La cruz de la discordia:
God Exist, Her Name is Petrunya
Se trata de la película más reciente de la directora macedonia Teona Strugar Mitevska, la cual a pesar de lo que pudiera sugerir su título no se trata de un relato que busque generar un debate sobre la existencia de Dios, por el contrario, lo que pone de manifiesto y critica a modo de comedia dramática son las estructuras patriarcales sobre las cuales se basan las instituciones eclesiásticas, en este caso de la iglesia ortodoxa macedonia.
Petrunya es una mujer adulta de 32 años, que a pesar de ello vive aún con sus padres en una pequeña ciudad de Macedonia y que es dependiente afectiva y económicamente de ellos, a pesar de su edad el descuido de su imagen corporal condiciona que aparente una edad mucho mayor, graduada como historiadora nunca ha tenido un empleo lo que ocasiona múltiples conflictos con su madre quien busca de manera constante que su hija pueda acceder a un empleo formal a pesar de la negación de ella.
El conflicto central de la película inicia cuando después de una entrevista de trabajo fallida, Petrunya se encuentra con una congregación de fieles ortodoxos que se dirigen a realizar una carrera en las frías aguas de un río para encontrar una cruz de madera, que según la tradición le dará suerte a quien sea el primero en encontrarla. En un arranque de efusividad Petrunya se lanza al río y obtiene la cruz, sin embargo, las reglas de la iglesia y los mismos competidores se niegan a aceptar su triunfo.
Es así como la policía y la autoridad mayor de la iglesia en la ciudad ponen manos a la obra para localizar y detener a Petrunya, la chica que ha cometido una de las mayores faltas a la iglesia ortodoxa, o al menos eso es lo que dicen quienes ven en ella una amenaza para la comunidad.
De esta manera Mitevska pone de manifiesto que a pesar que las leyes en Macedonia abogan por un estado laico, en la práctica esto no se cumple y las fuerzas policiales pueden estar a la orden de la iglesia. Petrunya lo sabe y en reiteradas ocasiones reclama su derecho a ser libre pues no ha cometido un delito por el que tenga que pagar una condena según las leyes, sin embargo, algunos agentes religiosos se niegan a otorgarle su libertad hasta que ella decida devolver la cruz que ha encontrado.
La mayoría de las escenas después de la del río ocurren en interiores donde destaca una pared cubierta de papel tapiz de plantas selváticas, mientras la protagonista se sienta frente a ella se construye su verdadera identidad y su propósito de tener un futuro mejor a pesar las constantes críticas que recibe por su imagen, por su cuerpo y por querer ser diferente en un país que históricamente tampoco ha encontrado su verdadera identidad.
Paralelamente en el exterior también se construye una subtrama, la de una reportera que intenta mostrar a la mayoría de los televidentes las injusticias que ocurren a la joven pero que al querer logar cambiar la mentalidad de los demás encuentra más problemas de los que pensaba.
Son dos mujeres que comparten una lucha, contra las instituciones y contra lo que los demás piensan que deberían ser. De manera sutil su directora también habla sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres y claramente tiene un discurso feminista sobre el papel de ellas dentro de las instituciones religiosas.
De hecho, en el caso de las escenas de la reportera el guion se vuelve reiterativo y por momentos intenta ser tan gracioso que roza la ridiculez, aun así el conflicto central es muy sólido por lo que la película se sostiene a pesar de sus defectos.
God Exist, Her Name is Petrunya fue parte de la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Berlín en 2019 donde obtuvo el premio del jurado ecuménico, ahora forma parte del Festival de Cine Europeo disponible en Festival Scope.