Hoy en día muchas empresas, personajes políticos, famosos y la publicidad, están “promoviendo” dejar el uso de plástico, pero ¿Sus intenciones son reales o es mera “moda” para crear una imagen “buena onda”?
Lo dejo a su criterio, lo que si es evidente es que no existe una conciencia real sobre lo sagrado de la naturaleza, el respeto y el amor a la madre tierra. Pero… ¿de dónde surge todo esa conciencia? hace muchos años, en la mitología griega, Gaea o Gaia, la tierra primordial o “Diosa Madre” era una de las deidades que gobernaban el universo antes de que existieran los Titanes. En el mito de la creación, el caos estaba por encima de todo. Él (Dios) fue hecho del Vacío, de la Misa y de las Tinieblas en confusión; y entonces la tierra en la forma de Gaea entró en existencia. De la “Madre Tierra” brotaron los cielos estrellados, con la forma del Dios Urano del cielo, y de Gaea también salieron las montañas, las llanuras, los mares y los ríos que componen la Tierra.
Según esta mitología, Gaia es la madre ancestral de toda la vida: la diosa primitiva de la Madre Tierra.
Es por eso que la “consciencia” de la Diosa (es decir, el respeto y admiración hacia el medio ambiente y el cuidado del planeta tierra) a menudo empieza en el mundo natural y con nuestra actitud hacia él.
En los últimos cinco mil años, la “cultura patriarcal” (el venerar a un Dios “masculino” y dejar de lado la esencia femenina, la “Diosa”) ha enseñado a las personas a apartarse de la naturaleza. Racionalizando de todos los modos posibles la avaricia y la explotación, mediante la visión de que la Tierra estaba puesta bajo nuestros pies para servir a la humanidad – y que habíamos sido creados para ser sus dueños- esta es la raíz de la presente pesadilla ecológica (muchas empresas y la publicidad son culpables del desastre ecológico que vivimos hoy en día, en parte es nuestra culpa por nuestra ignorancia en nuestras culturas prehispánicas, nuestro pasado ancestral que veneraban, amaban y respetaban el medio ambiente y el planeta tierra) . Al robarnos este sentimiento de lo sagrado que proviene de la naturaleza –al convertirla en algo de poca importancia, inferior y muerto, los “gobernantes” que adoraban a un dios en los cielos provocaron un sesgo cruel en nuestra naturaleza interna y prepararon el camino para la psicosis y la alienación que hoy está tan extendida.
A un nivel más personal, muchos de nuestros padres pensaban que la Naturaleza era su enemigo. Las personas no respetaban ni la flora ni la fauna, con el uso desmedido del petróleo, el carbón, el plástico y la privatización del agua y las tierras. Pero empezaron a darse cuenta del precio real de esta manera de vivir desequilibrada y sin alma. Ahora existe un creciente impulso de cambio, como lo vemos en los medios de comunicación o algunos personajes políticos o de la farándula, que promueven “el sin popote, sin bolsa, salven a las vaquitas marinas” etc (y si, muchos lo hacen no por amor o respeto a la madre tierra o por conciencia real, si no por “fama, reconocimiento o dar una buena imagen”). A la vez que nos abrimos a lo sagrado de la vida –a las enseñanzas espirituales que todas las criaturas pueden ofrecernos, si las observamos con nuestros ojos humanos, bien abiertos – redescubrimos nuestro lugar en la imagen global. Hay unos lazos que irrevocablemente nos unen a todo lo vivo que comparte este planeta con nosotros, como bien lo sabían nuestras culturas prehispánicas.
Los “espíritus de los árboles” y otros aliados verdes: La idea de hablarle a las plantas para ayudarlas a crecer mejor no es nueva (o la de ponerles música). Pero las personas que más saben de esto son las culturas antiguas o prehispánicas como los aztecas, mexicas, mayas, incas o los chamanes indio americanos. Muchos nos han enseñado que las cosas verdes que crecen y tienen raíces también tienen un “espíritu”, con el cual es posible comunicarnos. Ahora podemos escuchar a nuestras amigas las plantas con atención.
Oír a los árboles y a los prados se convierte en una apertura a la intuición, de hecho, en “ceremonias hikuri” de las comunidades nativas de la sierra Madre Occidental conocidos como wixárikas, es normal ver el espíritu de los dioses de la naturaleza y que abren un diálogo con la Fuente. De este modo, podemos aprender el valor de cada árbol o prado con el que compartimos nuestro espacio.
Para los niños, las hadas son reales. Ahora parece que existen evidencias válidas para los adultos acerca de su existencia –no en su disfraz popular de ninfas aladas, sino como presencias que pueden sentirse, conocerse y honrarse. Algunos herbalistas les llaman “devas” que son los espíritus de la naturaleza.
Es así que la conciencia real (es decir el conocimiento de nuestras antepasados prehispánicos, su historia y el cómo respetaban a la madre tierra y las acciones que tenían sobre el cuidado del planeta), nos ayuda a tener la conexión con los “espíritus de la naturaleza” haciendo que respetemos el medio ambiente y cuidemos del planeta tierra pues, todo lo que vive en la naturaleza son nuestros hermanos y nuestros maestros
“Te crees señor de todo territorio
la tierra solo quieres poseer
mas toda roca, planta o criatura
viva está, tiene alma, es un ser…
Moramos por veredas en el bosque
robemos de su fruto el sabor
descubre que riqueza te rodea
sin pesar, ni un instante en su valor
hermanos son el rio y la lluvia
amigos somos todos como ves
vivimos muy felices estando unidos
en un ciclo fraternal que eterno es”.