Medio ambiente y los objetivos del desarrollo sostenible
“Una creciente incertidumbre ambiental
en un mundo de severas incertidumbres económicas”.
Armando Bartra
La Organización de las Naciones Unidas(ONU) estableció el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente desde 1972, para destacar que la protección, cuidado y conservación de los recursos bióticos y abióticos de los diferentes territorios, son fundamentales para garantizar prosperidad en los pueblos de todo el mundo. En este día el mensaje es simple: sensibilizar a la población en relación a temas ambientales para construir “conciencia ecológica” para obtener un futuro más sostenible. Sin embargo, 50 años después de la reunión de Estocolmo,[1] el cambio climático lleva una clara ventaja, pues representa una amenaza global no sólo para el medio ambiente, sino para la propia subsistencia humana en el planeta.
En este sentido, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)[2], también conocidos como Objetivos Globales, fueron adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y bienestar. Un discurso similar, lleno de buenos deseos. Por lo tanto, en septiembre de 2015, culmina la era de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)[3], e inicia una nueva campaña por Naciones Unidas, con futuro promisorio de programas en materia de desarrollo sostenible[4] para los próximos 15 años. Este desarrollo prometido, trajo consigo más desigualdades sociales, tesis que ratifico recientemente el Secretario General de la ONU, António Guterres al decir: “la humanidad está retrocediendo en relación con la mayoría de los 17ODS". Situación que advierte, que tras el incumplimiento de todos los ODM, y a siete años de haberse firmado los ODS, no solo hay muy pocos avances, sino que se han agudizado los problemas -indicio recurrente-, desde la Cumbre de la Tierra en 1992 en Río de Janeiro.[5]
La gran crisis planetaria
Desde el punto de vista medioambiental, el mundo se enfrenta a una gran crisis planetaria, bien representada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación por el inadecuado manejo de los residuos, y el agotamiento de los recursos naturales. El cambio antropogénico avanza más rápido, provocando el deterioro ambiental, alterando los ecosistemas con la consecuente destrucción de hábitats naturales y pérdida de vida silvestre. Los saldos hasta ahora son: aumento de la deforestación, tala ilegal, cacería furtiva, la escasez y mala calidad del agua dulce por sobreexplotación y contaminación de las fuentes, el deterioro de los mares y de la vida marina; el envenenamiento del aire, de la tierra, de los ríos, de los lagos, además de las actividades extractivitas que provocan una muerte silenciosa. Estas prácticas influyen en este proceso de degradación, que paulatinamente transita a una crisis global con diferentes rostros y matices. Se prevé que para el 2050 se consumará la degradación ambiental, y un resultado a corto y mediano plazo será el desequilibrio ecológico; y por añadidura de la erosión social y cultural, que traerá como consecuencia la pérdida de la misma capacidad humana. Dichos problemas plantean retos primordiales para sostener el crecimiento económico y bienestar social, pero no hay una estrategia transversal en los ODS, y solo nos remite a una lista de objetivos deseables; es decir no hay ningún plan estratégico. Esta gran crisis es una de las más importantes de la historia de la humanidad, la cual es el resultado de un modelo basado principalmente en el desarrollo capitalista, subordinado por el propio capital, que desafía los límites de la naturaleza, acumula la riqueza en muy pocas manos al costo de ésta, y se ensaña con los más pobres, generando un círculo vicioso de filantropía humanitaria, que mantiene en condiciones de pobreza y hambre a más de 820 millones de personas y unos 2000 millones sufren su amenaza.[6] Lo que traduce a más del 10% de la población mundial de acuerdo con las proyecciones demográficas futuras para 2030, que alcanzará los 8.600 millones de personas. Esto sin tener en cuenta las devastadoras consecuencias de la pandemia COVID-19, especialmente en los países sobreexplotados, mal llamados pobres y subdesarrollados.
