Evelyn Salgado y Abelina se equivocaron en cultura
Apenas el año pasado dieron inicio las administraciones de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y la alcaldesa Abelina López Rodríguez, relevando en el cargo administraciones a las que calificarlas de nefastas es hacerles un gran favor, no solo por los escandalosos señalamientos de corrupción, enriquecimiento ilícito y pactos con grupos delincuenciales, sino por la opacidad de los recursos y el cinismo que fueron el sello que marcó ambas administraciones en temas de cultura.
MORENA ya había gobernado Acapulco y los resultados fueron, por decir menos, desastrosos en todos los sentidos. No hubo un solo día donde la arrogancia y prepotencia de la escoltada y blindada alcaldesa estuviera ausente, eso debió ser suficiente para no cometer el mismo error, pero; Abelina alcanzó de la bondad y nobleza de la gente que es fiel al movimiento Lopezobradorista y dieron voto masivo en el estado y así como también en el principal municipio de Guerrero, el INE en su afán de imponerse con argucias y chicanadas, terminó por encender más el ardor popular y convirtió a Félix Salgado Macedonio en “mártir”, uno que navegó solo y a veces impulsado por soplidos desde palacio nacional. Para cuando Salgado impuso a su hija en un acto de descaro absoluto, la ira había cegado la razón del pueblo sabio, ni el dinero del PRI, la desesperación de Mario Moreno o la traición de Pablo Sandoval Ballesteros pudieron impedir el resultado. Se perdió de vista algo: ni Evelyn, Adela, Abelina o Félix, son clones de López Obrador, ni siquiera una imitación que de lejos se le parezca.
Evelyn al poder, Félix una sombra siempre presente.
Muchos se frotaron las manos con la llegada de Evelyn, sabían que, si bien es cierto ella anunciaría el gabinete, los palomazos se darían en la pluma de otra mano. Félix hizo jaque mate al INE, se convirtió en senagobernador. Para muchos analistas de la vieja guardia, perros de bagaje que se mueven en los basureros más oscuros y malolientes, los bajos mundos donde el PRI y sus aliados tomaron por años las decisiones que fijaron el rumbo del estado suriano, aseguraron que sin el ex candidato detrás de la joven inexperta, no sería posible la estabilidad social para gobernar, un viejo lobo de mar acostumbrado a surcar las aguas más turbulentas era preciso para generar las condiciones mínimas al nuevo gobierno.
Con mucho sigilo se guardaron los nombres, rumores corrían como pólvora de un lado a otro, se soltaron nombres por todos lados, incluso algunos comenzaron a formar equipos de trabajo, a la par, cuestionados personajes con carreras encajadas bien profundas en el olvido, de pronto reaparecieron, los medios dieron cuenta de su presencia en lo que fuera la casa de campaña, en cafeterías y en una casa por el fraccionamiento Marroquín. Otros, de plano ya hambrientos y sedientos de comer en la mesa del poder, se apersonaron en la ciudad de México en el senado. Otros más, unos bien conocidos, buscaron sumar a otros, no de sumarse ellos, sino de llevar agua a su molino y venderse tan caros como auténticos, pero el cobre les brilló tanto que ni siquiera fueron considerados.
Para cuando se leyeron los nombres muchos ya se sabían, el nombre de Aída se escuchó en la bocina, se leyó su semblanza, era claro que su perfil no era el idóneo, su desconocimiento e inexperiencia para operar en el área se confirmó poco a poco, no en voces de otros, ella misma se encargó de decirnos cuál es su visión sobre la cultura en el estado. Luego de insistir múltiples ocasiones solicitando una entrevista a la funcionaria, el querido Óscar Ricardo no necesito un mazo enorme, apenas picó con alfiler y todo se derrumbó dejando ver quién y cómo se manejará la cultura con este gobierno que anuncia fuerte y al viento que “transformará la cultura”. Eso quizá, resulte ser una amenaza más que una chispa de esperanza.
