de lado rudo (1942), donde todo se vale para ganar, pero la simpatía y su sagacidad para hacer llaves unas tras de otras, y sus patadas voladoras fue haciendo eco en el público, el cual acudía a llenar la plaza donde se presentaba, esa precisión de aprecio hizo que el luchador se pasará al bando de los técnicos (limpios) en junio de 1962.
Antes de hacer presencia en la pantalla grande, El Santo aparece en fotonovelas e historietas donde empieza su lucha con villanos de cualquier época, estilo, verosímil o inverosímil, batallas que sucederían también en el cine: zombis diabólicos, vampiras, momias. Películas que se pueden ver desde YouTube y diversas plataformas. Quizá más adelante o ya en este momento pase a formar parte del cine kitsch nacional.
Niños ahora adultos recordarán a El Santo en su clásica pose, que fue inmortalizada en los muñecos de plásticos, que junto a otros luchadores en un ring también de juguete replicaban la luchas entre los rudos y los técnicos, claro, El Santo siempre vencía, pasando duras pruebas.
También está en el recuerdo esa luchas en vivo ya sea individual o con pareja, que llevaban al público al frenesí, El Santo, pese a tener algunas derrotas en su haber tuvo más victorias y muchas luchas épicas en la Arena México y en otras; decenas de títulos, más de quince máscara y más veinte cabelleras. Al citar al Santo, se evoca a muchos luchadores de sus generación y con algunos compartió pantalla, pero el más inmediato desde luego es Blue Demon, pareja para resolver enigmas, villanos e invasiones; incluso como enemigos.
El Enmascarado de Plata después de una participación en el mítico Teatro Blanquita de la Ciudad de México, salió hacía el hospital y es ahí donde dejaría este mundo un 5 de febrero de 1984.