Dimensiones de la debacle
Los ODS coincidieron con otro acuerdo histórico celebrado en 2015, el Acuerdo de París aprobado en la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP21).[7] Junto con el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, firmado en el Japón en marzo de 2015,[8] estos acuerdos proveen un conjunto de normas comunes y metas viables para reducir las emisiones de carbono, gestionar los riesgos del cambio climático y los desastres naturales, y reconstruir después de una crisis. Pero a la fecha, la realidad es otra, por ejemplo 92% de los habitantes del mundo no respira aire limpio, y la contaminación del aire le cuesta a la economía global US$ 5 billones cada año debido a los gastos en asistencia social. También se estima que la contaminación por ozono a nivel del suelo reducirá el rendimiento de los cultivos básicos 26% en los próximos 8 años. El 50% de nuestros arrecifes de coral ya se han perdido y en los próximos 30 años, podrían desaparecer hasta el 90%, incluso si el calentamiento global se limita a un aumento de 1,5°C, -límite consensuado por la comunidad científica para evitar consecuencias desastrosas-. Asimismo, la subida del nivel del mar, aumento de su acidez, incremento de temperaturas y de concentración de gases de efecto invernadero (GEI), son cuatro de los principales indicadores del cambio climático que han batido un nuevo récord en 2021,[9] y que han hecho saltar las alarmas de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en su último informe presentado sobre el estado del clima mundial. El tema de la energía es esencial, porque las emisiones de dióxido de carbono procedente de la quema de petróleo, gas y carbón superó los 36 mil millones de toneladas. Además, los hidrocarburos son recursos naturales limitados que al agotarse resultan más difíciles de extraer y por tanto más costosos, como hoy sucede con la volatilidad de precios de combustibles, fertilizantes y alimentos a raíz de la crisis bélica entre Rusia y Ucrania.[10]
En este contexto, no podemos obviar que la agricultura industrial es una principal fuente de contaminación del agua por nitratos, fosfatos y plaguicidas, el coste social y ambiental ha sido abrumador. Más de la mitad de los productos utilizados terminan disueltos en las aguas del planeta, generando diversos tipos de contaminación. Aparte se ha relacionado con el cáncer gástrico, el bocio, las malformaciones de nacimiento, la hipertensión y el cáncer de testículo. El efecto tiene que ver con el consumo de agua contaminada por nitratos y fosfatos que son responsables de la contaminación ambiental y se han asociado a la proliferación de bacterias (cianobacterias), que pueden producen toxinas que contaminan aguas subterráneas: eutrofización y emisión de gases a la atmósfera, suelos ácidos, que conlleva a la infertilidad de los mismos y toxicidad que provocan daños a la salud.[11]
En la última década se ha incrementado el consumo de fertilizantes químicos, así como también es la principal causa de la emisión de GEI, alcanzando cifras entre el 35 y 37%. Al mismo tiempo, la agricultura industrial suma el 70% del consumo de agua mundial, y cerca de 3 millones de personas mueren anualmente por exposición a pesticidas. Sumamos que la ganadería es responsable de 14% de las emisiones globales, y un 80% de las tierras agrícolas se dedican a pastos y producción de alimento para el ganado.[12] Sin dejar de citar que más de 33% del suelo del mundo sufre erosión, agotamiento de nutrientes o contaminación por el uso excesivo de agroquímicos. En resumen, las emisiones globales de GEI han aumentado durante tres años consecutivos y el planeta está a un paso de un cambio climático potencialmente catastrófico.
Estocolmo+50: una reorientación urgente
Hoy se conmemora la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, la cual convirtió a la acción ambiental en un asunto mundial urgente. En esta época el planeta contaminado por décadas, pone en riesgo la salud de la humanidad, la prosperidad, la igualdad y la paz, objetivos que se dejaron entrever desde 1972, y han transitado hacia un fallido progreso inexistente, quedando rezagado en conferencias, cumbres e informes esperanzadores sobre la reducción de la pobreza, hambre cero y la restauración del medio ambiente, poniendo en evidencia que “no es más que un mito conveniente”. Esto último lo puso de manifiesto un grupo conformado por 100 científicos de 17 países, el pasado 26 de mayo mediante una carta[13] dirigida a la ONU para solicitar a la Plataforma Mundial para la Reducción del Riesgo de Desastres del organismo que abandonen el concepto de desarrollo sostenible, debido al fracaso demostrado por su lealtad al capitalismo global. El llamado de los científicos va dirigido a todos los organismos internacionales “para que ayuden a los gobiernos a adecuar todas las políticas a una mayor resiliencia y reducción de riesgos”.