Cultura de élite
Apenas llegó y se asestaron los primeros golpes, le cerraron la puerta a la Compañía de Danza Contemporánea de Acapulco, no hubo convocatorias en literatura, practicaron una cirugía al presupuesto de la OFA, y de paso, anunció que relevarían por jubilación al director de la emblemática orquesta que forma parte del patrimonio cultural. El escándalo la siguió con su participación en Chilpancingo en un evento que violenta el artículo 48 de la ley de cultura, luego se apersonó en una Bienal cuestionada y con cuadros mal acomodados, donde el aplauso mutuo fue la sal del guisado. Pero si lo anterior no fuera suficiente, la funcionaria se lanzó contra los esfuerzos de creadores, artistas y promotores culturales, para calificar el trabajo hecho como “cultura de élite” y habló de “redignificar la cultura”. ¿Qué significará esa frase en funcionarios así? Lamentablemente, estamos por averiguarlo en los próximos meses. Félix, quiero decir, Evelyn, se equivocó. Hacer campaña no basta para estar a la altura de un cargo, es una lección que ya conocemos, el camino andado del viejo y rancio PRI nos recetó esa fórmula más de setenta años.
Abelina se equivocó con Maciel.
Acapulco es la joya de la corona electoralmente hablando, múltiples personajes hacen hasta lo indecible y reparten sumas inmensas de dinero por hacerse de la presidencia de este destino estratégico y turístico, el efecto AMLO llevó a Adela Román a la alcaldía, también le alcanzó a Abelina, la semejanza en el actuar de ambas parecía un tanto lejano, pero el poder es el poder, gobernar este municipio con todos sus contrastes sociales es un reto que no es para cualquiera. La alcaldesa mandó una primera señal en una reunión con artistas y creadores: que el director de cultura salga de aquí.
El peso de la responsabilidad en cultura municipal recayó en los hombros del creador escénico Manuel Maciel Campos, las altas expectativas se confabularon y crecieron con sendos anuncios públicos de la primera autoridad municipal sobre el hecho de que “la cultura sería el eje de su gobierno”. Un artista con experiencia y conocimientos del cómo y para qué, y, una alcaldesa dispuesta (al menos en el discurso público) a impulsar la cultura no como mero entretenimiento banal, sino como un eje de gobierno. Pero tanta belleza tenía que tener un precio, uno que quizá pensaron que por tener un cargo cualquiera estaría dispuesto a pagar, es ahí donde erró Abelina, Leticia no encontraría eco a la exigencia de protagonismo y sumisión.
Es cierto que por la oficina de cultura municipal han transitado personajes impresentables, gente que ha sido señalada por complicidad en verdaderos atracos y fraudes al trabajo de los artistas y los pagos de sus honorarios, la lista va desde cheques que se cobraron a nombre de los beneficiarios, pero que estos últimos jamás recibieron los recursos, hasta el sospechoso robo de documentos importantes en esa oficina. Otros por su parte, se han dedicado a disfrutar el puesto, el sueldo y el de su gente en la nómina, avalando el avasallamiento a la cultura, el debilitamiento institucional, callando incluso cuando le quitaron todo el presupuesto a cultura y dejando a su suerte a muchos creadores, llegando hasta situaciones tan ruines como desaparecer el consejo de cultura en lugar de fortalecerlo y consolidarlo en defensa y apoyo de la comunidad cultural.
Eso quizá se buscó con Maciel, ahí se equivocó Abelina, el protagonismo y el hambre de ostentar el poder por el poder no es la debilidad de todos. Vimos entrar y salir a Maciel con dignidad, sin someterse o entregarse, no lo sedujo la promesa de un sueldo a cambio de ser un adorno, títere o marioneta manejado desde SEDESOL. A Manuel le sobró lo que Abelina y Leticia les faltó, salió a dar la cara y dijo: No, yo me voy.
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