El pasado jueves 25 de julio se dio por clausurado el ciclo de cine japonés del Cineclub B.22 dentro de las instalaciones de la Biblioteca Pública Municipal “Dr. Alfonso G Alarcón”
El ciclo de cine dio inicio con el filme Confessions of a dog, de la cual ya se habló anteriormente; la película de más de tres horas de duración, al estilo de una novela negra, nos narra la historia de un policía quien poco a poco es quebrantado y termina corrompiéndose para después ser manipulado y abandonado como un simple perro.
Enseguida se proyectaría Café Lumiere, dirigida por el director Taiwanes Hou Hsiao-Hsien, esta se desarrolla en el caótico y ordenado Tokio. Una película homenaje al director de cine japonés Yasujiro Ozu. Café Lumiere es para los amantes del cine puro, sin grandes tramas, ideologías, política o filosofía que pudieran contaminarla. A pesar de su aparente simplicidad Café Lumiere no es para cualquiera. Sus personajes en apariencia simples, de un trasfondo tan inexistente como de trama, nos hace jugar con nuestros pensamientos, analizando cada detalle e intentar descifrar algún mensaje oculto. Sin embargo, Café Lumiere no solo es una hoja en blanco, sino que es completamente transparente, y no busca ofrecer ninguna respuesta. El minimalismo vuelto cine, un haiku como guion. Sin duda una gran apuesta en un público hoy poco acostumbrado al cine de este estilo.
Y, por último, un brusco giro de estilo. Ichi the killer de Takashi Miike y Cold Fish de Sion Sono, al igual que Café Lumiere nos muestra un argumento ligero, sin embargo, aquí no encontraremos poesía sino litros y litros de sangre y mutilaciones.
Quizás una muestra necesaria para conocer el otro lado de la moneda del cine japonés, ese del que pocos cineclubs se atreven a hablar. En estas últimas dos proyecciones se rompe con todos lo visto y con todos valores socialmente aceptados en la cultura japonesa, pero que sin duda pertenecen a ese lado oscuro de Japón.
De Iche the killer poco se puede hablar, gente asesinando por gusto, brazos y piernas volando por los aires sin mucho contexto. La locura hecha película. Citando un comentario leído por ahí “o lo amas o lo detestas”.
Sin embargo, creo que la formula se repite y se desgasta en Cold Fish, y se pierde la oportunidad de mostrar más sobre el variado y extenso acervo fílmico japonés. Durante esta última película que da por concluida el ciclo de cine japonés, el protagonista vive situaciones extremas, lo que lo lleva de la sumisión a la completa locura víctima de un mundo no lejos de la realidad. A diferencia de Ichi the killer, Cold Fish logra una trama más compleja y creíble a pesar de las actuaciones exageradas que parecen ser parte del encanto del filme.
Aunque he de decir que no todas las películas fueran de mi agrado, sin duda el ciclo de cine logro su cometido, incomodar y sacarnos del estado de confort acostumbrado para probar lo dulce, acido, y agrio del cine japonés.
Por lo pronto solo queda esperar el próximo ciclo “El Cine y Las Artes Plasticas” que dará inicio el jueves primero de agosto, el cual sin duda no se pueden perder.