La Menstruación de Dios
La literatura contemporánea ha sido bastante abstracta, aún hay muchas obras que no tienen el crédito que merecen y autores que brindan una diferencia a su público, sin embargo, cuando hablamos sobre el género del terror o suspenso es imposible ignorar autores como Edgar Allan Poe, Howard Philips Lovecraft y el más contemporáneo: Stephen King. Como lectores, podemos enfatizar que es complejo trabajar en una obra, aunque trabajar con el terror es aún más problemático debido a la materia artística que han expuesto otros colosos, sin embargo, la escritora Ana Gaby Rendón expuso su primer trabajo literario que consta con una realidad dolorosa.
Por lo regular el terror se puede infundir por medio de criaturas abominables, seres cósmicos o entes fuera de nuestro plano existencial, pero Ana se dio una tarea muchísimo más difícil de retratar miedo porque ejemplificó demonios con los humanos; específicamente en los hombres. En la actualidad podemos observar al feminismo, un movimiento social que quizás se encuentra en la cúspide si hablamos acerca del número de masas o comunicaciones. Si cada mujer tuviera la obligación de leer esta obra de principio a fin saldría asqueada —algo bueno para el horror—, tampoco los hombres están exentos a este efecto al dejarse llevar por una historia llena de tiranía, sin duda, considero que es un retrato de la vida de varias víctimas que vale la pena leer, al grado que se siente obligatorio sin generar molestias.
Ana creó una historia que cuenta con peculiaridades singulares, eso le da un sello a La Menstruación de Dios. Algunos personajes resaltan con facilidad por tres factores; sus introducciones, vivencias y despedidas, no son personas extraordinarias por naturaleza, no obstante, el destino aciago que los rodea les permite inmortalizarse —tal vez el nombre no, pero la crueldad que reciben sí— tanto que el epílogo toma a la novela para despedazarla, hacerla añicos por completo. Esta historia te ahoga en un mar de impotencia, repudio, vergüenza, se establece la par alegórica permanente; lástima y miedo —un miedo real para la vida real, en pocas palabras—.
La protagonista casi siempre se encuentra huyendo de alguien, de sí misma, por su sentir de impureza y frustración; cuando el personaje principal es víctima de las emociones negativas que la rodean es fácil identificarse, no podemos negar la historia individual de cada persona, tampoco afirmar que nadie ha sido víctima alguna vez en su vida. Angustia, masoquismo, depresión, soledad, monotonía, decepción, sobre todo, dolor. Son sensaciones inexorables cuando tomas lectura.
Palizas, abusos, violaciones y más actos crudos hechos para la audiencia menos sensible, este libro contrae el suspenso con el drama de manera extravagante, ni los corazones más duros podrían pasar por alto el cosquilleo nacido de la frustración. La literatura mexicana jamás había develado una obra tanto espléndida como cruel, hay mucho talento en México para las letras, Ana demostró que no hay discusión en ello, pero sólo lo comprenderás hasta deleitar la novela...
Los libros tienen mucha libertad creativa debido a la ausencia de censura, La Menstruación de Dios llega a puntos tan violentos, ruines y perversos que llega un momento en donde comprendes que si el libro tuviera conciencia no sabría el significado de la censura, un aspecto adorable y hasta cierto punto admirable gracias a que el libro no busca ocultarte nada, ni siquiera el mensaje se siente así, en su totalidad es directo. De manera indudable aquí se halla una pieza literaria con buenos frutos de inspiración a raíz de las lecturas de Ana; escritora mexicana excepcional.