Fisura en el continente literario
De Federico Vite
Nouvelle del escritor Federico Vite, editada por Tierra Adentro. El escritor en las 93 páginas deja su sello actual, un cuidado en cada línea, sopesa las oraciones, hay una lectura ligera si cabe ese adjetivo, pero no por ser ligera se aleja del goce de la prosa. Jorge Volpi en conferencias que puede habla de las neurociencias y por ahí va el asunto, al final las líneas de una novela son descifradas por el cerebro, y cuando éstas tienen imágenes bien medidas y verosímiles, ya el lector no concibe la ficción, está en medio de un mundo “real”. Así las dos últimas obras que he leído de Vite (Parábola de la Cizaña es la otra) se ve el oficio de escritor, de esa saga que cincelan y martillan cada línea. Desde una frase de humor negro hasta un verso escondido, los detalla Federico Vite.
También leí su libro de cuentos: Cinco maneras de incendiarse (Praxis, 2015). De bote pronto consideré que las obras de Vite son cuartos de una misma vecindad, los hermana algo, atmósfera, rango socioeconómico. Uno de los personajes principales de una novela, pueden ser secundarios en otro texto y no se estorban. Tiene varios códigos postales, pero no tan alejado uno del otro. Veamos el personaje “Varguitas” (nótese cómo nos lleva a la proximidad de familia con ese nombre) él pudiera estar en la obra mencionada: “La parábola de cizaña”; que tiene un arranque similar, primer capítulo breve y conciso, te advierte lo que viene, pero gustoso pasas.
A) … los poetas quieren publicar una novela, aunque no la escriban (Fisuras en el continente literario)
B) … ese cuerpo fue la geografía de una batalla entre dos misterios que se impactaron sin tregua: la demencia y la fe. (Parábola de la cizaña)
A sus lectores quizá los visualiza como peces suculentos: ¡agárralo que es pargo! La consigna es que no sueltes la lectura. Por eso su esmero es sus líneas, invierte tiempo, y de ahí su ostracismo, poco convive, poco bebe, guarda energía.
En Fisuras en el continente literario hay un humor negro que no empalaga, hay una tragedia que no lo permite. Un secuestro a Octavio Paz junto con su asistente, a quienes les colocan las máscaras de los Simpson, escena (imágenes y diálogos) que no pide nada a los hermanos Coen. No hay obra huérfana decía Carlos Fuentes, quien también mencionó "qué sería la prosa sin la poesía". De ahí que el comandante Ojeda tenga la libertad de no parafrasear sino de venerar el plagio, plagio que seduce a nuestro Premio Nobel. Rompiendo la cuarta pared para el lector que quiere ser escritor: toma, pero no chingues. Todo a su medida. Muy diferente los guiños que ciertas novelas hacen a las lecturas de su autor, o a las conexiones que el lector hilvane, yo pensé en Chesterton y por allá unos pasitos adelante a Fadanelli.
Las narraciones de los eme pés ya a estas alturas, son parte del escenario, no hay metáfora, es la cotidianidad, parte de la utilería. La trama encuéntrela usted, libro fácil de adquirir.
Uno hace reseñas de los libros que raspan o que dejan cierta sonoridad por cierto tiempo en el encéfalo. Pero con este libro de Vite, se confirma: ¿para qué una reseña cargada de adjetivos calificativos?, que ella, la obra, por sí sola se defiende, ¿para qué?, ante éstas interrogantes la respuesta debe ser mexicana: nada más.