No era mi día, ni mi semana,
ni mi mes, ni mi año.
Ni mi vida.
La adicción, mi malditismo y un tal Bukowski.
Visitando una tienda de vinos y licores de la ciudad, un licor era lo apropiado para pasar el fin de semana guardado en casa, por supuesto tendría que ser el más barato, aquel que dicen que te limita la vista o te puede dejar tirado dos días enteros. Por los pasillos encuentro cervezas artesanales, whisky, vinos y absenta, ese licor maldito o licor para los malditos, pienso en los malditos como Baudelaire, Poe, el mismo Verlaine, incluso en el nacido un dieciséis de agosto, Charles Bukowski. ¿Pero, por que pienso en esto, es por que el cumpleaños cae en quincena y por esa razón es por la que estoy aquí?, ¿por que es considerado una bebida del romanticismo?, ¿si lo pruebo seré un poeta maldito? Quizás solo quiero salir en la tv, en cualquier entrevista, ir ebrio, responder ebrio y antes de cada pregunta darle un buen trago a la botella, ser un Bukowski o un poeta maldito.
El malditismo según la definición de la RAE, es la condición de maldito (que va contra las normas establecidas). Mientras que en la definición del Diccionario Literario Trazegnies, el malditismo engloba a todos los escritores considerados como una amenaza para la moral de su época, porque escriben sobre temas que se tienen por obscenos o que hacen apología del mal, pero suelen ser los renovadores del lenguaje, las costumbres y la cultura en general.
Poco a poco esta condición fue siendo asimilado por el sistema, al principio imperceptible, después con un descaro cínico, pues veían la defensa de los modelos vitales y paradigmas culturales que contribuyeran a corromper a las masas. Así, el individuo que adoptara el malditismo fue primero tolerado, después admitido en sociedad, hasta por fin ser entronizado como un icono «pop». El personaje maldito, como lo menciona Juan Manuel Prada: "no es el individuo autodestructivo y nihilista cuyas desgracias aplaude un sistema, sino el artista que se atreve a llevar la subversión hasta donde el sistema empieza a expandirse, adornado con incontables amores, destellos suicidas y paraísos artificiales."
Una vez llegado a este punto, no estoy tan seguro de beber malditismo directo de la botella mientras sostengo con mi mano izquierda un cráneo de plástico. El malditismo se vende a ochocientos pesos, cuesta más que la muerte.
El malditismo recoge a escritores vagabundos, solitarios, de vidas entregadas a todos los excesos, que no se alimentan sino lo necesario para sobrevivir, se drogan y emborrachan con todos los licores y venenos como la absenta, el hachis, el opio y la heroína. Que duermen donde la noche lo permita, escribiendo sus alucinaciones, sin publicar un verso, porque los editores no confían en su obra y los menosprecian. Estos individuos son mejor conocidos como "poetas malditos".
Esta expresión la acuña el escritor simbolista Paul Verlaine en un ensayo publicado en 1884 del mismo nombre.
Los poetas malditos, representan una ruptura violenta con la moral, una irreverencia con el progreso. Su poesía es un pensamiento crítico que eleva el mal a la categoría de dimensión estética, de esta manera podemos plantear que, la obra de los malditos subvierte a las costumbres del siglo XIX, abriéndose paso por un camino que comporta condiciones y cambios como el nacimiento del urbanismo, el crecimiento de la industria, el brote de las masas y las nuevas tecnologías del poder disciplinario.
Me detengo un momento del pensamiento, miro alrededor. ¿Mi malditismo es condicionado a mi vestimentas oscuras y no a mi forma de esperanza? Leo de que está fabricada la absenta, es como una alerta, te previenen a volverte un adicto, usar ropa negra en plenos treinta y cuatro grados o peor aún a volverte un poeta maldito de la era digital.
Las características de los poetas malditos, según Mario Javier Pacheco, son las siguientes:
1) Son escritores o artistas talentosos, de vida desordenada y bohemia, su concepto de libertad incluye alcoholismo, drogas, prostitución, descuido personal, conductas agresivas, solitarias y contrarias a la normatividad social y la convivencia en comunidad.
2) Son opuestos a los atavismos y valores de la sociedad burguesa y capitalista y están orgullosos de su actitud.
3) Su arte y literatura son libres y provocativos, tanto en su forma, como en su temática, abordando lo tabú, el nihilismo. Su religión es la contravía, la impura rebeldía.
4) Generalmente los textos de sus obras son de difícil interpretación llenas de simbolismos y metáforas oscuras. No practican la metáfora tradicional.
5) Sus círculos son cerrados, no escriben para todos sino para su exclusiva élite intelectual, el grupo de personas que entienden su jerga, su lenguaje, sus referentes, sus símbolos.
6) Son menospreciados y aislados por sus contemporáneos.
7) Son incomprendidos y su reconocimiento llega de manera póstuma y por lo general mueren solitarios, jóvenes y en la miseria. ―Vive de prisa y muere joven.
