Las clases a distancia
Aunque la educación a distancia no se inventó ayer, la contingencia del Covid-19 obligó a que millones de estudiantes mexicanos desde preescolar hasta universidad, por primera vez tomaran clases en esta modalidad. Lo mismo ocurre con millones de profesores.
¿Cómo ha sido esta experiencia para los estudiantes?
Al respecto, hicimos un sondeo entre niños y jóvenes de distintos colegios y universidades. Aclaro que la muestra fue muy pequeña y no se pueden establecer conclusiones ni tendencias; si acaso, coincidencias, pero vale la pena conocerlas. Esto fue parte de lo que encontramos:
Niñas de primero de primaria expresan entusiasmo por las clases en línea. “Es divertido y hasta he aprendido a cocinar”. “Uso la computadora y el celular”. “Me gusta que mi mamá me ayude a hacer las tareas”. Pero… “sí, estoy feliz en casa, pero extraño a mis amigos y ya me gustaría regresar a la escuela”.
Estudiantes de preparatoria comentan que les dejan hacer resúmenes de videos, leer libros y responder preguntas de estas lecturas. Uno de los inconvenientes es “dividirme el tiempo de usar la computadora con mi hermana”, otro es que “nos estresamos haciendo tanta tarea”. No se cambiarían en definitiva al sistema en línea.
Jóvenes universitarios participan en video llamadas y presentan tareas vía WhatsApp y Facebook. “Prefiero por mucho las clases presenciales”, dice francamente un estudiante.
“Mis actividades diarias en línea dependen de la materia; una maestra nos deja el link de algún documental y en la siguiente clase hacemos video conferencia para comentarlo. En otras, nos presentan temas en PowerPoint o nos dejan lecturas”, explica una estudiante, pero también se queja de que ha tenido que descargar diferentes plataformas en su computadora, “lo cual llega a ser confuso, pero el día de hoy ya estoy más cómoda con ellas”.
Añade que los trabajos en equipo son fundamentales, “pero debido a la situación, eso se ha reducido. En una materia lo siguen pidiendo, entonces nos conectamos con los otros compañeros por video llamada o hacemos grupo por WhatsApp”.
Un joven admite que “se pierde mucho la concentración, ya que no estás en un aula presencial para dirigir toda tu atención”.
Y otra estudiante lo resume así: “Por una parte, me gusta porque puedo dormir un poco más y puedo estar haciendo más de una cosa mientras escucho mi clase, por ejemplo, darle de comer a mis perros, desayunar, etcétera. Por otra parte, prefiero mil veces convivir con mis compañeros, conocer gente y hacer ejercicio en la universidad”.
En general, los estudiantes manifiestan abiertamente nostalgia por las aulas y lo que hay alrededor de ellas. En eso coincide el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, quien reiteró en un noticiero nacional la primacía de la exposición presencial del maestro sobre el trabajo a distancia.
Pero, algo que nadie podrá negar es que las clases a distancia salvaron los ciclos escolares desde preescolar hasta el nivel superior y que, aún con sus limitaciones, han sido una experiencia exitosa y fascinante.
Por Alfredo Arnold, Profesor de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
Foto de portada, tomada de la red.