Su adolescencia y la mayor parte de la vida adulta la dedicó a componer, si bien las continuas dificultades económicas a las que estuvo expuesto le obligaron a simultanear su don para crear música con trabajos esporádicos como intérprete y profesor; hasta que el emperador del Sacro Imperio, José II de Habsburgo, le ofreciera un trabajo estable como compositor pocos años antes de fallecer (1787).