El encuentro en Estocolmo es la oportunidad “responsable” de repensar las acciones que amortigüen el infierno ambiental acelerado. Es un desafío de conciencias y voluntades. La clave de todo esto, es hacer los ajustes pertinentes, luchar por salir del atolladero y encontrar nuevos horizontes. Si la sociedad civil, las organizaciones sociales, la academia, la iniciativa privada, los organismos internacionales y los gobiernos no reconocen el conflicto y no se asume como tal, la crisis planetaria seguirá tomando venganza. Este nuevo encuentro debería ser un llamado de pasar del discurso a la acción verdadera e intentar equilibrar una batalla que se ha prolongado muy desigual, desde hace medio siglo.
Foto de portada: Nippes, Haití, 2014. Marcos Cortez Bacilio
[1] El Día Mundial del Medio Ambiente fue establecido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su resolución, el 15 de diciembre de 1977. Se celebra desde 1974 el 5 de junio de cada año, fecha con la que se dio inicio a la Conferencia de Estocolmo en 1972, cuyo tema central fue el medio ambiente 1 y dos días después del día del ambiente la Asamblea General de la ONU también aprobó la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_Mundial_del_Medio_Ambiente
[3] Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se gestaron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Río de Janeiro en 2012. El propósito era crear un conjunto de objetivos mundiales relacionados con los desafíos ambientales, políticos y económicos con que se enfrenta nuestro mundo. Los ODS sustituyen a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), con los que se emprendió en 2000 una iniciativa mundial para abordar la indignidad de la pobreza. Los ODM eran objetivos medibles acordados universalmente para hacer frente a la pobreza extrema y el hambre, prevenir las enfermedades mortales y ampliar la enseñanza primaria a todos los niños, entre otras prioridades del desarrollo.
[5] El evento fue una de las Cumbres de la Tierra -organizadas por la ONU- celebrará en Río de Janeiro en Brasil del 3 al 14 de junio de 1992, el Gobierno y 178 países. Maurice Strong fue el secretario general. Por lo cual, aproximadamente 4000 representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) estuvieron presentes, mientras que más de 17 000 personas asistieron al Foro de ONG celebrando paralelamente a la Cumbre. Fue sucesora de la Conferencia sobre el Medio Humano (Suecia, 1972) y fue celebrada veinte años después, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) que popularmente es conocida como Cumbre de Río o de la Tierra. https://es.wikipedia.org/wiki/Cumbre_de_la_Tierra_de_R%C3%ADo_de_Janeiro
[8] Véase: https://www.undrr.org/es/implementando-el-marco-de-sendai/que-es-el-marco-de-sendai-para-la-reduccion-del-riesgo-de
[9] Véase: https://www.infobae.com/america/medio-ambiente/2022/06/03/los-gases-de-efecto-invernadero-ya-son-los-mas-altos-de-la-historia-de-la-humanidad/
[10] Ambos países proveen conjuntamente 28% de las exportaciones mundiales de trigo; 29% de las de cebada; 15 por ciento de las de maíz, y 75% de las de aceite de girasol. Cabe aclarar que Rusia extrae y comercializa alrededor del 20% del gas natural a nivel mundial, siendo el gas —a través de la extracción de amoníaco y nitrógeno—, el principal insumo —junto al petróleo—, de la urea, el granulado sólido de nitrógeno más utilizado a nivel mundial como fertilizante. Rusia representa alrededor del 15% del comercio mundial de fertilizantes nitrogenados y un 17% de los fertilizantes potásicos. Véase: https://mundo.sputniknews.com/20220322/escasez-de-fertilizantes-otro-impacto-del-conflicto-en-ucrania-en-america-latina-1123429090.html
[11] Véase: https://www.adncultura.org/programa-de-fertilizantes-en-guerrero-costumbre-o-idiosincrasia