Rayar la vida de Salvador Cisneros

Rayar la vida 

 

El sonido del campo, el canto de las aves, el azul del cielo, lo rojo de las flores; la música de algún lado comienza y te toma por sorpresa, un conjunto instrumental de viento arrastra su sonido y se vuelve fondo en el fragmento de vida que nos muestra Berna, un niño na savi de 10 años.  

A través del pequeño documental, uno se vuelve parte de su rutina, testigo de su vida. Da la impresión de que lo acompañas. Lo acompañas a su escuela y ves cómo un poco preocupado cuenta y cuenta. Lo acompañas mientras juega, ves cómo se entretiene con sus animales, los cuida, los guarda, los sigue, los atrapa, los quiere; se nota. Lo observas mientras él está con un amigo o tal vez un hermano, ambos sentados a un lado del otro, conversan frente al intenso verdor y la espesa neblina de la montaña de Guerrero. Lo acompañas cuando tiene una olla tiznada sobre brazas ardientes y espera sentado a que algo salga de ahí, lo acompañas cuando de una servilleta bordada saca una gran tortilla y comienza a comerla; todo mientras la música sigue su lucha por mantener el compás.  

Lo acompañas en el campo, en su trabajo. En el campo encuentran a más niños, ninguno parece tener más de 15 años. Todos trabajan entre flores; altas, rojas y bellas flores de amapola. Ninguno conoce para qué se utiliza el material que trabajan, pero todos rallan la planta para poder ganar 150 pesos al día.  

Rayar la
Niño de la ampola

Berna desconoce sobre heroína y narcotráfico, pero conoce el frío que se siente al despertar a las 5:30 de la mañana para alimentar a sus animales, quienes representan el tesoro familiar; también conoce sobre el hambre, sabe que recrudece si un día no llegan los 150 pesos al hogar; conoce el dolor y la lejanía, puesto que diariamente debe caminar 10 kilómetros para llegar a su escuela, construida con maderas, láminas, voluntad y manos de los padres y madres de niños que asisten a clases y mejor no mencionar algún traslado al hospital. Berna desconoce que forma parte de las estadísticas de pobreza extrema, de niños que trabajan, de vulnerabilidad; cuando termine la primaria (actualmente cursa el tercer grado), probablemente se sume a otra estadística, la de migración... Como su mamá.  

Rayar la vida, de Salvador Cisneros Silva, producido por Periodismo Amapola, proyecto periodístico del Estado de Guerrero, retrata la realidad que ignoramos, que dentro de nuestras casas nos es completamente ajena, pero que por medio de este trabajo nos muestra en la cara que existe; y no solo existe, duele, resiste, consume y pide a gritos nuestra atención.  

marianela@adncultura.org

 

Por último te dejamos con el corto documental: