Un nicho para el sonido - in memoriam
Por Francisco Solís
En medio de las inercias y de la búsqueda a ultranza de emblemas que reconfirmen la identidad cultural de un pueblo tan diverso, como lo es el guerrerense, resulta insólito que se preste atención a expresiones contemporáneas, a través de las cuales también se ponga de manifiesto que lo contemporáneo no está divorciado de lo tradicional y que las expresiones artísticas no necesariamente tienen que estar ligadas a proyectos oficiales o líneas a seguir en materia de promoción o desarrollo cultural en una región determinada. De ahí que la existencia de proyectos de cultura alternativos sea vital para inyectar de nuevas realidades el imaginario público y la consolidación de identidades, sobre todo cuando los nichos para tales efectos no estén dentro de la oferta ni de la demanda ni a la vista en los circuitos culturales. El arte sonoro, que no la música de tornamesa, al igual que la danza contemporánea y otras manifestaciones de arte urbano, poco a poco, han ido ocupando espacios gracias a la persistencia de sus artistas, entre ellos la de Abraham Chavelas, quien con su deceso deja un boquete en la persistencia y proyección del sonido tratado desde una perspectiva en la que se conjugan imágenes y sonidos, a veces discordantes, que remiten al escucha a ese licuado de sonidos que ocurre en la vía pública, sea ya en un espacio urbano o en la calidez allende al mar en el litoral de Guerrero.
En Transmedia Borders (San Luis Potosí, Méx. 2017), por ejemplo, Chavelas echó mano del sintetizador para dar cuerpo al sonido chirriante que acompaña a la palabra y a una presurosa persecución de imágenes proyectadas en una gran pantalla de fondo. Con sus dedos, subía y bajaba las intensidades, como si con ello quisiera también decir que así son las emociones de quienes quieren traspasar las fronteras indeseadas. En abril de 2020, proponiendo una pausa ante la saturación y contaminación auditiva y visual a la que estamos acostumbrados, anunció uno de sus proyectos más audaces, es decir, el lanzamiento de su primer disco de arte sonoro (Despertarán hambrientos los gigantes), en el cual, más que la producción de música en sí, representa la recopilación de esos sonidos que fue produciendo y reproduciendo a lo largo de su carrera como artista, un artista preocupado por la labor cultural en el puerto de Acapulco, su laboratorio y centro de actividades, un artista urbano concentrado en lo que ocurría en su entorno, ni valiente ni timorato, crítico, solidario y bastante humorado, como para quien el asunto es serio, pero bien vale la pena lanzarse una carcajada. Queda vacío el nicho, pero la primera piedra ya fue puesta por él y esperamos que alguien de su camada tome el báculo y haga revolver los sonidos que habitan el espacio.
08.09.21 /Fss
Foto de portada: Abraham Chavelas / Mara Arteaga Fotografía