Enya, la "buena madre" de Chilly Gonzales | Reseña

Enya, la "buena madre", por Chilly Gonzales

 

 

"I fucking love it, it's so fucking bad".

Pag.16. Una fan rockera.

 

Derrumbar el esnobismo siempre es satisfactorio. Todavía prevalece en mis creencias la de que los libros trascendentes son tochos de más de 500 páginas. Es una creencia pesada y nefanda como el "buen gusto" en el consumo artístico.

Jason Charles Beck aka Chilly Gonzales me dio el empujón para apreciar la autenticidad de la música y la cultura en un libro compacto, breve de hecho, pero que desarrolla con profundidad un tema que generalmente se toma a modo de broma, cuando realmente aflora la actitud y comportamiento social para percibirnos distintos en el sentido de lo "chido", por ponerlo en nuestro lenguaje callejero; tal vez en el fondo hablar de "gustos culpables" es clasista: "pese a escuchar esto, selecciono mejores canciones que tú"; haciendo eco de la —casi cancelada— palabra "naco".

Comenzando por el audaz y retador título del libro, "Enya", Gonzales precisa la intención de su brillante ensayo al añadirle el subtítulo "un tratado sobre los placeres no culpables".

Un tratado es un documento que expone posicionamientos políticos, económicos y sociales, y aunque esto suene formal, Chilly logra abordar estos aspectos con su escritura perspicaz de manera clara; a pesar de ser un músico de conservatorio su lenguaje siempre es luminoso y detiene la debacle en torno a lo que se denomina "buena música", sobre todo en estos tiempos de lucha entre el expansivo reguetón y el zombie del rock.

"El conservatorio obtuvo su nombre por ser literalmente conservador, y el consenso que se dictó no debe cuestionarse. Es tan dogmático como la Iglesia católica pero con más sífilis", escribe con tono sardónico Gonzales. Que sea un músico encasillado en la "música clásica", vuelve más revelador este libro porque fácilmente se le podría ubicar en la trinchera fascista del gusto exquisito.

El tratado parte de las canciones de cuna, un poco desde su contexto histórico y luego desde la importancia de tener una voz adecuada para cantarlas. Esas voces son las auténticas, argumenta, ya que suelen ser cantadas por las madres; son voces que se quedan para la posteridad: "Ellas (las canciones de cuna) estarán ahí después del capitalismo y las pastillas para dormir…". Y no necesariamente por su rango ni porque sean "dignas" de sonar en auditorios para multitudes; Gonzales las define como "sonido característico" (signature sound), el mayor logro que puede alcanzar un músico.

Después viene su afinidad, simpatía y encanto con Enya. Incluye descripciones técnicas pero comprensibles para lectores que apenas sabemos cómo hacer música. "Cuando era adolescente, me senté allí con mi D-50 (sintetizador) tocando los acordes de "Sail Away" ("Orinoco Flow") en el parche 123, maestro de toda una orquesta, sintiéndome moderno y antiguo". No quiero abundar en detalles porque esto es una invitación a leer el libro, puedo asegurar que conocerán a la irlandesa a partir de la perspectiva musical de otro músico. Una maravilla que queda despojada de la soberbia del crítico musical.

Enya para Gonzales es la "buena madre", la que con su voz vaporosa y su producción que deconstruye la música de orquesta alcanzó un sonido propio. Destaca la personalidad hermética de la multiventas como contraste entre su música angelical y la comunicación pública.

"Enya" no es una disección de los álbumes ni propaganda para imponer a la cantante como canon; sí es un gran eje para debatir el gusto en la cultura, las relaciones interpersonales basadas en el arte que vemos y escuchamos, y de manera inesperada, el libro funciona como uno de memorias, unas que están delimitadas por un punto de partida, que en menos de 100 páginas alcanzan a cubrir una vida influida por la música de élites y la transición en el modo de producir, llegando hasta nuestra época en la forma de hacer y escuchar música.

"Enya, un tratado sobre los placeres no culpables" está editado por Alpha Decay, una editorial española que procura sus ediciones con alta calidad en traducción y diseño. Yo lo leí en inglés y en formato digital, que si tienen oportunidad de leerlo así, adelante, será un gran placer.