Greta Thunberg se ha convertido en un fenómeno mediático a nivel mundial y su trabajo es realmente relevante, parece una motivación genuina por una preocupación global; pero bien o mal, es parte de un sector siempre visibilizado. Yo lo llamaría un activismo my stream.
Desde las primeras expediciones a nuevas tierras lejanas, después nombradas como El continente americano, nuestros territorios han sido ultrajados y violentados por intereses mercantiles que privilegian generalmente a externos.
Los que han salido al quite, son aquellos quienes la tierra les es más que el terreno para vivir y sembrar; sino que es su madre, ser indispensable para vivir. Global Witness reveló que México fue el cuarto país más peligroso para los defensores de la Tierra en 2018 con 14 asesinatos y en el reporte del 2019 se encuentra en el sexto lugar con 14 homicidios de ambientalistas. La Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (MOCAF) asegura que el 80 % de los activistas ambientales asesinados en México son indígenas.
La actual administración federal dice consultar a la comunidades previo a la imposición de los proyectos; sin embargo el presidente se muestra intransigente diciendo : “Llueva, truene o relampaguee, el Tren Maya va”.
El punto es que, los luchadores sociales de nuestros pueblos originarios, que han cuidado y respetado su entorno por siglos, están siendo asesinados y nadie dice nada.
Lo decepcionante es que personas que usualmente usan las redes sociales para denostar a quienes rechazan proyectos que amenazan destruir la naturaleza, hoy se vuelven parte de fenómeno mediático pidiendo con pancartas que pare el cambio climático.
Lo malo de esta situación no es limitarse a hacer pancartas, pues es urgente que todos, sobre todo las juventudes alcemos la voz y exijamos a los responsables parar este ecocidio mundial, de una u otra forma. Lo realmente pesimista es que urge hacer un cambio en nuestra manera de consumo la cual ha generado tanta explotación de nuestra madre tierra, y sin embargo el mayor daño lo hacen las empresas transnacionales con permiso de los gobiernos. Esta perpetua cadena de extracción y ecocidio es columna vertebral del sistema político y económico que nos rige como país y a la mayoría de los países del mundo.
Aunque nos duela decirlo, el neoliberalismo está ganando la batalla; este monstro indolente representado por el presidente naranja, se rige por la codicia y el egoísmo.
El neoliberalismo está dispuesto en crear ecocidios con tal de generar ganancias. Como nación históricamente minera, México enfrenta riesgos que amenazan su singular biodiversidad y su multiculturalidad. Proyectos como la Parota en Acapulco, son conocidos mediáticamente desde sus ventajas económicas, que a larga no es cierto. No se le da voz a las familias afectadas, a los campesinos que conocen sus tierras y saben que no es viable.
A pesar de la urgencia a nivel mundial por atender el cambio climático, hoy presidente hace énfasis en la creación de la refinería de Dos Bocas, y a la vez hace caso omiso para solucionar esta crisis.
Igual que Greta, las tripas rugen de coraje cuando te das cuenta que vives en el mismo planeta donde el presidente más poderoso del mundo es defensor del libre comercio y ha negado el cambio climático; y que la democracia en tu país legitima a una persona que cada día se acerca más a este discurso neoliberalista opresor.