Cuando las poéticas malditas incluyen la miseria como componente estético del arte, rompen las tres formas de la lógica de la censura: Inexistente, ilícito e informulable.
Fácil es asociar el malditismo con la absenta, esta como el licor que detalla a infernales escritores, beber absenta en casa, solitario, sentirse / incendiarse con las pesadillas o algún gesto romántico, beber en un programa de tv, ser apostador, mujeriego, otro personaje.
Charles Bukowski, era un borracho empedernido, perdedor orgulloso y que le trajo fama y lectores, además de narrador fue un poeta que escribió en contra de la vida resignada. Es el gran cantor de las balas perdidas, el placer del fracaso y los viajes a ninguna parte por el puro placer de viajar.
En palabras de Charles: “El estilo es más importante que la verdad”, lo que significa toda una declaración de principios que llevó a la práctica en toda su obra, aunque para ello tuviera que modificar en ocasiones los hechos para darle una mayor intensidad o significación narrativa, tanto en prosa como en poesía, aunque no ignoraba que la forma es también fundamental para darle un sentido nuevo al contenido, es decir, a lo narrado y lo condiciona, aunque siempre pone el acento de la más genuina autenticidad. Es ese estilo tan personal de este autor lo que lo ha convertido en un escritor que emociona y atrapa al lector, aunque no esté de acuerdo totalmente con lo que dice, pero no le pueda negar nunca que la fuerza expresiva de su poesía o prosa le hace profundamente adictivo para quien lo lee.
Bukowski jamás estuvo alcoholizado o drogado al momento de sentarse a escribir. Según Linda King, Bukowski sí que tenía ambiciones. Lo recuerda escribiendo casi todas las noches. "Creo que nadie sabe lo mucho que trabajó", asegura. "Solía decir que era el mejor escritor de la historia. No tenía ningún escrúpulo en contarle a la gente lo buen escritor que era; él era así."
En una ocasión, el crítico cinematográfico Roger Ebert resumió así a Bukowski: "Un millón de tipos empiezan a emborracharse e intentan convertirse en grandes escritores y uno de ellos lo consigue. Seguramente, ahora hay un millón más de tipos que se están emborrachando mientras se preguntan cómo lo consiguió Bukowski. Él no es un superviviente. Es una aberración estadística."
Tal parece que el malditismo es una condición universal que está acompañada de una bebida alcoholica, además que designa una escritura desde la marginalidad, desde lo subalterno. En este sentido, el malditismo no es sino otro nombre para designar la radicalidad de lo individual. Esto significa, por un lado, anteponer la singularidad del artista tanto a las reglas establecidas como a las condiciones de producción. Por el otro, implica transitar los límites de una forma distinta: llevarse a sí mismo hasta las frontera de lo subjetivo, aunque esto suponga caer en dinámicas autodestructivas o directamente en la locura.
Satánicos, diabólicos, perdedores, oscuros, secretos, marginados, raros… Los poetas malditos han recibido decenas de atributos y pese a la magnitud de connotaciones, parece que sabemos a qué nos referimos cuando calificamos a uno como tal. Sin embargo, existe un abuso del término, una etiqueta publicitaria que no les hace justicia a los que se ganaron el título a base de la resistencia de sus obras. Como dijo Manuel Huerga: "
Creo qué atractiva y seductora es la imagen del perdedor en la ficción, pero a ver quién se postula a ser uno en la realidad".Para ser poeta maldito, son necesarias buenas dosis de fracaso y derrota. No basta con vestir de negro; no basta con arrastrar un aire melancólico al pasear ni cuando sufres de desamor, ni siquiera cuando rechazan por enésima vez la publicación de tus versos. Además, seamos claros: al malditismo se entra para no volver a salir nunca más. Así que, amigo alcohólico, usted no es un poeta maldito, solo es un adicto romántico de las bebidas espírituosas.
Vuelvo a la bodega y acomodo las ideas como lo hago con la botella de absenta, esta vez la vida de poeta maldito puede esperar, ya que solo me alcanza para un tonayán y así terminar la lectura de hace tres intentos atrás: Las campanas no doblan con nadie, de Charles Bukowski.
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Malditismo, definición. https://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=malditismo
El malditismo: La incomprendida libertad del arte y la cultura http://www.mariojavierpacheco.com/wp-content/uploads/2016/03/El-Malditismo.-versi%C3%B3n-para-video.-Rese%C3%B1a-Mario-Javier-Pacheco.pdf
Charles Bukowski, el reverso maldito del sueño americano. https://elcultural.com/Charles-Bukowski-el-reverso-maldito-del-sueno-americano
El aliento de Hank. https://elpais.com/diario/2007/03/10/babelia/1173487150_850215.html
Reseña de Ana Alejandre. Charles Bukowski: Retrato de un solitario. J. Corredor, Renacimiento 2014. Páginas: 176 pgs.
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