Apuntes de un taller de literatura. Parte I
- Edgar Pérez, el tallerista del primer módulo llamado Introducción a la Escritura Creativa y Narrativa.
La literatura y el calor no se llevan. Ambos son como el agua y el aceite. Fuimos testigos de lo anterior cuando acudimos ese sábado 6 de julio a la Sala Luis Zapata del Centro Cultural Domingo Soler para dar inicio al taller Red de Letras. No había luz en las instalaciones, por lo que los abanicos improvisados con manos y libretas no se hicieron esperar.
Edgar Pérez, el tallerista del primer módulo llamado Introducción a la Escritura Creativa y Narrativa, dijo que la literatura es un suicidio implícito, pero nadie nos preparó para tal situación. Fue posible dejar de lado el calor cuando Edgar comenzó su discurso proponiendo que la literatura es un asunto para toda la vida. Luego, pidió presentarnos y mencionar qué género nos interesa. Respondieron que cuento y poesía. Parece que los poetas y cuentistas nacen del mar.
Pero vayamos al asunto: ¿qué se dijo respecto a la literatura? Edgar expresó que ésta proviene del lenguaje, considerado esencial para el ser humano y materia prima del escritor ("Hágase la luz", dio Dios y el mundo se creó), porque todo habla, solo es necesario observarlo, como el escritor sabe observarlo.
En la segunda sesión (nos citaron en la Escuela de Iniciación Artística, libre de calor, pero el grupo disminuyó) Edgar nos habló del cuento. ¿Qué lo caracteriza? El cuento se concentra en crear un efecto en el lector, como un knockout, una bofetada, ¡Zaz! y ataca. En cambio la novela acaricia.Ella teje el tapiz de un mundo en el que sumerge el lector y comienza un romance, que lo enajena de su realidad. La novela lleva de la mano al lector con un protagonista, que es la reducción de la visión del escritor ante la realidad, hasta el amor se termina.
Y los nombres de escritores recomendados para leer aparecieron: Mark Twain, Nathaniel Hawthorne, Henry James, Ernest Hemingway, Nabokov, James Joyce, Virginia Woolf, Dostoyevsky, Albert Camus, Carson McCullers, Sartre, Carlos Fuentes. Conrad, Elvira Navarro, Gabriel García Márquez, Yukio Mishima, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Truman Capote, Henry Miller y David Foster Wallace.
Luego, llegamos a poesía y el ánimo del grupo seguía intacto. Para la poesía se debe perder la humanidad y regresar al estado primitivo que nos otorgará la frase poética (como los niños, ellos son excelentes poetas). La poesía debe unir la palabra con el mundo exterior y soltar un chorro de imágenes. Aquí se mencionaron los nombres de Octavio Paz, César Vallejo, Gonzalo Rojas, Vicente Huidobro y Oliverio Girondo (también estuvo presente Diego Montes, pero se mantuvo callado).
La última sesión con Edgar fue partida doble: ensayo y crónica. Del primero, se dijo que todos estamos ensayando, en específico, la mente ensaya. ¿Sobre qué? Sobre todo y a la vez nada, del miedo, del amor, de la libertad, de cómo cocinar bebés es saludable, de cómo disfrutar correctamente unos chocorroles. No importa de qué se hable, lo relevante es cómo hablarlo, porque el ensayo debe convencer.
El segundo, visto más a prisa, sale de observar lo que se reconoce como lo "otro" , y observar es igual a pensar. La subjetividad tiene permiso, porque la crónica viene del periodismo, en dónde rige la objetividad (para Edgar piensa que la objetividad es un esfuerzo para empatizar con los demás), pero al tener un crossover con la literatura, los parámetros cambiaron y la subjetividad entra en acción.
Edgar se fue una hora antes. Ya no hubo tiempo para que volvierámos a compartir los nuestros escritos con él, momentos que se alargaban por dos o tres horas más de lo establecido. Lauri García Dueñas y compeltó la hora restante. Pidió que nos presentáramos y ya hubo nombres que ya se recuerdan: Raquel, Olga, Juan Carlos, Iván.
Aquí terminan los primeros apuntes.